La xenofobia inconsciente de Galilea Montijo no solo ofende a Sebastián Rulli
Galilea Montijo es una figura pública de primera categoría. De hecho, y sin temor a equivocarse, puede decirse que la tapatía es la reina de la televisión matutina en México — lo sentimos, Andrea Legarreta— y que su opinión, su comentario, su anuencia, su atención a algún detalle, no pasa desapercibido y genera siempre eco en el público que la sigue.
Por eso es que, aún cuando lo haga con la mejor de las intenciones, Galilea tiene un efecto en las personas que trasciende incluso su consciencia y puede tener consecuencias, a veces incluso terribles.
Ya todos sabemos de la gresca que se armó entre ella y Sebastián Rulli, un colega con el que, al menos hasta ahora, había tenido una buena relación laboral y social. Para entrar en contexto, habría que entender que esta vez se trata de la presentadora la que cometió un error grave por sus implicaciones, y lo hizo prácticamente sin medir las consecuencias.
Partamos del hecho de que por un lado, Galilea —que es cónyuge de una figura política, por lo que ella misma ha dicho que prefiere abstenerse de emitir opiniones al respecto— está prácticamente defendiendo lo indefendible al tratar de justificar a sus compañeros Raúl Araiza (cuya influencia es equiparable a la de ella) y Lambda García, por haber roto la veda electoral, que se trata de una conducta ilegal por la que deberían ser penados, mínimo con una multa.
Tampoco pensó que descalificaba a Rulli por su nacionalidad de origen, haciéndolo frente a una cámara y micrófono: "Es como si yo hablara de política argentina". Quizá Galilea creyó que, al no estar ella informada sobre ese tema (o cualquier otro tema relacionado con la política, algo que ella ha recalcado en numerosas ocasiones, "no sé nada de política", "yo no sé de política, mis amores", "yo con mi esposo no hablo de política", etcétera), Rulli tampoco lo estaría y a la ligera descartó la indignación, adecuada y puntual de 'El Dragón', con los 'influencers' que violaron la ley.
Solo que aquí 'La Gali' olvidó un detalle que además es importantísimo: desde hace muchos años Sebastián es ciudadano mexicano naturalizado y tiene los mismos derechos que cualquier persona nacida en el territorio nacional como lo ampara la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, y que, por si fuera poco, ejerció su derecho y obligación de votar en las elecciones.
Es importante señalar que Rulli cumplió con un deber ciudadano de manera íntegra, cuando muchas otras personas nacidas en el país — entre ellos, y reconocido por él mismo, Raúl Araiza — prefieren abstenerse de votar para no tener una responsabilidad de esa índole (pero después acuden a las redes sociales a manifestar su malcontento con gobiernos que no eligieron).
Es eso lo que hace que el comentario, reiteramos, hecho a la ligera de Galilea, sea aún más dañino, porque no tiene contexto... pero es tomado por el público que la sigue como una verdad absoluta. Es decir, si sale en TV y lo dice alguien con tan buena reputación (que la tiene) como Galilea Montijo, entonces eso que ella dice DEBE ser cierto.
Así de simple, lo que Galilea le dice a la gente es este mensaje subtextual (que seguro, no fue a posta) es que el hecho de no haber nacido en el país te invalida para señalar algo que es incorrecto en su sociedad y que debes abstenerte de expresar una opinión. Perdón, Gali, pero eso, por donde lo veas, es racista y xenófobo.
Realmente es una vergüenza que suceda esto con tanta frecuencia, y no solo con Galilea en sí, sino con otras figuras de opinión que se presentan en medios y hacen comentarios igual de desafortunados. Esto, por antonomasia, ha resultado que en México prolifere este tipo de xenofobia 'a la ligera' — usualmente en contra de estadounidenses, españoles, argentinos y gentilicios africanos — que está tan normalizada como el racismo local que critican figuras como Tenoch Huerta.
Esta costumbre cultural tan arrraigada es vergonzosa y, lo peor, es que genera consecuencias. Un comentario así de irresponsable de Galilea inevitablemente da pie a que el público que la sigue, que suele ser abundante, justifique esas actitudes y las repita, perpetuando una violencia verbal y racista.
Seamos claros, y esta no es la intención de pasar a Galilea a juicio (lo que hizo está mal, pero no es un crimen); simplemente, cuando estás en una posición mediáticamente tan privilegiada, no puedes darte el lujo de decirle, además en público, a alguien que se ha naturalizado y participa de la vida social, económica y política de un país que no puede opinar porque nació fuera de México. Y menos para intentar, inútilmente además, de justificar y defender una conducta ilegal.
Mal, Galilea. Pero, si no es tu propio medio quien te señala un error cometido para que no vuelva a suceder, ¿quién lo hará?
Para figuras de su talla, la adulación es la regla del día, y esta reconvención no es con el afán de ofender: simplemente es para mostrar, en blanco y negro, que muchas veces, las mejores intenciones pueden tener consecuencias problemáticas.
Nadie dice que ahora Galilea no deba expresar su opinión, porque no es el caso. Solo es que debe ejercerse una autocrítica y una empatía antes de hablar. Y todas las figuras públicas deberían hacerlo.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR
¿Por qué Raúl Araiza sigue arriesgando su fama por apoyar al Partido Verde?
El miedo que debe tener AMLO a ser traicionado por el Partido Verde; que ruegue no sea así
Rostros de vergüenza y descaro: INE ordena a 30 influencers eliminar mensajes a favor del PVEM
Candidatos ganadores tienen casos abiertos por corrupción, desvíos y lavado