Julia Álvarez sobre su nueva novela: "Quería entender este nuevo paisaje al que me estoy adentrando ahora que soy mayor"

Exclusiva: La gran escritora de sangre dominicana presenta 'El cementerio de los cuentos sin contar'

Existen pocas figuras en la literatura moderna que se puedan comparar con Julia Álvarez. La poeta, novelista y ensayista ha vendido más de un millón de copias de libros como En el tiempo de las mariposas y De cómo las hermanas García perdieron el acento, los cuales son clásicos de la literatura.

Álvarez nació en 1950 en Nueva York pero pasó la niñez en República Dominicana y junto con Isabel Allende y Laura Esquivel forma un triunvirato de escritoras hispanas que han conquistado los corazones de millones y que han logrado llegar a la pantalla grande con sus relatos.

En este 2024 Álvarez regresa con la novela El cementerio de los cuentos sin contar (HarperCollins Espanol), donde narra la historia de Alma Cruz, una escritora que al final de su vida y carrera decide sepultar sus manuscritos inconclusos en República Dominicana.

En exclusiva la laureada escritora habla con Book Corner sobre este fascinante relato lleno de introspección, qué lo inspiró y la forma en que durante años ha logrado cerrar ciclos en cada uno de sus libros para continuar escribiendo su siguiente obra.

<p>El Vocero de Puerto Rico; cortesía</p>

El Vocero de Puerto Rico; cortesía



-¿Por dónde comenzó el libro?

Para mí no es un chispazo el que da inicio a una novela, es más bien la tormenta perfecta de preguntas y reflexiones. Con El cementerio de los cuentos sin contar quería entender este nuevo paisaje al que me estoy adentrando ahora que soy mayor [haciendo] una labor a la que me he dedicado toda una vida. Leo novelas para entender y hacer sentido de lo que está pasando en mi vida y lo que he descubierto es este tipo de prejuicio contra la gente mayor en las novelas. " Los viejos" son relegados al fondo, son personajes planos y sin ninguna función. Con mi nueva novela quise crear a una protagonista viable, compleja, una escritora anciana con la complicación añadida de que mi Alma es una artista hispana que ha llegado al final de su inspiración. ¿Qué pasará ahora? ¿Cómo nosotros, como artistas, cerramos nuestras vidas personales después de crear tantos finales para nuestros personajes ficticios?

También me interesó explorar la riqueza de la cultura oral del sur de las America, de todas las historias que frecuentemente se pierden, no se celebran porque se transmiten no por medio e la publicación, sino a tiempo real, en la comunidad, son historias que se cuentan en el círculo familiar, entre amigos y vecinos. Mis heroínas son "Anónimos" a quienes va dedicado el libro. Son personas "invisibles" cuyas historias secretas son contadas pocas veces.

 -En este relato conocemos a Alma Cruz, una escritora que al final de su vida y carrera decide sepultar sus manuscritos inconclusos en República Dominicana. Usted nació en Nueva York, pero su tierra ancestral es importantísima en su obra, ¿siente usted un llamado de este tipo en su vida? ¿de ir a esta tierra y dejarle algo, como ritual u ofrenda? 

¡Siempre! Siempre he sentido esa necesidad. Como muchos en las comunidades de la diáspora siento una conexión profunda con mi tierra ancestral, así como una responsabilidad de darle algo de vuelta a esa cultura que me nutrió con sus historias y su cariño. Es por ello que Alma quiere llevar los borradores de sus historias sin contar-sin publicar de regreso a esos lugares de donde provienen sus personajes. Y así como Alma-Sherezade siempre he practicado rituales para poner un libro a 'descansar;' una vez que lo he terminado. En el caso de En el tiempo de las mariposas llevé una copia del libro a Ojo de Agua, el museo dedicado a las hermanas Mirabal [en Salcedo, República Dominicana] y enterré las páginas en el hermoso jardín, debajo del laurel donde las hermanas Mirabal solían sentarse y chismear alejadas de los aparatos que el SIM (Servicio de Inteligencia Militar, por sus siglas en español) instaló dentro de su casa para espiarlas. En El nombre de Salomé volví al panteón nacional donde la Salomé real está enterrada y coloqué mi novela en la cripta, hasta que el guardia en turno se me acercó y me preguntó qué estaba haciendo así que ese fue solo un saludo, pero me brindó el cierre que yo necesitaba. Como ves, en un sentido, siempre he necesitado de este tipo de rituales como una forma de mostrar mi gratitud y para decirle adiós a los personajes y así pasar páginas para moverme hacia el próximo libro

-Es sabido que sus obras previas están influenciadas por sus experiencias personales, ¿qué parte de Alma Cruz, la protagonista de este nuevo libro, refleja a Julia Álvarez?

Creo que muchos de mis personajes, incluyendo a Alma, reflejan mi DNA imaginativo ¡así que desde luego que hay similitudes! Como mencioné arriba, yo también soy una escritora envejeciente y me he reconciliado con el hecho de que no tengo demasiados años por delante para contar las historias que me persiguen. Cuando era una escritora joven me prometía a mí misma que algún día escribiría esas historias. Pero con el tiempo y la energía y la salud en declive veo que no seré capaz de cumplir esa promesa. ¿Cómo hacer las paces con eso? Pues es en este cementerio ficticio en el que Julia Álvarez puede enterrar esas historias sin terminar y a mismo tiempo resucitarlas en la forma de una novela completa. Me da una enorme satisfacción el haber podido crear un sitio final de descanso para ellas para que así mis lectores, como Filomena, puedan escuchar sus voces y que incluso uno de mis personajes les inspire a leer, como Pepito, para empuñar la pluma y escribir esa historia. Tal como las historias orales, las historias escritas también son para transmitir y conectar.


-¿Quién es su personaje favorito en la historia y por qué? 

Los 'Anónimos', a quien dedico la novela. Cuando me refiero a 'Anónimos' quiero decir todas las personas, voces, manos, historias 'invisibles' que dieron empuje a la causa de la historia de la historia o del arte o de la agricultura: están ahí, en cada campo pero nunca se les otorga el crédito necesario, nunca se levanta una estatua en su honor, nunca ocupan el personaje central en una novela. [Son] las Filomenas, las Perlas, los Bicháns, los Pepitos del relato. Estos personajes anónimos vivieron vidas muy ricas, pero sus historias permanecen sin contar. Hay un poema maravilloso de Gwendolyn Brooks [llamado] Behind the Scenes donde habla de ellos, es poderosísimo. Lo he copiado:

"Cuando veo a un Presidente, veo a un Vicepresidente,

a un Secretario de Estado

o un azulejo resplandeciente,

al lado de esas columnas blancas,

pienso para mí misma: "Alguien llegó ahí temprano,

y barrió y fregó; alguien sacudió el polvo".

Antes de que el Presidente viniera,

alguien lustró sus zapatos,

El collar no demasiado tieso de su camisa

no se logró pro sí solo.

En los controles invisibles

alguien de rodillas débiles, enfermo

o poderosa mujer u hombre".

Esos seres pequeños exhaustos de trabajar, frecuentemente mal pagados, ninguneados mujeres y hombres son los controles invisibles, ¡ellos son mis personas favoritas en el relato y en la vida real también!

<p>Bill Eichner</p>

Bill Eichner

-¿Qué está leyendo y escuchando por estos días?

Recientemente he descubierto más y más trabajos de novelistas contemporáneos de mi lado del mundo. Muchos de ellos me han sido accesibles gracias a sus excelentes traducciones al inglés —aunque leo en castellano es más laborioso para mí así que a falta de tiempo prefiero apoyarme en las traducciones. ¿Podemos tomar un momento para agradecer profundamente a los traductores? Como los 'Anónimos' de mi respuesta previa, ¡hacen un trabajo increíble y sus nombres quedan frecuentemente escondidos bajo la letra chiquita en la página de los créditos! Me he sentido impulsada a leer todo aquello que caiga en mis manos de la escritora argentina Claudia Piñéiro, cuya traductora al inglés, Frances Riddle, posee una forma intuitiva de sentir la prosa de la autora —Elena Knows es mi libro favorito de Piñéiro, aunque todos son verdaderamente fantásticos—. También recientemente leí la obra maestra Reinbou, de Pedro Cabiyo., traducido de manera hermosa por Jessica Powell. Mi prima me regaló el libro en español, que quiero leer próximamente porque quiero más de él, quiero quedarme entre sus tapas 'para siempre'. También volví a leer Pedro Páramo de Juan Rulfo, en una traducción excelente de Douglas J. Weatherford.

En cuanto a podcasts no musicales quiero hacer mención de uno maravilloso: Hablemos Escritoras, el cual descubrí cuando mi amiga, la traductora Liliana Valenzuela, me entrevistó para un episodio reciente de El Cementerio de Cuentos Sin Contar.

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-¿Qué historia le falta por contar? 

¡Demasiadas! Como Chaucer dijo alguna vez: 'La vida es tan corta, el quehacer tan largo de aprender'. ¡Hay tan poco tiempo, tanto que aprender y anotar! Actualmente me encuentro finalizando Visitations, una colección de poemas, y cuando eso esté terminado, quiero tornar mi atención a una nueva novela. Me permitiré el placer del descubrimiento y el lubricante de la necesidad de escribir y entonces ese borrador también acabará enterrado e inconcluso en El cementerio de los cuentos sin contar.


Julia Álvarez nació en Nueva York y creció en la República Dominicana, pero regresó con su familia a los Estados Unidos en 1960, a la edad de diez años. Es autora de seis novelas, tres libros de no ficción, tres colecciones de poesía y once libros para niños y jóvenes. Ha enseñado y asesorado a escritores en escuelas y comunidades de todo Estados Unidos y, hasta su jubilación en 2016, fue escritora residente en Middlebury College.

Su obra incluye las novelas De cómo las muchachas García perdieron el acento; Salvando el mundo y las colecciones de poemas Homecoming y The Other Side/ El Otro Lado”.