Karlovy Vary: de la emoción de Benicio Del Toro a la consagración de un director “fanático” de Moria Casán
KARLOVY VARY - En una noche de fuerte presencia para el cine de habla hispana, el drama canadiense-iraní Tabestan Ba Omid (Summer with Hope), de la directora iraní Sadaf Foroughi obtuvo los 25mil dólares que incluyen el ganar el Globo de Cristal a la mejor película en la 56 edición del Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary. El premio, de manos de un jurado que integraron -entre otros- el productor argentino Benjamin Domenech-, volvió a reconocer el talento de la cinematografía que renovó a comienzos de los 90 el cine de autor y tuvo en la figura de Abbas Kiarostami a uno de los grandes realizadores de la historia del cine mundial.
Pero si algo tuvo esa noche lluviosa y fría en pleno verano en el Gran Hotel Thermal que no omitió una glamorosa alfombra roja, fue la coronación del cine español, que ganó dos importantes galardones: por un lado el premio especial del jurado de la Competencia Oficial para Jonás Trueba por su Teneís que venir a verla, un retrato sensible e intimista de la crisis generacional de los jóvenes de treinta años, y en la misma categoría de la nueva sección competitiva denominada Próxima, el premio especial del jurado para el film La piedad, de Eduardo Casanova, realizado en coproducción con la Argentina.
“Me disculpo por no hablar inglés pero puede ser divertido. Voy a dejar esto, un segundo”, dijo Casanova mientras depositaba el premio en el escenario para buscar un papel escrito en inglés y agregar: “Hacer películas es dificil pero hacer películas personales es mucho más dificil”, señalando sobre las marcas autobiográficas presentes en el film protagonizado por Ángela Molina para luego dedicar el premio a quienes sostienen la diversidad sexual. “Mis últimas palabras van a ser en español, gracias a toda la gente que le gusta y sigue mi trabajo en España, viva el cine español, viva España y vivan los derechos LGBTQ+”, cerró. El gran premio de esta competencia fue para Art Talent Show, de Adela Komrzý y Tomás Bojar, quienes refirieron en sus palabras a la guerra de Ucrania y la tragedia vivida en Mariupol. El jurado Próxima también entregó una mención especial para el film Stric (The Uncle), coproducción croata-serbia dirigida por David Kapac y Andrija Mardesic.
La ceremonia continuó con el tradicional in memoriam que se inició con Jacques Perrín en un momento de la inolvidable Cinema Paradiso y la música compuesta por Ennio Morricone acompañó las imágenes de, entre otros, Dean Stockwell, Peter Bogdanovich, Lina Wertmüller, Ivan Reitman, Mónica Vitti, Vangelis, Jean-Paul Belmondo, Jean-Louis Trintignant, junto a créditos locales como el actor Viktor Brabec, el animador Vladimir Malik, el realizador Dusan Klein, o el actor Josef Abrham junto a la recordada directora del festival, Eva Zaoralová, cuyo recuerdo hizo emocionar al conductor de la noche Marek Eben, casi hasta las lágrimas.
Uno de los grandes momentos de la noche fue cuando Benicio Del Toro, ganador del Oscar a mejor actor de reparto por Traffic, se hizo presente en el escenario del Thermal fundiéndose en un abrazo con el presidente del certamen y colega Jiri Bartoska para retirar el Festival President’s Award, que no es otra cosa que un hermoso Globo de Cristal que distingue su trayectoria. “ No se por qué estoy aquí, quizás casualidad, quizás talento, quizás perseverancia. Mucha gente creyó en mi más de lo que yo creía en mí mismo muchas veces ”, comenzó agradeciendo, sin ocultar su emoción, el actor nacido en Puerto Rico para de inmediato homenajear al recientemente fallecido James Caan y señalarlo como “fue una gran influencia en este largo camino”.
Del Toro también se refirió a la guerra de Ucrania tal como fue el denominador común de la noche dados los 1500 kilómetros que separaban a la fiesta que continuaría en el imperial Gran Hotel Pupp con Kiev, la capital ucraniana asediada por el drama del conflicto bélico. “ Estamos aquí para celebrar el trabajo de otros y estamos en un país muy próximo geográficamente a una guerra. Se que este festival es solidario con la gente de Ucrania y es importante que Karlovy Vary así lo sea. Pero también que les ofrezcan la oportunidad de celebrar la vida. Para mi es un honor tener este premio entre mis manos pero también es una enorme responsabilidad ”, concluyó del Toro.
La ceremonia incluyó momentos festivos, como cuando a una de las actrices georgianas ganadoras del premio por A room of my own le cantaron el “Happy Birthday”; o divertidos cuando Marek Eben se perdió en el guion de la ceremonia y no hizo nada por ocultarlo. Pero más allá de las competencias y las distinciones, la histriónica figura del gran Geoffrey Rush dominó con su presencia las alternativas de la 56 edición del festival y se quedó con el más importante momento de la noche. Así al levantar su premio por “su contribución artística al cine mundial”, el actor australiano ganador del Oscar por Claroscuro, recordó que aún cuando no sabía que iba a ser actor, su primera experiencia teatral en la universidad fue con una obra escrita por Karel Capek, y que en la cinemateca conoció las películas de Milos Forman, en París al eminente actor checo Boleslav Polivka, y que su primera película internacional fue filmada en los estudios de Barrandov.
“Ja mluvi cesky” (”Yo hablo checo”), dijo Rush, y despertó una ovación entre los presentes, añadiendo que en aquellos años de rodaje en chequia estaba Vaclav Havel en el poder. “Me impresionó porque en mi país nunca tuve un primer ministro que fuera activista de los derechos humanos y asimismo escritor”, dijo obteniendo nuevamente un aplauso de pie del imenso auditorio. El acto dio paso a la película de George Miller Tres mil años esperándote, con la cual de la mano de Tilda Swinton, el también director de películas icónicas del cine como Mad Max, Las brujas de Eastwick, Babe el chanchito valiente y Happy Feet fusiona los elementos fantásticos con un imaginario visual que ya es marca registrada de su universo de fantasía.
Así llegó a su fin un festival que buscó recuperar la mística del cine de 2019, cuando la pandemia del Covid aún no era una realidad, apostando todo por la presencia en salas aunque anunciando el surgimiento de una poderosa plataforma junto al sello Aerofilm que proporcionará películas de autor en el universo streaming para Republica Checa y Eslovaquia; también hubo apuestas por el futuro del cine con Future Frames, el programa que presentó a 10 talentos europeos emergentes con una organización local gestionada por el Czech Film Center junto a los institutos de cine de toda europa; o cuando la Asociación Checa de Cine y Televisión FITES y la Asociación de Camarógrafos checos hicieron su presentación sustentada en los márgenes productivos entre el trabajo del campo documental y la ficción.
De las pocas fiestas o encuentros relevantes, el film checo Borders of Love hizo lo propio con música y vino moravo al aire libre hasta bien entrada la madrugada, aunque sin saber todavía que iban a ganar el premio Fipresci de la crítica internacional. Otras películas de relieve, como la española Ramona, o la coproducción alemana-israelí America de Ofir Raul Graizer, si bien se fueron con las manos vacías, dejaron un buen recuerdo entre la crítica acreditada. El festival de cine más importante de europa central concluyó así otra edición que, pese a sus gigantescas dimensiones, dejó la posibilidad de saludar mano a mano a Geoffrey Rush o conversar con el legendario actor checo Bolislav Polivka, el otro gran premiado a la trayectoria de la noche, que al escuchar “Argentina” dice: “Que maravilla, hermosos recuerdos de un gran actor que fue un gran amigo mío, Héctor Malamud”. Grande, pero a fin de cuentas, como aquellos románticos del ‘68, el festival legendario de Europa central continúa siendo “con rostro humano”, aunque de cara al incierto futuro del cine.
Eduardo Casanova: el realizador español que llegó a la Argentina de la mano de Moria Casán
El director de la controvertida película La Piedad, que estelariza la gran Angela Molina, es la coproducción argentino-española que le permitió a nuestro cine acercarse al palmarés de la 56 edición del Festival de Cine de Karlovy Vary. Casanova, conocido por el gran público por su papel de Fidel Martínez en la serie Aída coniguió así quedarse con el premio especial del jurado de la nueva competencia denominada Próxima, destinada a talentos emergentes de todo el mundo. El director, con el trofeo en la mano a minutos de culminada la ceremonia oficial, dialogó en exclusiva con LA NACION: “ A mí me cuesta mucho ver la realidad a través de mis ojos, porque me parece horrible y me aburre profundamente. Me parece mucha mejor propuesta ver la realidad a través de una cámara. Lo importante es proponer una realidad diferente a este mundo que, poco a poco, se muere de una forma, además, muy ordinaria ”, confió.
-¿Cómo llega tu vínculo con la Argentina?
-Yo estaba trabajando en Montevideo impartiendo un taller de dirección. Sonó mi teléfono movil y alguien dijo: “¿Sos Eduardo? Soy Moria Casán”. Amaba a Moria de toda la vida, para mi Moria es un referente. “Sabemos que estás en Montevideo, vimos tu película Pieles, vení a Buenos Aires que te queremos invitar a cenar Sofia y yo y conocerte” . Cuando llegué a Buenos Aires, me encontré con un amigo que me dijo que estaba tomando Rivotril, la misma medicación que estaba tomando yo. En ese momento sentí que Buenos Aires, Argentina y yo -de alguna forma- estábamos conectados
-¿Y eso tuvo que ver con el trabajo de coproducción de la película?
-Ya sabes como son las energías, donde te enamoras siempre nacen las flores. Donde focalizas, donde pones el deseo. Amo al pueblo argentino y sobre todo amo su talento. Mis directores de arte son argentinos, son los mejores del mundo y el diseño de producción que hago es muy complejo. Les amo con locura, ahora están trabajando en España. La coproductora argentina Flor Franco y Jimena, son maravillosas, el actor argentino que tenemos, el sonido. Quisiera trabajar muchísimo en la Argentina y quisiera que le fuese mejor, ojalá a Dios se lo pido aunque no soy creyente. Y el talento que hay allí tenga pilares suficientemente fuertes para crecer como se merece. Lo pienso y lo quiero de verdad.
-La piedad es muy impactante visualmente, y se mezclan dos inevitables referencias de la gran tradición del cine español como son Almodovar y Buñuel...
-Los amo y respeto profundamente. Honestamente cuando estoy creando intento no ver muchas cosas porque, inevitablemente como está todo hecho, acabas repitiendo una cosa ya hecha. Aunque no lo parezca, mi mayor placer es la realidad, el ser humano. Eso es lo que a mí me inspira. Con el paso del tiempo al final he acabado creando como un sello propio que me define que, evidentemente, es una mezcla de todos mis referentes y están Buñuel y Pedro pero también estan Cronenberg, Lynch, Todd Solondz. En estas alturas del mundo todos somos una mezcla de muchas cosas.
-¿Y como llegó Angela Molina a la película?
-Es una leyenda (dice Casanova, remarcando la Y, de manera argentina). Es el cine español, es el cine europeo. Trabajar con Angela Molina es lo más fácil del mundo y eso es, exactamente, lo que define a una estrella. Mas que tu dirigirla a ella, ella te dirige a ti. Tu contratas a Angela Molina, la productora le paga y, realmente, nos da a todos una master-class de como se debe hacer cine. Aparte de que se ha convertido como en mi segunda madre y enseñado profundamente como se debe trabajar y como se debe vivir. Para mi es un lujo y un privilegio y además me hacía muchísima ilusión, a veces parece que a los directores jóvenes nos cuesta fijarnos en esas leyendas y esas estrellas saben más que todos nosotros. Se las saben todas.
-Tu película ha creado una divisoria de aguas, con gente que la ama y otros que la odian por igual. ¿Que les podrias decir a aquellos que no les gusta?
-Respeto profundamente al ser humano. El ser humano vive en contradicción contínua. Vive con el odio adentro, con la bondad, con la maldad. El ser humano es complejo, contradictorio, patológico por naturaleza. Mientras la crítica que me hagan sea vehemente, provocadora e incluso un poco insultante, siempre la tolerare bien. Este premio significa mucho para mi porque hemos trabajado mucho para hacerla y sacarla adelante. Es dificil hacer películas de autor en este momento donde todo esta capitalizado por otras películas maravillosas, que son de Marvel o del sistema, entonces levantar películas así es muy complicado. Sobre todo es muy complicado a nivel emocional contar historias personales. Cuando lo consigues no solamente sientes un triunfo profesional sino personal y este proceso catárquico te ayuda a superar y entender muchas partes de mi vida.