No baila en el podio, ni sobreactúa en sus gestos la vehemencia de la música. No hace muecas ni movimientos exagerados. Por el contrario, todo es precisión y elegancia, austeridad y mesura en la marcación de este joven finlandés que se proyecta como el heredero de las grandes batutas.

Su nombre es Klaus Mäkelä. Con solo 28 años y una carrera meteórica, ostenta la titularidad de algunos de los puestos más codiciados del mundo. Obtuvo su primera posición estable a los 21 años al frente de la Sinfónica de la Radio sueca y hoy ya acumula cuatro cargos de primera línea internacionales: es director principal de la Filarmónica de Oslo desde 2020, director musical de la Orquesta de París desde 2021, partner artístico y titular de la prestigiosa Orquesta Real del Concertgebouw de Ámsterdam desde 2022 y, desde abril, director principal de la Sinfónica de Chicago (uno de los organismos más antiguos de los Estados Unidos). Fue anunciado para suceder a Riccardo Muti, para tomar la posta y continuar la labor de una estirpe de maestros ilustres, todos leyendas de la dirección: Daniel Barenboim, Georg Solti, Rafael Kubelik, Bernard Haitink y Pierre Boulez, entre otros.

Nacido en Helsinki en 1996, en el seno de una reconocida familia musical (abuelo violinista, padre violonchelista, madre pianista y hermana bailarina de ballet), Mäkelä comenzó a dar muestras tempranas de su excepcional y completo talento para la música, primero como integrante del coro de niños de la Ópera Nacional de Finlandia a los 7, luego como solista de violonchelo y como músico de cámara en los festivales del verano europeo, y finalmente distinguiéndose por su visión y liderazgo en la cátedra de dirección del famoso Jorma Panula (93), toda una institución en la materia en la Academia Sibelius (uno de los más importantes conservatorios del Viejo Mundo), mentor de grandes batutas como las de Esa-Pekka Salonen y Jukka-Pekka Saraste.

“Menos, menos, menos”

De su maestro incorporó el perfeccionismo, el control y el estilo sobrio con el que logra tanto poderosos como delicados climas y una variedad de efectos, tensiones, colores y contrastes, lirismo y drama en los ensambles que lidera. Concisión y exactitud en lugar de un vano histrionismo. Cuenta Mäkelä en el film de Bruno Monsaingeon (el documentalista francés que ha retratado a músicos célebres del siglo XX como Glenn Gould, Sviatoslav Richter y Yehudi Menuhin, y traza ahora una biografía del fenómeno finlandés en su reciente película Klaus Mäkelä: vers la flamme), que la técnica del profesor consistía básicamente en el mantra de la austeridad que representa su credo en la dirección: “Menos, menos, menos.”

De esa escuela contraria al show y la demagogia proviene este director escandinavo de figura esbelta y expresión profunda y reconcentrada, elegido para romper otro récord del business: la firma de un contrato como artista exclusivo del casi centenario sello Decca Classics, convirtiéndose en el primer director en exclusividad en más de cuatro décadas, y grabando con la discográfica inglesa la prolífica lista de cinco álbumes: el ciclo completo de las sinfonías de Jean Sibelius; dos discos dedicados a los ballets rusos, con música de Stravinsky y Debussy; las sinfonías de Shostakovich, y los conciertos para violín de Prokofiev y Sibelius.

Como nota de color entre sus próximos compromisos: el Festival de Verbier en Suiza donde se presentará como solista de violonchelo en el Triple Concierto de Beethoven bajo las órdenes de Simon Rattle; y en la fecha siguiente, como director del Concierto para piano nº 4, de Rachmaninov, dirigiendo a quien hasta hace poco fuera su pareja, la brillante pianista china Yuja Wang (37), con quien conformó a pesar de la diferencia de edad una de las duplas más atractivas del ambiente.

Opus Klassik a la mejor batuta

No es sorpresa entonces que días atrás se anunciara que en el mes octubre de este año, Klaus Mäkelä recibirá con una gala en la ciudad de Berlín, el galardón más importante para la música en Alemania: el premio Opus Klassik 2024 al “mejor director de orquesta”. A cargo de un jurado integrado por los directivos de las grandes discográficas, las casas editoras de partituras y otros referentes de prestigio, la distinción refleja la valoración de la industria clásica a través de un reconocimiento que busca honrar los más elevados logros de la música clásica en la actualidad.

Dicen quienes lo han visto dirigir a Klaus Mäkelä, dicen que con su silueta longilínea y sus coreografías de imperceptibles movimientos es capaz de llenar la sala de conciertos con un tipo de electricidad y emoción que solo han logrado las leyendas más carismáticas e inspiradas de la historia. Todo el futuro por delante para este prodigio de la batuta frente al que el mundo hace silencio para escuchar su música.