Jennifer Lawrence pone sobre la mesa lo mucho que las apariencias engañan

Jennifer Lawrence vivió un salto al estrellato como pocas actrices de Hollywood. Tras su primera nominación al Óscar por Winter’s Bone y el éxito masivo que le propició Los Juegos del Hambre, de la noche a la mañana se convirtió en una de las celebridades más admiradas por público e industria, una fama que se intensificó cuando ganó su estatuilla dorada por El lado bueno de las cosas y que la hizo permanecer en la cresta de la ola durante toda la década pasada. Sin embargo, tras esta imagen de persona exitosa no todo fue tan idílico como lo percibimos.

Después de una temporada alejada de la interpretación, Lawrence está volviendo con proyectos con los que apunta a volver a marcar tendencia en Hollywood. Tras protagonizar en 2021 la comedia nominada al Óscar No mires arriba para Netflix, este año vuelve a pisar fuerte con Causeway, un drama sobre una soldado estadounidense que sufre de daño cerebral tras ser herida en combate. Pero, como bien ha señalado durante la promoción de este último título, la nueva etapa de su carrera llega con una diferencia crucial respecto a lo que vivió hace años.

Y es que, ante el fenómeno de Los juegos del hambre y la repercusión del Óscar, se sintió abrumada y con la impresión de haber perdido el control de su vida. Según ha contado en una intervención en el Festival de Cine de Londres (recogida por medios como Variety), pese a la tenacidad y confianza que tuvo como joven actriz cree que el éxito la llevó a convertirse en un mero producto de Hollywood. Así, su impresión fue la de que otras personas decidían sobre el rumbo de su vida y carrera.

“Creo que perdí el sentido del control”, dijo Lawrence. “Entre el estreno de Los juegos del hambre y ganar el Oscar, me convertí en un producto tan básico que sentí que cada decisión era una gran decisión grupal”. De hecho, la actriz admite que hasta le cuesta pensar con claridad en toda esta etapa de éxito. “Cuando reflexiono ahora, no puedo pensar en los años siguientes porque solo recuerdo solo una pérdida de control”, matizaba.

Estas declaraciones chocan con la imagen pública que Jennifer Lawrence siempre nos dio. Todos los que siguieran su carrera, recordarán la naturalidad con la que se desenvolvía en entrevistas y actos promocionales, la simpatía y cercanía que desprendía en cada intervención en televisión, lo bien que parecía desenvolverse ante una industria tan complicada como la de Hollywood y cómo todo el mundo cayó rendido ante ella. Pero, al final, esto, que se puede ver ejemplificado a la perfección en las promociones de las cuatro películas de Los juegos del hambre, no fue más que una mera fachada.

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Como bien ha explicado ella misma, detrás de este ascenso al estrellato aparentemente idílico estaba la construcción artificiosa de un producto, de una apariencia que no era real. Es decir, los estudios y agentes de Hollywood construyendo su propia vida e imagen acorde a lo que funcionaría de cara a los espectadores. Y esto le acabó pasando factura, porque el no tener una decisión final sobre lo que debe hacer o qué papeles escoger sin duda termina perjudicando la autoconfianza y salud mental de cualquier persona.

Pero Lawrence ahora ha regresado con una mentalidad completamente diferente. De ahora en adelante, su intención es erigirse como productora de los proyectos de los que forme parte. De hecho, Causeway, la película que acaba de presentar en Londres y que ya pasó por el festival de Toronto en septiembre, supone su debut en este rol, habiendo creado una compañía llamada 'Excellent Cadaver' para tener el control dentro de las películas en las que participe. Y no puede haber tenido mejor inicio, porque la crítica la ha recibido con los brazos abiertos y apunta a dar que hablar en la próxima temporada de premios.

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