Los hijos de otros es una historia muy madura sobre el amor y la maternidad

Los hijos de los otros, estreno del jueves 3
Los hijos de los otros, estreno del jueves 3

Los hijos de otros (Les enfants des autres, Francia/2022). Guion y dirección: Rebecca Zlotowski. Fotografía: George Lechaptois. Edición: Géraldine Mangenot. Elenco: Virginie Efira, Roschdy Zem, Chiara Mastroianni, Callie Ferreira-Goncalves, Yamée Couture, Henri-Noël Tabary, Victor Lefebvre. Calificación: apta para mayores de 13 años. Distribuidora: CDI Films. Duración: 104 minutos. Nuestra opinión: muy buena.

Hace más de una década Rebecca Zlotowski debutó en la dirección con una pequeña película que circuló en festivales y que presentó -en un temprano protagónico- a una joven Léa Seydoux. Belle Epine (2010) contaba la vida de dos adolescentes parisinas que andaban en moto, deambulaban por la noche y las fiestas, coqueteaban con las drogas. Ese retrato cálido e inteligente de una juventud con la que la propia directora se sentía unida, sentó las bases de una lúcida mirada cinematográfica sobre sus asuntos que merecen un abordaje más allá de la condescendencia y las respuestas fáciles.

Después de una historia de amor más convencional (Grand Central), un melodrama algo fallido (Planetarium), y un nuevo retrato sobre chicas adolescentes, ahora en la cálida Cannes y sus playas bañadas de sol (Una chica fácil), Zlotowski encuentra una historia de adultos sobre el amor de pareja y la maternidad que nuevamente esquiva los lugares comunes y las resoluciones previsibles, asumiendo las discusiones de una época para trascenderlas. Para ello cuenta con una de las grandes actrices del cine francés contemporáneo como lo es la belga Virginie Efira, cuyas apariciones en Sybil (2019) de Justine Triet; Benedetta (2021), de Paul Verhoeven y Revoir Paris (2022), de Alice Winocour confirman su talento y versatilidad.

Los hijos de otros (CDI Films).
Los hijos de otros (CDI Films).

La cámara sigue a Rachel (Efira) en el final de su jornada. La vemos terminar sus horas de clase en un colegio, donde es profesora de jóvenes con ciertos problemas de adaptación, luego asistir a discusiones de cátedra con sus colegas, para concluir con su grupo de guitarra. En cada una de sus apariciones mira el celular mientras se dibuja una sonrisa en su rostro, y cuando la vemos partir con la guitarra en la mano en compañía de Alí (Roschdy Zem), descubrimos que un amor ha germinado. Alí es diseñador en una fábrica automotriz y tiene una hija de cuatro años con Alice (Chiara Mastroianni), de la que está recientemente separado. A medida que avanza el romance con Rachel, la pequeña Leïla (Callie Ferreira-Goncalves) entra en escena y la silueta de una nueva familia comienza a delinearse.

Los hijos de otros (CDI Films).
Los hijos de otros (CDI Films).

El interés por la maternidad estuvo en el pasado de Rachel pero nunca llegó el momento y el tiempo fue pasando. Cuando visita a su ginecólogo (interpretado por el gran documentalista Frederick Wiseman en un guiño divertido), la presión por un posible embarazo a sus 40 años se hace presente y se conjuga con el creciente amor por Leïla, en el que a veces se siente una invitada de paso, una extra de la película que otros protagonizan. Zlotowski atiende a todos los aspectos de la vida de Rachel, su dedicación laboral, la relación con su padre y hermana, las ceremonias judías, el leer en los bares de París. Y en esa atención hay una cualidad que no asoma siempre en el cine, que consiste en forjar un personaje completo, con sus sensaciones convulsionadas, sus miradas perdidas, sus ideales firmes. Efira viste a su personaje de una integridad palpable, nos hace conocerla y sentir con ella, esperar con sus mismas expectativas lo que le depara el porvenir.

Los hijos de otros no trata solo de la maternidad como deseo –antes que mandato o realización- sino del vínculo que se establece con otros a través del cuidado y la dedicación, de una maternidad que también se ejerce desde la enseñanza, desde la lucha por el bienestar del otro, desde el tiempo dedicado a compartir lo que también se podría hacer en soledad.