Guillermo del Toro y el significado emotivo del Oscar
Los pronósticos no fallaron y Guillermo del Toro se llevó el Oscar a Mejor Película Animada por su maravillosa adaptación en stop-motion de Pinocho. Un premio que estaba prácticamente asegurado desde que el director tapatío fuera el dueño y señor de dicha categoría a lo largo de toda la temporada de premios. Sin embargo, por muy acostumbrado que esté a subir a los escenarios y recibir reconocimientos, el cineasta volvió a emocionarnos con un discurso breve pero repleto de significado.
Después de que el codirector de la película, Mark Gustafson, agradeciera al equipo técnico implicado en el inmenso trabajo manual detrás de Pinocho, Guillermo del Toro tomó el mando del micrófono de la 95 ceremonia de los premios de la Academia para ir directo al grano. “La animación es cine. La animación no es un género. La animación está preparada para que la llevemos al próximo nivel. Estamos preparados. Por favor ayúdenos. Mantengan a la animación en la conversación”, dijo sin rodeos, repitiendo el mismo mensaje que lleva predicando desde el inicio de la temporada de premios. De reivindicación y reconocimiento hacia el cine animado.
El discurso de Guillermo del Toro al ganar el Oscar en la categoría Mejor Película de Animación por su PINOCHO.
Le dedicó el trofeo a su esposa y sus hijos. También a sus padres, "quienes ya no están aquí" ♥️🎬 #Oscarspic.twitter.com/y37e8bfoW7— Carla ❁ (@shannonlada) March 13, 2023
“Me gustaría agradecer a Netflix y Ted Sarandos por mantener su fe en nosotros y hacer esta película. Y quiero dedicar esto al amor de mi vida, mi esposa Kim, mis hijos. Y mi mamá y papá, ya no están aquí, pero están aquí conmigo” dijo señalando su corazón mientras le temblaba la voz de la emoción. “Soy tu hijo y los quiero” sentenció ante el aplauso de todo el auditorio.
Y si bien Guillermo dio un discurso lo suficientemente breve como para que la orquesta ni siquiera tuviera que afilar las batutas, no deja de estar lleno de emotividad y significado. Porque el director será un ganador experimentado, con tablas de sobra en esto de las ceremonias y los reconocimientos internacionales. Sin ir más lejos, esta estatuilla es la tercera de su carrera tras haber ganado el Óscar a Mejor Director y Mejor Película por La forma del agua en 2018. No obstante, el premio a Pinocho está asociado a su primer amor cinematográfico, lo que lo hace más personal y especial todavía.
Porque antes de Cronos, El laberinto del fauno y el cariño unánime de la industria, Guillermo del Toro era animador. Así empezó su amor por el séptimo arte. “Los primeros Super8 que hice fueron de animación. Tuve una compañía de animación y efectos durante 15 años. Hacíamos comerciales. Empecé con movimiento de stop-motion en mi ciudad. Enseñé stop-motion, y estaba preparando una película de stop-motion antes de Cronos” dijo a Polygon. Sin embargo, su primer sueño se vio truncado cuando una noche le robaron y destruyeron todas las maquetas diseñadas.
Había fabricado 120 marionetas de arcilla junto a su hermano y su novia de aquel entonces. Pero una noche salieron a cenar y a ver una película y, al regresar, se encontraron el lugar vandalizado. “Habían destruido cada marioneta, habían defecado y orinado en el suelo. Así que me di la vuelta -habían sido tres años de trabajo- y dije ‘Voy a hacer Cronos. Voy a hacer una película de acción real” contó.
Tras una envidiable carrera en la temporada de premios, GUILLERMO DEL TORO'S PINOCCHIO gana como Mejor Película Animada.
🇲🇽 Es el tercer Oscar del cineasta mexicano.
Una cinta que nos recordó que la animación no es un género, ES UN MEDIO. ¡Bravo! #Oscarspic.twitter.com/F8XOKxenu9— Carla ❁ (@shannonlada) March 13, 2023
Aquel destrozo injustificado fue un golpe tan duro para él que tuvo que poner sus metas en otro lado, sin embargo, seguramente no imaginaba que Cronos iba a suponer el inicio de una carrera emblemática como director cinematográfico y que, a cambio, su primer amor tendría que esperar 30 años para florecer de nuevo. Lo fue regando de a poco como codirector de la serie animada de Netflix, Trollhunters, y diseñando efectos especiales de CGI para sus películas que necesitaban de ese ojo de animador. Como fue el caso de Pacific Rim que tuvo 45 minutos de animación dirigida por él mismo.
Sin embargo, la historia de Pinocho siempre había estado en su corazón como un proyecto que solo haría si podía volver al stop-motion. Y no se le ocurrió hace un par de décadas, sino que fue la primera idea que tuvo cuando era un niño. Es decir, lleva pensando en rodar el cuento de Carlo Collodi con esta tecnología toda su vida. Y recién decidió que la haría a toda costa hace 15 años, sin embargo, nadie quería financiarla. Ningú estudio confiaba en que fuera a ser comercial y rentable, hasta que Netflix apostó por la idea. Una vez que tuvo luz verde, le llevó tres años terminarla.
Por eso, que Guillermo del Toro pida el reconocimiento de la animación es no una petición al uso. Sino que engloba décadas de sueños, proyectos rotos y deseos que tuvieron que esperar para cumplirse. Y que agradezca a sus padres con la emoción que transmitió al nombrarlos, nos recuerda a ese niño soñador en Guadalajara que habrá vuelto loco a sus progenitores hablándoles de sus ideas con marionetas. Y ahora, a sus 58 años, el cineasta completa el círculo de uno de los grandes sueños de su vida.
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