Juanjo Mosalini, bandoneón europeo con herencia y presente

Juanjo Mosalini lanzó Entre pliegues, un álbum en el que se destaca la última grabación con su padre
Juanjo Mosalini lanzó Entre pliegues, un álbum en el que se destaca la última grabación con su padre

Artista: Juanjo Mosalini. Álbum: Entre pliegues. Composiciones: “La última copa”, “Entre pliegues”, Quejas de bandoneón”, “Zamba del adiós”, “Casi dos tangos”, “Canción para un hijo”, “Don Juanjo”, “De otro bando”, “De costalete”, “Evidencias repentinas”. “Va y ven”. Nuestra opinión: Muy Bueno.

“Cuando pensé en quiénes podían acompañarme, el primero que se me ocurrió fue mi padre. Es muy fuerte y conmovedor. Tengo el regalo de tener en mi disco sus últimos gestos con el bandoneón”. Juanjo Mosalini no sólo heredó el nombre de su padre, también el fueye. Juan José Mosalini fue uno de los grandes referentes del bandoneón tanguero en Europa. Su hijo Juanjo siguió sus pasos en la música. Hace treinta años que toca el bandoneón y su último disco, que es un álbum solista con invitados, representa, además, la última grabación hecha con su padre, que partió en mayo del último año. “Entre pliegues” se llama. Además de cerrar un círculo gracias a esa grabación juntos, es una síntesis de su propio trabajo, desde el comienzo de su carrera, plasmado a través de clásicos, de temas propios, de composiciones de colegas cercanos y de intérpretes de nuevas generaciones.

El nombre “Entre pliegues” refiere específicamente a lo que se puede hallar en los recovecos del fuelle del bandoneón, eso que es inasible pero que, en su movimiento, permite generar uno de los sonidos más singulares que se pueden encontrar entre los instrumentos convencionales o formales. La ronquera del fueye, y esa morfología que le permite enhebrar sonidos lacónicos y vivaces o largos lamentos. Eso que le permite “ser” tango.

Juanjo apostó a un disco de 15 tracks que comienza con un clásico tradicional, “La última copa”, de Francisco Canaro, que le sirve para observar la melodía desde distintos planos y hacer comentarios a partir de su propio arreglo. No es del tipo de instrumentista de estilo cadenero sino de esos que expande los sonidos del bandoneón y va a sus usos primeros (el pequeño órgano portátil). Y en el diálogo de las dos manos fomenta el relato contrapuntístico, aunque su arreglo funcione dentro de los esquemas de melodías y acompañamientos. En la escucha del álbum, más adelante aparecerá otro clásico, “Quejas de bandoneón”, que fue minuciosamente diseccionado por este músico. Allí descarga muchos de los recursos que usará en otros temas del disco. La versión muestra diversos climas, algunos realmente contrastantes.

Mosalini dice: “Si bien me considero un músico del género, me he dado cuenta que desde aquí, del otro lado del océano, las cosas se oyen y se ven de otra manera”. Tal vez sea cierto. Hay pequeños gestos, como el chan chan final de “Quejas...” que lo hace sonar hacia arriba y no hacia abajo. Y quizá, también esto haya quedado reflejado en piezas de su propia autoría, como la primera que aparece y que es la que da título al álbum, donde corre las fronteras tangueras, apuesta a la intrepidez, a la frondosidad de notas en las melodías y, además, a la búsqueda de una especie de invención a dos voces.

Juanjo Mosalini
Juanjo Mosalini - Créditos: @Alessandro Mosalini

De los 50 años que agencia, solo la primera década vivió en la Argentina (desde su nacimiento hasta que se instaló con su familia en París). De la mano de su padre llegó al tango y buscó su propio sendero, tendiendo puentes con otros colegas que también cultivaron el género. De ahí que para este disco buscó sociedades compositor-interprete. Hay temas que escribieron colegas, como los argentinos Tomás Gubitsh (“Don Juanjo”) y Gerardo Jerez Le Cam (”De costalete”), y el contrabajista francés Leonardo Teruggi (“De otro bando”). Hay perlitas como “Casi dos tangos” que Juanjo interpreta con la bandoneonista Carmela Delgado, y el que toca con su padre (”Canción para un hijo”). El tema es de Juan José, el arreglo para dos fueyes es de Juanjo.

El plus de este disco es una suite en cinco movimientos que bautizó “Evidencias repentinas”. Las interpreta junto al Quatuor Danel. La obra de cámara puede parecer para cuarteto de cuerdas y bandoneón solista, aunque en realidad su trabajo está integrado de una manera muy orgánica. Suena como una suite para Quinteto de cuerdas y bandoneón. Y la yapa es el único tema cantado, “Va y ven” por Sandra Rumolino.

A pesar de que la producción de Mosalini se presenta, desde el vamos, como un proyecto homogéneo y con pocas aristas, cada tema (más la suite) representa una propuesta en particular y, unidos en un álbum, conforman un todo con muy interesantes matices.

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