Ignacio López Tarso fallece a los 98 años

Ignacio López Tarso fallece a los 98 años
Ignacio López Tarso fallece a los 98 años

Si bien los números no son un resumen de una vida, ayudan mucho para dimensionar el peso de un artista que pertenece a una industria que tiene a las finanzas como parte esencial de su naturaleza. Ignacio López Tarso cuenta en su carrera con más de 50 películas en su haber, 100 obras de teatro y una considerable cantidad de series o telenovelas. Apareció en numerosas producciones modernas, como la película Más sabe el Diablo por Viejo (44%), los relativamente recientes programas de televisión El Pantera (2007-2009), El encanto del águila (2011), Como dice el dicho (2016), y las telenovelas Corazón indomable (2013), La malquerida (2014) y Amores con trampa (2015), entre otras tantas que integran su repertorio. Cuenta, por si lo anterior no fuera muestra de su venerable oficio, con numerosos discos donde narra corridos de la Revolución Mexicana. A lo largo de su carrera ha recibido varios Premios Ariel, Premios TVyNovelas, y Premios Bravo, entre otros. Pero, sobre todo, lo conocemos por su inmortal Macario. Hoy, a la edad de 98 años, y después de haber permanecido internado en el hospital por una oclusión intestinal y una neumonía que poco a poco se complicó, el actor ha muerto. Aún no se revelan detalles de la causa concreta de su fallecimiento.

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Cuenta la leyenda que este oficio de máscaras y mascaradas tuvo su origen, como suele acontecer con aquello que marca nuestro destino, con su infancia. A los ocho años, según reza la anécdota que él narró en múltiples ocasiones para indicar la génesis de su pasión, sus padres lo llevaron a los tradicionales teatros de carpa que se apostaban por temporadas en las ciudades. Lo que presenció, al ver el desfile de histriones, malabaristas y demás profesionales del espectáculo, envenenó su sangre para siempre con el afán de construir historias en tanto personaje.

Pese a que siempre fue su pasión, ciertamente comenzó tarde con esta faena. Fue hasta los 24 años de edad que ingresó a Bellas Artes para estudiar en la Escuela de Teatro. Como buen hijo de una época empecinada en el conocimiento, primero se enroló en el seminario y después en la milicia, donde, sin lugar a dudas, moldeó la disciplina que sus homólogos tanto destacaban y aplaudían. Durante sus estudios, no sólo destacó por su temple retador, sino que también se dio a la tarea de forjar, poco a poco, oportunidades que le dieron, ya para el año 1954, su primer papel en la película La desconocida, del director Chano Urueta.

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Sin embargo, esta primera experiencia no fue exactamente la más linda, según confesó él mismo. Sobre todo, porque su diálogo sólo se redujo a tres palabras. Lo cual, hay que decirlo, tampoco lo desanimó. Pronto pudo colaborar en roles más intensos con una pátina de leyendas del tamaño de Emilio Fernández o Pedro Armendáriz y con directores como Luis Alcoriza, Luis Buñuel, Roberto Gavaldón, con quien compartió la nominación a los Oscar en 1960 por Macario (100%).

Su labor como teatrero tampoco tuvo parangón entre sus contemporáneos. Él interpretó mucho de los papeles estelares de dramaturgos como Sergio Magaña, Emilio Carballido o la recientemente fallecida Luis Josefina Hernández, dando un tesón y colocando la vara muy alta en la escena mexicana. Entre las obras de su trayectoria que más destacaron, fueron las puestas en escena de Edipo Rey de Sófocles, Hipólito de Eurípides, Macbeth, Otelo y El Rey Lear de Shakespeare.

Ahora, la audiencia es él, desde su palco celeste, donde ve a esta humanidad confundida cometer toda clase de errores en los inciertos papeles que han sido asignados por ellos mismos.