Hombre lobo: a medio camino entre el drama familiar y la película de monstruos

Hombre lobo, con Julia Garner y Mathilda Firth
Hombre lobo, con Julia Garner y Mathilda Firth

Hombre lobo (Wolf Man, Estados Unidos / 2025). Dirección: Leigh Whannell. Guion: Leigh Whannell, Corbett Tuck. Fotografía: Stefan Duscio. Edición: Andy Canny. Música: Benjamin Wallfisch. Elenco: Julia Garner, Christopher Abbott, Sam Jaeger, Matilda Firth. Calificación: Apta para mayores de 16 años. Distribuidora: UIP. Duración: 103 minutos. Nuestra opinión: buena.

Entre la película de monstruos y el drama familiar, Hombre lobo intenta encontrar un punto justo en el se encuentren la emoción visceral del terror y la reflexión sobre temas complejos, como los miedos y responsabilidades que tienen los padres con respecto a sus hijos. Pero esa búsqueda, a pesar del probado oficio de su director y guionista, Leigh Whannell, queda a medio camino.

Claro que alegorizar el drama familiar a través de una historia fantástica es un procedimiento clásico de la ficción en general y del cine en particular. Desde Venecia rojo shocking (1973), de Nicholas Roeg, hasta El legado del diablo, de Ari Aster, por nombrar dos excelentes películas, sobran los ejemplos en los que el terror se convierte en un catalizador perfecto para las cuestiones más profundas que pueden afectar a una familia.

Hombre lobo se encuentra con la dificultad de navegar entre esta tradición y la que su título representa: la película de monstruos. Por supuesto que los monstruos nunca fueron solo para asustar y su valor simbólico siempre estuvo presente. Sin embargo, hay algo del concepto de “diversión” ligado a las películas clásicas de este subgénero, que se pierde en esta nueva iteración de la muchas veces contada historia de un hombre que se transforma en lobo.

Hablar de “diversión” en el cine de terror es complicado, ya que la satisfacción suele proceder de una experiencia catártica de sentir miedo en un entorno seguro. Para simplificar, digamos que en una película de monstruos se busca una respuesta visceral, a través del suspenso, las escenas de sustos y hasta algo de humor. Basta con pensar como ejemplo en Hombre lobo americano en Londres (1980), de John Landis, un film que asusta, divierte, asquea y propone su propia lectura de la leyenda del licántropo.

Whannell también sabe como asustar y conseguir potentes escenas de horror corporal en la transformación de humano a lobo. Pero resulta una distracción de la propuesta de la historia fantástica, el tiempo y la atención que le lleva construir un drama familiar, que no termina teniendo particularidades que lo hagan demasiado interesante y apuntando a demasiados temas al mismo tiempo . Como si necesitara dejar en claro que tiene “algo para decir”.

Esta nueva incursión de la productora Blum House y del propio Whannell en el “Dark Universe”, la colección de monstruos que Universal supo construir entre las décadas de 1920 y 1950, centra su narración en Blake (Christopher Abbott), un hombre que creció con un padre muy severo, en un lugar recóndito de las montañas boscosas de Oregon. Cuando recibe la noticia de que su padre ha sido declarado muerto (luego de desaparecer en el bosque), Blake, ya adulto y viviendo en la ciudad, decide llevar a su esposa (Julia Garner) e hija (Matilda Firth) al hogar de su infancia, con el fin de recuperar cierta armonía familiar perdida. Su viaje se convierte en una pesadilla cuando se cruzan con algo que parece ser un animal salvaje y el encuentro los transformará, en más de un sentido.

El trabajo de Whannell con el sonido y su acertada dirección de secuencias en las que el equilibrio del suspenso y el susto/sorpresa es clave, son lo mejor de Hombre lobo. Las actuaciones, desde Abbott y Garner hasta la pequeña Firth, se destacan, estando a tono con las vicisitudes a las que se enfrentan sus personajes. La combinación de estos elementos deriva en una película que resulta atractiva, pero cuyos desvíos hacia un drama familiar poco original, llevan la historia hacia un tono trágico que, en vez de alimentarlo, le quita espacio al terror fantástico.