La infección que podría haber tras esas ganas persistentes de eructar

Cuando los eructos se vuelven constantes puede ser signo de alguna situación específica, como una infección causada por una bacteria cada vez más resistente que causa cambios irreversibles en el estómago y es necesario erradicar. (Foto: Getty)
Cuando los eructos se vuelven constantes puede ser signo de alguna situación específica, como una infección causada por una bacteria cada vez más resistente que causa cambios irreversibles en el estómago y es necesario erradicar. (Foto: Getty)

El principal factor de riesgo para el cáncer de estómago es una infección común que casi todos solemos tener en algún momento de la vida. No suele causar síntomas, así que pasa desapercibida. Aunque a veces, si prestamos suficiente atención a nuestro cuerpo podemos encontrar algunos signos reveladores, como las ganas persistentes de eructar.

Pero ojo, no hay que confundir la aerofagia con el eructo excesivo, ya que son dos condiciones diferentes. La aerofagia ocurre cuando una persona traga mucho aire que llega al estómago, y esa ingesta voluminosa de aire produce distensión abdominal e hinchazón que se manifiesta en forma de frecuentes eructos y puede causar dolor. Sin embargo, en el trastorno de eructos excesivos el eructo es el síntoma predominante.

En la mayoría de los casos esto es debido a una infección asintomática que se conoce como 'dispepsia'. Se trata de un dolor o molestia en la parte media-alta del abdomen, o una sensación de distensión abdominal y pesadez tras haber comido.

Casi siempre asociamos este tipo de molestias gástricas a las malas digestiones, pero la culpable es la bacteria 'Helicobacter pylori', que tiene la capacidad de sobrevivir en uno de los ambientes más inhóspitos de nuestro organismo: el estómago, un medio extremadamente ácido, con un pH inferior a 4.

H. pylori tiene forma de tubo alargado y torcido, como una S. Es una bacteria “super inteligente”. No sólo controla la producción de ácido, además puede influir en la secreción de hormonas, enzimas, y puede insertar su información en nuestro ADN.

Además es una bacteria muy contagiosa ya que no sólo está en el estómago; se encuentra también en la boca, saliva y encías. Por eso, su contagio puede producirse entre personas por contacto directo con la saliva, el vómito o la materia fecal, especialmente, cuando la persona portadora no se lava bien las manos tras cada deposición.

De hecho, una de las posibles formas de contagio puede ser por vía fecal-oral o bien oral-oral, principalmente dentro del ámbito familiar, padres-hijos o entre hermanos. También puede trasmitirse a través de alimentos o agua contaminados.

Estar infectado con la bacteria H. pylori "es el factor de riesgo conocido más fuerte para el cáncer gástrico, que es la segunda causa principal de muertes relacionadas con el cáncer en todo el mundo", tal y como recoge este artículo de BestLife. A menudo se detecta en sus últimas etapas y se considera una enfermedad potencialmente mortal. Por eso detectar y tratar los factores de riesgo puede ayudar, y entre ellos destaca esta condición subyacente común que muchos de nosotros tenemos, y que podría aumentar significativamente las probabilidades de desarrollar úlceras y cáncer gástrico. Al tratarlo, es posible que se reduzca su riesgo.

"En España la bacteria está presente en aproximadamente el 50 por ciento de la población, aunque sólo provoca la infección en un pequeño porcentaje de los casos”, explica a CuidatePlus Javier Pérez Gisbert, médico especialista del aparato digestivo en el Hospital de La Princesa, en Madrid, quien insiste en que, pese a que los síntomas característicos de la infección por esta bacteria son frecuentes y leves, puede desembocar en enfermedades graves, como el cáncer gástrico.

No obstante, tener una infección por H. pylori no significa que necesariamente se desarrollará cáncer de estómago o cualquier otra enfermedad. De hecho, aproximadamente el 40 por ciento de la población mundial ha sido colonizada por esta bacteria gástrica, y solo un pequeño porcentaje desarrolla cáncer de estómago. No hay que olvidar que “la gastritis crónica, producida por H. pylori, tarda por lo menos dos a tres décadas para llevar al cáncer gástrico; que se inicia con una gastritis superficial", señala la publicación.

Está relacionada con la mayoría de las úlceras de estómago y del intestino delgado, y también se asocia al mal aliento, a la gastritis aguda y crónica, y en especial a la gastritis crónica atrófica, el cáncer gástrico, la hiperplasia nodular gástrica, los adenomas gástricos y un tipo específico de linfoma de estómago, llamado MALT.

“La infección por Helicobacter pylori además de ser la principal causa de la úlcera gastroduodenal y sus complicaciones, también se conoce por su papel patogénico en el desarrollo del cáncer gástrico y el linfoma MALT gástrico", nos confirma el Dr. Blas José Gómez Rodríguez, experto de la Fundación Española del Aparato Digestivo. Existen estudios en marcha que la involucran en el desarrollo de otras patologías, como el cáncer de páncreas, pero aún no son concluyentes.

Existen diferentes pruebas diagnósticas eficaces para la detección del Helicobacter pylori que el médico especialista en Aparato Digestivo recomienda: test del aliento, prueba de determinación del antígeno de Helicobacter pylori en heces, test serológico y test invasivo. De dar positivo se suele pautar tratamiento con tres medicamentos durante 7-14 días.

La mayoría de los pacientes logran eliminar la bacteria gracias al tratamiento antibiótico, no obstante, algunos tienen resistencia a algún antibiótico, y por ello, pueden seguir teniendo la bacteria en su organismo. Además, cabe señalar que el tratamiento no genera inmunidad, es decir, la persona puede volver a infectarse.

Si el diagnóstico de Helicobacter pylori se realizase antes podríamos prevenir el 80 por ciento de los tumores gástricos. Y si lo eliminamos seremos capaces de curar la gastritis, la úlcera y prevenir el cuarto tumor más frecuente y el segundo en mortalidad, el cáncer gástrico”, concluye Pérez.

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