Kany García: su papá era cura, ella se enamoró de una mujer y su música aterriza hoy en el Luna Park

La cantante puertorriqueña lleva a su padre a cada show con su amuleto: un escapulario que era de él
La cantante puertorriqueña lleva a su padre a cada show con su amuleto: un escapulario que era de él

En algún rincón del mundo, alguien siente que su sexualidad y su fe están en guerra. Le da miedo ser. Le duele. Pero de pronto una radio reproduce una canción que tiene la receta justa para sanar; como si sus versos estuvieran hechos de los ingredientes necesarios para unir esas dos orillas. “Bailemos un blues por todo aquel al que el miedo le ha ganado / ¿A quién se lo ocurrió que era pecado estar enamorado?”, canta la artista puertorriqueña Kany García, que este viernes 26 de mayo se presenta en el Luna Park, en un show que es una especie de cóctel entre la alegría, la reflexión y la sanación.

-¿Cómo te preparás para este concierto?

-Con la Argentina tengo una relación bien personal, porque es el lugar donde más amistades tengo, fuera de Puerto Rico, y también porque hay muchas cosas del país que me fascinan. Además, no es que el público argentino sea exigente, pero es un público hambriento, que siempre quiere más y más y más de ti. Eso hace que sea el show más largo que hago. Me río mucho con mis músicos porque me he preparado más para este show que para otros que hago para muchas más personas. De hecho, por ejemplo, los últimos shows los hice sin el pianista porque no podía estar, pero le dije: “Tienes que hacer lo que sea para viajar de Atlanta hasta Buenos Aires”, y esta martes voló para acá, porque así de importante es para mí siempre el show de la Argentina. Mucho de eso tiene que ver con el amor que le tengo al país y con que la diversidad que tienen en su historia musical hace que para nosotros, viniendo de una isla tan distante, sean un gran referente.

-De hecho, va a ser la primera vez que cantes “Fuera de servicio”, el single que sacaste este jueves, ¿qué historia contás con esta canción?

-Últimamente, he tenido personas en mi vida que estaban pasando por cosas por las que no me contestaban, o decían “no estoy bien, “no tengo ganas de salir”, y uno sigue insistiendo. Yo soy muy de querer sacar a la gente del hoyo y, si alguien no está bien, darle cuidado; muy mamá gallina, decimos nosotros. De ahí viene la frase “Fuera de servicio”, de empezar a entender que la gente también necesita ese respeto. Entonces, la hago como si fuera protagonista, pero es una canción que me la canto a mí desde un ángulo muy de tercera.

En este afán por cuidar a otros, Kany García también se convirtió en la imagen visible de una realidad que para muchos se vive en secreto. Después de haberse separado de una relación de más de diez años con su exmarido, esta puertorriqueña se enamoró de su personal trainer, Jocelyn Troche. Entonces, en febrero de 2016, cuando tenía 33 años, se vistió de valentía y asistió a una gala benéfica de la Fundación Maestro Cares, de Marc Anthony, en Nueva York, junto a ella.

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Así hizo testigo al mundo de quién era la mujer de la que estaba enamorada. Algo que quizás no debería ser noticia, pero lo es. En un posteo que subió a Instagram para dejar aún más claro quién era su acompañante aquella noche escribió: “Que momento tan perfecto para abrir mi corazón y mostrarme tal cual soy siendo el fin de semana de enamorados. El amor siempre triunfa, siempre libera y siempre transforma. Hoy quiero dejar mis miedos a un lado y encarar mi verdad. Es así que les comparto una foto bien especial con esta mujer extraordinaria que me ha robado el corazón, que me hace feliz y que suma a mi vida. Porque creo que lo bueno no se esconde sino que se comparte. Porque si algo no sufre de pecado es el amor y porque al final del camino quiero mirarme de frente y abrazarme sabiendo que en mi vida siempre me fui fiel. Es así que les comparto mi plenitud. Cuando se habla con amor y con verdad solo cosas buenas pueden pasar”.

-En ese momento, salvo por Sandra Mihanovich, no se sabía casi de ninguna cantante que estuviera en pareja otra mujer, ¿tuviste miedo?

-Uy, sí, ¡fue horrible! Ya estaba decidida, estaba muy clara mi decisión, pero no por eso el miedo no estaba, sino que tenía que convivir con él. Y sí, físicamente estaba mal, ya el día antes me descompuse, estaba mal del estómago. Habíamos decidido lanzar la foto con el escrito, pero esa noche, atrevidamente, dije: “Hoy vamos a un primer evento como pareja, vamos a hacer la alfombra las dos juntas”. La verdad es que me tiré así como “ya, de una”, pero fue bien difícil. De hecho, yo no le di a send para subir la foto en Instagram, tuvo que hacerlo mi actual esposa. Esa noche, estaba con ella y una pareja de amigos, me tomé dos tragos de vodka, y le dije: “Ahora sí estoy lista, toma, aquí está el celular”. Fue bien bonito, porque hubo mucha complicidad con mis amigos. Una de las cosas que yo he aprendido es que no importa si tu familia te apoya o no, es importante tener un círculo de apoyo, que no tiene que ser de raíces de sangre, sino de raíces emocionales. Sin eso, todo es complicado.

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-¿Cómo vivís todo eso con ella?

-Siendo figura pública empecé a darme cuenta de que lo que iba haciendo tenía un efecto ya no en mí, sino en la gente que me escribía. Lo que hacía movía un colectivo bien grande y a un montón de personas que la estaban pasando mal porque amaban a Dios, pero también, a una mujer o a un hombre, o se identificaban de formas diferentes. Nos dimos cuenta de que lo nuestro era mucho más poderoso y uso a mi pareja de ejemplo porque, juntas, cada que subíamos una foto o lo que sea, normalizábamos y visibilizábamos un montón de cosas que eran mayores a nosotras mismas.

-¿Qué aprendiste o en qué te transformaron este tipo de vivencias?

-Ay, bendito. Me dio una sensibilidad brutal ante el dolor, la injusticia… Y de verdad, si volviera o creyera que vienen otras vidas, me encantaría lo mismo: volver a ser mujer y volver a estar en este colectivo, porque esa cosa de vivir la injusticia a flor de piel y de tener la oportunidad de tener un micrófono me parece una combinación realmente fascinante.

-Has hablado en muchas entrevistas de la charla que tuviste cuando le contaste de tu sexualidad a tu mamá y a tu papá, que había sido sacerdote, ¿pero qué sentiste?

-Quizás cuando uno ya digirió algo, lo cuenta sin la emotividad de lo que pasó, pero fue bien duro. No sé si soy una atrevida, pero yo grabé esa conversación porque quería saber cómo iba a hacer la reacción de mi mamá y mi papá, y sabía que yo iba a estar en un estado de shock que no iba a poder digerir las palabras como merecían. Creo que uno va suavizando la historia, pero ese día mi mamá no podía ni hablar; lloraba y decía: “Lo que tu papá dice, lo que tu papá dice”, porque ella no podía, no tenía las herramientas, pero para mí fue liberador y sanador la insistencia con la que mi papá me hacía que lo mirara a los ojos cuando le hablaba. Me decía: “Mirame a los ojos, que quiero decirte que para mí eres la misma y haré lo que tenga que hacer para ayudarte y estar”. La verdad es que yo tampoco podía hablar. Soy una mujer de muchas palabras y creo que fue la primera vez en mi vida que me dejan sin poder decir nada y, como al hablar de la canción “Fuera de servicio”, dije que soy muy protectora, también soy de dejarme querer poco. Entonces, siempre estoy para el otro y, no es que se me haga raro, pero sí me cuesta que me carguen, y esa vez fue la que más necesitaba que me cargaran y la que más acogida me sentí. Eso cambia todo, pero no es la historia real de la mayoría del colectivo ni la que me cuentan en las cartas que recibo.

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-Tu papá dejó de ser cura cuando se enamoró de tu mamá, pero siempre ha estado ligado a la Iglesia, ¿cómo convivieron en tu vida la fe y la sexualidad en esos primeros momentos en los que descubriste tu orientación?

-La imagen de Jesús que nos enseñaron en casa es la de un Jesús que ama, perdona, no juzga y te quiere por quién eres; y mi papá fue siempre de la imagen de una Iglesia cercana, que no es la Iglesia que tristemente hemos conocido en los últimos años. Entonces, me la hizo muy fácil. Él se reflejaba mucho en la relación que tuvo con sus padres y lo difícil que fue para él decirles que tenían que romper la idea que ellos tenían de que él siguiera siendo cura. Entonces, me decía: “Qué bueno que tengo la posibilidad de enmendar eso que mis padres no pudieron hacer conmigo”. Y es muy gracioso que el otro día, por ejemplo, estaba en un avión y un chico se me acerca y me dice: “Mira, quería decirte que me encanta tu música y te parecerá superextraño porque yo soy pastor”, y yo morí de la risa y le contesté: “Bueno, a ti te parecerá extraño que yo soy cristiana”. Es muy curioso que todavía no puedan existir puentes entre el cristianismo y la orientación, a quién amamos. Creo que es un camino muy largo, pero con mi esposa ha sido maravilloso sentir que podemos llevar las dos cosas al mismo tiempo.

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Cada vez que Kany García sale al escenario una parte de su padre se sube con ella, no solo por la emotividad que brota de los versos de “Confieso”, la canción que le dedicó cuando él murió, en 2017, sino porque esta cantante lleva, casi como un amuleto, su escapulario: una prenda que usan los religiosos sobre los hombros, y que cuelga por delante y por detrás. Este es hoy uno de los recuerdo más grandes que tiene de él.

-¿Cómo fue el día en que te lo dio?

-Yo soñaba que me lo dejara. Mi papá fue carmelita; entonces, siempre tenía ese escapulario. Cuando tuvo cáncer, en sus últimos días, estábamos en el hospital y vinieron a buscarlo para hacer unos rayos X. Como no podía tener la cadena puesta, me la dio. Fue un día antes del Día de los Padres, recuerdo. En la mañana, lo dieron de alta. Obviamente, cuando la gente está mal, ya en sus últimos días, siempre están entrando y saliendo del hospital. Dije: “Qué bueno, podemos celebrar el Día de los Padres”. Llegamos a casa y le entregué su cadena, pero me dijo: “No, quiero que la tengas tú, a ti te va a hacer más falta que a mí”. Me quedé sin palabras, otra vez. Siempre fue el único que me provocaba eso. Desde ahí, la tuve yo. Recuerdo que, cuando falleció, todos mis hermanos se preguntaban quién se iba a quedar con la cadena. Mi hermano entendía que era él porque era el primogénito. No dije que ya la tenía yo hasta que en una foto se dieron cuenta, y ahí entendieron que me la dejó a mí.

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-¿A qué sentís que estás llamada?

-(Se toma un tiempo para pensar) A unir. Absolutamente, a unir a la gente de alguna u otra forma: por medio de la educación, en las habladas antes de las canciones, por medio de la música y de todo lo que hago.

-Tanto en tu manera de hacer música más allá de los géneros, como en tu vida, sos una persona muy libre, ¿qué es para vos la libertad?

-Es la carencia total y absoluta del miedo, porque el miedo es una prisión espantosa, pero la libertad es lo contrario: es que no exista ninguna pared.

Y entonces propone un camino para plantarse ante ese terror que aún viven algunos: “Bailemos un blues por todo aquel al que el miedo le ha ganado”.