Hombre de la esquina rosada: el sueño materializado de Jorge Luis Borges que cautivó al mundo y se convirtió en un clásico
Cuando el 26 de junio de 1962 en el cine Normandie culminó la exhibición de la adaptación del breve cuento de Jorge Luis Borges Hombre de la esquina rosada, sucedió desde ese momento algo hasta entonces impensado: la labor de un cineasta que era conocido fundamentalmente como asistente de dirección en la escalafonaria época de los grandes estudios se develaba como una obra de enorme prestigio dentro del cine argentino y pasó a ser considerada -y lo sigue siendo- como la mejor adaptación que se hizo de una obra escrita por el extraordinario genio creativo de Borges.
Era René Mugica quien, con poco más de 50 años, llevaba a cabo una labor de riesgo tan solo meses después de que con su ópera prima El centrofoward murió al amanecer -otra adaptación, en este caso de la obra homónima de Agustín Cuzzani- llegara al Festival de Cine de Cannes. Hombre de la esquina rosada era un viejo anhelo para el mundo del cine, incluso para el propio Borges, que escribió un primer libro cinematográfico junto a Adolfo Bioy Casares a comienzos de la década del cuarenta y del cual nunca se conoció a ciencia cierta su destino. En este caso, la primera aproximación tuvo lugar en 1959, cuando en el escenario del teatro Astral subió una puesta de Eduardo Adrián que él mismo protagonizó junto a Beto Gianola, Luis Medina Castro, Alfredo Alcón y Anibal Troilo. Y hay un detalle que explica el entendimiento que Borges tiene del cine en una entrevista brindada al diario LA NACION, donde declaraba que -contrariamente a lo que piensa la mayoría- no es un cuento realista y que todo está resuelto desde una construcción espectacular y visual: “Quizá contribuya a aclarar esto que lo escribí bajo la influencia de películas de pistoleros dirigidas por [Josef von] Sternberg en la última época del cine mudo –que mucho nos entusiasmaban a mí y a Bioy Casares-, cuando este medio de expresión había llegado a una evolución y perfeccionamiento del que, con el comienzo del hablado, retrocedió momentáneamente”. Esta puesta fue la segunda para el teatro luego de una lectura escénica que antes hizo el Teatro del Pueblo de Leónidas Barletta y cuando, en rigor, Borges ya tenía dos libretos cinematográficos que no habían sido llevados al cine.
Pero fue otro asistente de dirección devenido en director quien llevó la idea de concretar la película sobre el cuento de Borges a la poderosa productora Argentina Sono Film: el uruguayo Ruben Cavallotti ya tenía cuatro películas como realizador, quien acercó la primera versión cinematográfica al zar del cine argentino Atilio Mentasti. El productor vio con agrado la idea y sumo a Carlos Adén e Isaac Aisemberg a un libreto que se concretó, además, con las firmas de Mugica y del prestigioso Joaquín Gómez Bas. La versión cinematográfica resultante de Hombre de la esquina rosada no es el cuento, aunque conserva su espíritu. El guion original presenta notable cantidad de cambios en los diálogos con respecto a la escritura mecanografiada que en algunos casos redunda en mayor simpleza de la palabra.
Borges se mostró muy complacido con esta versión y solo hizo una objeción: “A una palabra. Donde se decía ‘uruguayo’ hay que decir ‘oriental’, porque así se los llamaba entonces, a principios de siglo y sobre todo en las orillas, en ese Maldonado más o menos impreciso donde ubiqué el escenario”, diría. El principal acierto de la película con respecto al impreciso tiempo en el que transcurre el cuento es datar la acción el 25 de mayo de 1910, en ocasión del Centenario de la Revolución de Mayo, tal como explicaba Mugica: “Hacía mucho tiempo que tenía deseos de hacerlo. Del cuento de Borges me interesaba el rescate de una época y un lugar, no por sus aspectos pintorescos sino porque las orillas en 1900 eran la confluencia de la ciudad que crecía y de la campaña que se retiraba, pero que seguía dando el tono a las costumbres. Hombre de la esquina rosada es una suerte de vida y muerte del compadre, que ubico en las 24 horas de un 25 de mayo de 1810 (...). En cuanto al guion, ya señaló Borges que los cambios hechos no alteraron el espíritu del cuento. Les dimos un pasado a los personajes: fuimos hacia atrás y hacia adentro de ellos”, decía.
El Museo del Cine porteño conserva el guion donde se ven las modificaciones a los diálogos realizadas durante el rodaje para darle la fluidez necesaria; en tanto la película, en copia restaurada, integró la sección Cannes Classics de la última edición del dorado encuentro desarrollado en la cinematográfica ciudad de la Costa Azul. “Hace poco más de un año importamos una máquina 4K para avanzar en la restauración. La elección del título surgió en una conversación con Thierry Frémaux en Buenos Aires, donde en varias oportunidades dijo que fue su película predilecta”, señalaba a este cronista en Cannes el presidente de Argentina Sono Film Luis Alberto Scalella. “En el desastroso incendio que hubo en Laboratorios Alex a fines de los ‘60 se perdieron algunas cosas, entre ellas -seguramente- el primer acto de la película. Lo que quedó fue una reducción en negativo en 16 mm. del primer acto porque el resto estaba todo. Eso permitió conseguir una copia impecable y el primer acto está muy bien aunque parte, lógicamente, de un contratipo de 16 mm. y no del negativo original o de una copia 35 mm. Estamos atrás de ese primer acto para tenerlo igual que los otros”, confirma sobre la presentación que Argentina Sono Film realizó de este material restaurado en 4K por Cubic Restoration, en cooperación con Sociedad para el Patrimonio Audiovisual, y el apoyo de mecenazgo cultural del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
Con un guion anunciado a fines de enero de 1961 en el Heraldo del Cine y un rodaje iniciado en agosto, Hombre de la esquina rosada fue uno de los films que recibió el apoyo de Borges asistiendo personalmente a los estudios de Sono Film. LA NACIÓN publicaba entonces la foto en la que se puede ver al escritor acodado en la barra de la cantina donde La Lujanera -personificada por Susana Campos- lo observa, al igual que Berta Ortegosa, acodada del otro lado de ese marco perfecto concebido por el gran escenógrafo valenciano Gori Muñoz. Varias de esas fotos de Borges en el set sirvieron como un imbatible argumento en favor de la película, que había estado en la mente de muchos durante varios años pero nadie hasta entonces había podido filmar.
El Instituto de Cine le brindó el premio al mejor film, el Festival de San Sebastián reconoció a Susana Campos con el premio a la mejor actriz, y en Acapulco fue reconocido el talento de Francisco Petrone con el premio al mejor actor. Además, la película fue al Festival de Sestri Levante. “Los adaptadores han realizado una labor muy acertada. Han inventado en torno de los personajes borgianos una anécdota obsesiva y misteriosa”, dijo este diario al momento de su estreno, agregando que “la realización de René Mugica hace hallazgos notables”. En 1990, el espejo literario de Hombre de la esquina rosada llegaría a concretarse de la mano de Radio Televisión Española con La otra historia de Rosendo Juárez, interpretado por Antonio Banderas, en el reverso de otra historia entre la pluma borgeana y caminos de celuloide.