"La edad sí importa": el cliché que Sigourney Weaver no ha sufrido en carne propia pero existe para la mayoría de las actrices
En una entrevista publicada recientemente por la revista SModa de El País, la espectacular actriz Sigourney Weaver afirmó nunca haberse sentido discriminada por la edad. A sus 71 años, dijo que eso de que las actrices no trabajan después de los 40 no es más que un cliché.
La razón de su reciente presencia en medios es su aparición en la serie francesa Call My Agent, disponible en Netflix, donde se interpreta a sí misma con total plenitud. La actriz, quien indudablemente es un icono de Hollywood no solo por encarnar a la valiente teniente Ripley de Alien, sino por muchas otras interpretaciones y sentido del humor, aceptó -por primera vez sin leer el guión- participar en esta serie.
Entre los planteamientos que se hacen en la entrevista se insiste en el tema etario sobre el cual Weaver revela que, en primer lugar, los avances en materia de salud permiten que las personas de su edad estén en buena forma y luego, aunque nunca se ha sentido discriminada por su edad, afirma que es posible que esto se deba a que nunca fue vista como una actriz de películas románticas.
Es inevitable preguntarse entonces si la base de la discriminación por edad en Hollywood tiene que ver con el amor y el romance, o si responde a los parámetros arcaicos de una industria cinematográfica que se niega a evolucionar como sí lo está haciendo el ámbito de los seriados.
Mucha tela que cortar da este asunto sobre el cual reposa el pesado secreto a voces de las dificultades que afrontan las actrices mayores de 40 para obtener papeles protagónicos, y aunque existan gratas excepciones, como es el caso de Sigourney o de la bellísima Charlize Theron, quien aseguró en 2016 que este “cliché” era un problema con el que a ella no le ha tocado lidiar, son muchas las actrices que sí se han manifestado al respecto y que, afortunadamente, han tomado acciones.
Aglaia Berlutti, escritora pop dedicada a temas de la mujer, recuerda que gran cantidad de actrices han tenido que tomar el control productivo de su carrera porque después de los 40 no las contratan.
“Un buen ejemplo es Reese Witherspoon, quien creó su propia productora porque dejaron de contratarla o la contrataban como la mamá de alguien. Y resulta que lo mejor de Witherspoon llegó cuando ella misma se encargó de su carrera. Algo que también le ocurrió a Nicole Kidman, que se reinventó y ahora está haciendo extraordinarios papeles en series de televisión porque en cine se redujeron las posibilidades sobre lo que podía interpretar. Otro ejemplo es Meryl Streep, quien creó un laboratorio para guionistas mujeres mayores de 40 porque en ninguna parte tenían cabida, lo que nos demuestra que no se trata exclusivamente del aspecto físico.
“Otro ejemplo que no debemos dejar por fuera es el de Maggie Gyllenhaal, cuando contó a la revista The Wrap que a sus 37 años hizo una audición para el papel de la amante de un hombre de 55 y le dijeron que ella era muy vieja. Gyllenhaal dijo estar profundamente ofendida porque no estaban hablando únicamente de su aspecto sino del hecho de ridiculizar a las mujeres porque siempre eran vistas como mujer objeto.
"Hay una idea sobre la vanidad también relacionada con la forma en que nos entendemos como percepción de la cultura. La cultura actual ignora la muerte, ignora la vejez, son temas tabú que se hablan de forma muy descafeinada y neutra y esto hace que sea realmente duro para las mujeres de la industria”.
El problema no está solo en quien produce, sino también en quien consume
El asunto no se trata de apreciaciones subjetivas. Existen estudios que demuestran científicamente que Hollywood no está interesado en intérpretes mayores de 30 años.
En 2016 los economistas Robert Fleck y Andrew Hanssen llevaron a cabo una investigación publicada en Business Insider que analizó edad y sexo de papeles protagónicos en el cine estadounidense desde 1920 hasta la actualidad basándose en datos de IMDb, y arrojó que las mujeres tienen más trabajo hasta los 30 años, y aunque en el tiempo se observa un alza en el promedio hasta los 32 años, a partir de esa edad el número de papeles baja considerablemente.
Asimismo, AARP, organización sin fines de lucro dedicada a generar información y atender necesidades de personas mayores de 50 años, publicó una nota sobre el estudio "Frail, Frumpy and Forgotten: A Report on the Movie Roles of Women of Age" (Frágiles, desaliñadas y olvidadas: un estudio sobre los papeles cinematográficos para las mujeres mayores) llevado a cabo por la fundación Geena Davis Institute on Gender in Media, liderada por la actriz.
Esta investigación es la primera que analiza cómo son representadas las mujeres mayores de 50 años en las 30 películas más taquilleras del 2019 en Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Alemania. Los resultados, por supuesto, son desalentadores.
Aunque se determinó que los hombres también son estereotipados, no lo son en igual medida que las mujeres, las cuales “tienen una probabilidad cuatro veces mayor de ser retratadas como seniles o desaliñadas; tienen el doble de probabilidades de ser representadas como poco atractivas u obesas; y tienen casi el doble de probabilidades de sentirse insultadas por estereotipos de discriminación por edad de todo tipo”, entre otras sutilezas.
Sorprende también que esto no se trata solamente de las decisiones de quienes lideran la industria, sino que el público también genera una presión importante que, en muchas ocasiones es hasta cruel. “Hay una gran cantidad de cosas que se relacionan con la forma en que la sociedad y la cultura pop entiende a la mujer. La mujer idealizada tiene que ser joven, muy accesible, y de alguna forma también coincidir con esa capacidad del cine para traducir las grandes pulsiones”.
Uno de los casos citados por Berlutti es el de Carrie Fisher quien, al regresar a la saga Star Wars, fue objeto de miles de comentarios en los cuales se le recomendaba inyectarse toxina botulínica, rebajar y ejercitarse, a lo que la actriz respondió que había hecho muchos intentos por mantenerse estéticamente bien, pero que no tenía que transformarse en una mujer joven porque en esencia no lo era.
Los hombres tampoco se salvan
“La percepción sobre la mujer es profunda y terriblemente limitada al objeto de la imaginación colectiva y al patriarcado, palabra que a la gente le molesta mucho porque se relaciona con que los hombres tienen la culpa de algo, y no, el patriarcado es un sistema creado para favorecer una parte de la población y resulta que este sistema afecta también a los hombres. A ellos se les exige ser cada vez viriles y lucir cada vez más jóvenes”, afirma Berlutti, quien agrega la anécdota de la discusión incómoda que se planteó en redes sociales con relación a la comparación entre Hugh Grant en ‘The Undoing’, y Edgar Ramírez, 17 menor que el británico y que lógicamente se veía más lozano.
“Hay un ensayo de A.O. Scott, crítico del cine, que habla de cifras patriarcales, arrojando que las mujeres son cada vez más jóvenes y los hombres usan más toxina botulínica y eso se nota en pantalla. Entonces, aunque ha cambiado el esquema de cómo importa la edad durante la última década, sigue siendo un criterio importante”.
El amor mayor es insoportable para la pantalla
Con su estudio, Geena Davis afirma no solamente que los personajes mayores de 50 años se representan con desagradables estereotipos, son humillados, tienen pocas líneas o minutos en pantalla, sino que se les limita en cuanto al amor romántico pues, aunque tienen las mismas probabilidades de tener relaciones amorosas no aparecerán en pantalla con escenas apasionadas y nunca serán tan gráficas como en el caso de los personajes jóvenes.
“Con frecuencia, la escena termina con un beso y no volvemos a ver a los personajes hasta la mañana después. Las películas no soportan ver a adultos mayores con vidas sexuales”.
Con esto coincide Juan Antonio González, periodista y crítico de cine, quien recuerda que con respecto a los papeles románticos para actrices de edad hay casos esporádicos como ‘Something's Gotta Give’, en la cual el personaje interpretado por Keanu Reeves se enamora de su suegra, interpretada por Diane Keaton. “También podríamos nombrar ‘Driving Miss Daisy’ donde hay un romance velado entre el conductor y la anciana, pero siento que son casos muy puntuales. En personas de edad la relación amorosa se da siempre desde el matiz melodramático, siempre desde una lectura que no es muy real”.
“Otro caso, y en contraposición a lo anterior, es lo que hizo Michael Haneke con ‘Amour’, que lleva la historia de amor entre dos ancianos al extremo, hasta lo último; el amor se convierte allí en una filosofía de vida y de muerte. Es muy extraño ver en el cine hollywoodense ese tipo de historias que lleven personajes de la tercera edad a una relación romántica total donde estén involucrados físico e intelecto; aunque es cierto que -por la presión que generan las redes sociales- Hollywood ha tenido que ajustarse y prescindir de algunas fórmulas para tratar de sortear estas críticas. Se están planteando películas románticas con visos de film filosófico o comedia inteligente, pero todavía falta mucho para llegar a plantearse relaciones de amor con la cercanía de la muerte”.
Berlutti advierte que la gran pregunta que sigue quedando en el aire es qué espera o qué necesita la cultura pop con respecto a lo que analizamos como la imagen cultural de la edad. “Se ven cada vez más iniciativas exitosas como ‘Grace and Frankie’, pero son excepciones. En realidad la edad sigue importando y mucho más de lo que debería”.
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