Ibiza también es para el invierno
Damos el salto a la isla de ensueño para descubrir sus encantos cuando todo miran hacia otro lado. Calas paradisíacas casi en exclusiva para nosotros, pequeños pueblos con encanto donde la calma es la que manda, senderos para atravesar sus paisajes y populares mercadillos de artesanos componen solo parte de la ecléctica oferta que nos conquista desde que aterrizamos en tierra insular. Sigue leyendo para descubrir todo lo que no te puedes perder.
DE DALT VILA AL PUERTO DEPORTIVO: UN PASEO POR LA IBIZA DE SIEMPRE
Empecemos por donde nos pide la intuición, por el corazón de la isla, su capital. Ibiza ciudad continúa rebosante de vida incluso cuando la gran mayoría de los turistas decide retirarse a otros lugares para continuar con sus quehaceres. Y ya te lo desvelamos nosotros: no imaginas qué placer resulta el pasear por las calles empedradas de Dalt Vila, entre fachadas encaladas y pequeños negocios, sin chocarte constantemente con otros cientos de visitantes. Aquí valdrá la pena entregarse al disfrute descubriendo algunos de sus reclamos monumentales como pueden ser la catedral de Santa María de las Nieves, el Museu d´Art Contemporani d´Eivissa o su antiguo castillo. No en vano, se dice que es el recinto fortificado mejor conservado de todo el Mediterráneo.
Después habrá que bajar hasta su puerto deportivo, en el que los yates y barcos de lujo se dan cita sin importar la época del año. Las vistas de Dalt Vila, con sus vetustas murallas rodeando la parte antigua —el recinto es Patrimonio de la Humanidad desde el 99—, son espectaculares. Después tocará tomar una copa en cualquiera de sus bares a pie de muelle, o deleitarnos con un rico almuerzo al abrazo del sol invernal en alguno de sus restaurantes. Roto Club o Calma Restaurant, por ejemplo, nunca defraudan. Para rematar, nada como hospedarnos en alguno de sus míticos hoteles, ya sea El Hotel Pachá o The Standard, que mantienen sus puertas abiertas también en invierno.
DE CALA EN ACALA.... Y TIRO PORQUE ME TOCA
Si algo define al clima mediterráneo es que regala unos inviernos usualmente cálidos que, a los más atrevidos, les permite incluso disfrutar de algún que otro bañito. Y, lo mejor de todo, hacerlo casi en completa soledad. Ya estemos dispuestos a tirarnos al agua, o a simplemente gozar de unas horitas al sol, la cuestión es que visitar algunas de sus calas más aclamadas —sin agobios ni problemas de aparcamiento, sin tener que luchar por un hueco en la arena o anhelar algo de silencio a nuestro alrededor— es una posibilidad. Así que ponemos rumbo a pequeños pedacitos de paraíso como Cala Conta, probablemente uno de los rincones más fotografiados de Ibiza. Solo hay que contemplar la tonalidad de sus aguas turquesas, con los diversos islotes repartidos a escasos metros de la orilla, para entenderlo. Aunque ese reclamo es el que sirve también a cala d´Hort, que además añade a la oferta las increíbles vistas de Es Vedrá. Cerca de Sant Antoni de Portmany, dos joyas más: Cala Salada y Cala Saladeta, convertidas en el paraíso de los influencers en verano, se convierten en un auténtico tesoro en esta época.
No pueden faltar en la lista la playa de Las Salinas, en la que disfrutar de la naturaleza más virgen, ni cala Bassa o cala Jondal. Los atardeceres continúan, también en invierno, resultando espectaculares, y ser testigo de excepción de la belleza de los cielos ibicencos cuando el astro rey roza el horizonte, es uno de los mayores tesoros que puede ofrecernos la isla. Entonces habrá que cerrar los ojos, escuchar atentamente el sonido de las olas al romper, sentir la brisa marina acariciándonos la piel y respirar profundo.
LA IBIZA MÁS RURAL
Invierno es una época ideal para tirar de coche y lanzarnos a disfrutar de un road trip isleño en toda regla. Por la geografía insular se reparten multitud de pueblitos de postal que, incluso en temporada baja, continúan desarrollando su actividad básica. Es el momento de tomarle el pulso de verdad a la zona más rural de Ibiza. ¿Y qué lugares no deben faltar? Por ejemplo, Santa Eulària des Riu, el segundo municipio más poblado de la isla y hogar de un rico patrimonio y de paisajes de postal protagonizados por playas y calas de ensueño, valles agrícolas y montañas cubiertas de bosques de pinos perfectas para lanzarse a caminar. También para ir de compras, pues aquí se celebra, ininterrumpidamente y durante todo el año, el mercadillo hippy de Las Dalias, un lugar de fantasía donde confluyen artesanía, música y buen ambiente. Al municipio pertenece, también, el pueblo de Sant Carles de Peralta, donde los almendros, higueras y algarrobos conquistan el espacio. Aquí aún se siente ese aire bohemio que tanto ha identificado a lo largo de las últimas décadas a Ibiza, ya que en su territorio se asentaron numerosas comunas hippies en los años 50. Es Trull de Can Andreu una antigua casa payesa reconvertida en museo sobre la vida rural ibicenca.
Y la ruta continúa haciendo parada en pequeñas joyitas como Santa Agnés de Corona, que llegados los meses de enero y febrero se pueblan de exultantes almendros en flor que son la atracción por antonomasia del lugar. El municipio de Sant Josep de sa Talaia cuenta en su territorio con otra sorpresa: Es Cubells, ubicado sobre un esplendoroso acantilado, regala la tranquilidad que tanto ansiamos en su núcleo urbano, dotada de muy poquitos negocios, pero cercanas a algunas de las playas más bonitas y secretas de la isla como Ses Boques y Cala Llentrisca. El invierno es, sin duda, una oportunidad parapalpar y sentir la esencia de esa Ibiza que siempre supo enamorar a sus visitantes.
CON LAS BOTAS PUESTAS
Es hora de explorar ese lado de la isla pitiusa que, quizás, dejamos más abandonado cuando viajamos a ella en época estival. Optamos en esta ocasión por su naturaleza más virgen. La de sus rutas de senderismo y espectaculares paisajes. La que nos permite la máxima desconexión entre bosques, valles y montes plagados de estampas sin necesidad de mirar el reloj. Una ruta que no deja indiferente se halla en el municipio de Sant Josep de sa Talaia y se despliega a lo largo de 13 kilómetros que nos llevan a pasar por algunos de los rincones más emblemáticos del municipio. Un recorrido que parte de la espectacular Cala Bassa y nos lleva a contemplar las increíbles vistas que se aprecian desde la Torre d´en Rovira, para después continuar por espectaculares paisajes hasta alcanzar el punto final, Cala Llentia. Otra propuesta es dirigirnos hasta Pla de Corona, en San Antonio, para aventurarnos a hacer un recorrido circular entre olivos, almendros y algarrobos. Uno de los máximos atractivos de esta ruta, sin embargo, se halla en la historia. Sa Penya Esbarrada es un yacimiento arqueológico entre acantilados desde la que contemplar otra de esas increíbles puestas de sol que regala la isla.
Alcanzar la cima de Sa Talaia, el pico más alto de la isla es una aventura épica, aunque popular y de fácil ejecución, que tentará sin remedio. El premio al esfuerzo, eso sí, será más épico aún: la panorámica de la isla que se contempla desde sus 475 metros de altura es maravillosa. En días claros, además, se puede observar incluso la silueta de las islas baleares vecinas. Otro de los senderos más bonitos de la isla nos lleva a lo largo de 16 kilómetros a conectar Cala Gració, en Sant Antonio de Portmany y recorriendo diferentes playas y calas, hasta la capilla de Sa Talaia de Sant Antoni. Sant Joan de Labritja, de donde parten numerosas rutas, cuenta entre ellas la que une Cala d´en Serra, si se bordea toda la costa por el faro de Moscarter, hasta Portinatx. Ocho kilómetros en los que empaparnos de la magia de la naturaleza de Ibiza.
Para los amantes de las aves, un recorrido que no puede faltar es el que lleva hasta el Parque Natural de Ses Salines, lugar en el que se hallan algunos de los humedales más destacados de toda Europa. Lugar de reproducción y hábitat de innumerables especies, son los flamencos, por su espectacularidad, los que concentran todas las miradas.
HORA DE SENTARSE A LA MESA
Tanto caminar, visitar y tomar el sol hace que entre el apetito, pero no hay que temer: aunque son muchos los restaurantes que cierran sus puertas durante temporada baja en la isla, hay un sinfín de ellos que continúan todo el año ofreciendo lo mejor de la gastronomía ibicenca a sus comensales. Uno de ellos es Sa Caleta (sacaleta.es), que lleva desde 1988 haciendo felices a sus clientes a través del estómago. Ubicado en un enclave único, a los pies de la playa de Es Bol Nou y a pocos metros del puerto pequero de Sa Caleta, Jordi Cardona continúa dirigiendo el negocio que un día creó su padre ofreciendo platos míticos de la isla como el bullit de peix o la caldereta de langosta. Todo, claro, abrazados por el ocre de la roca y el azul turquesa del Mediterráneo.
Otro imperdible se halla en el Bless Hotel Ibiza, donde el galardonadísimo chef Martín Berasategui abrió su primer restaurante en la isla. Etxeko Ibiza homenajea, a través de su cocina de vanguardia, los goces de la mesa, los sabores antiguos de San Sebastián y la perfecta fusión entre los productos del Cantábrico y del Mediterráneo.
Sa Calma (sacalmaibiza.com) es el sitio ideal para degustar verdadera cocina ibicenca con vistas a Dalt Vila, o Ca n´Alfredo (canalfredo.com), que desde 1934 lleva deleitando a propios y extraños con propuestas tan apetecibles como los calamares rellenos de sobrasada o el gallo de San Pedro con salsa de almendras.