¿Por qué Raúl Araiza sigue arriesgando su fama por apoyar al Partido Verde?

Partamos de un hecho innegable. Gracias a su aparición en el cotidiano 'Hoy', más incluso que por su larga carrera en telenovelas, Raúl Araiza (1965) afectuosamente conocido por sus seguidores como 'El negro', primogénito del extinto cineasta Raúl Araiza y de la eximia actriz Norma Herrera, es una figura muy popular y con una imagen de alto impacto.

Raúl Araiza. (Photo by Medios y Media/Getty Images)
Raúl Araiza. (Photo by Medios y Media/Getty Images)

Es decir, Araiza fue un influencer desde antes de que el público soñara con las redes sociales o supiera lo que es ser un influencer. Y tiene con qué; cuando hace 30 años tuvo una relación con Daniela Castro, esto aumentó el perfil de 'Cadenas de Amargura' — el melodrama que ambos protagonizaban— y levantó el horario que tenían. El actor es conocido a nivel continental y ha sabido mantenerse en la estima del público.

Del mismo modo, ha participado en diversas campañas publicitarias, hasta para el Partido Verde Ecologista de México, una institución política de dudosa (y polémica) reputación, que en más de una ocasión ha usado a celebridades para promoverse, incluso en época de veda electoral.

Esta es la controversia más reciente en la que se ha visto implicado Araiza —que no es ajeno, a pasar escándalos ocasionales frente a la corte de la opinión pública,—, pero en esta ocasión en lo que se halla envuelto, puede tener más consecuencias de las aparentes.

El pasado fin de semana, previo a las elecciones intermedias en México que decidirían importantes cambios en las cámaras representativas federales y gobernaturas de varios estados, cuando ya estaba vigente la veda electoral que prohíbe el proselitismo y la propaganda con fines políticos durante 72 horas previas a la elección, un número notable de 'famosos' —relativamente— se manifestó en sus plataformas de Instagram a favor del partido antes mencionado, de manera muy poco sutil, a favor de este partido, apenas evitando violar abiertamente la veda — lo que en sí es un delito con multa y hasta pena de cárcel acorde a la ley federal electoral.

Gente de la farándula como Lambda García, Karla Díaz, Bárbara de Regil (quien de por sí se distingue por sus imprudencias en redes, por lo que no sorprende ) y algunos otros 'influencers', publicaron historias en las que señalaban apoyo al partido.

Esta no es la primera vez que se suscita un caso semejante: en 2015 un grupo de figuras conocidas hizo lo mismo en las elecciones intermedias anteriores; todos pertenecían a una misma agencia de relaciones públicas que se vio sancionada económicamente y su cabeza apenas logró evadir la pena de cárcel por delitos electorales; es probable que ahora suceda lo mismo.

Este tema es interesante ya que maneja dos vertientes: hay artistas que han dejado campañas (comerciales o políticas) porque no van de acuerdo a sus ideas, cuando se descubre que son racistas, misóginas, homofóbicas o que las compañías que las pagan han cometido algún delito social, civil o ecológico (como el famoso meme del conejo que llevó a varias figuras de Hollywood a repudiar firmas de cosméticos internacionales que hacían pruebas con animales) y también sucede al revés, hay marcas que prescinden de ciertas figuras cuando no van de acuerdo a sus valores, o cometen delitos de índole criminal o sexual.

Ahora bien, desde 2009 Araiza es ya prácticamente uno de los rostros del Partido Verde, y tal como lo señala en una columna el periodista Leo Zuckerman, en el diario Excelsior de México, no ha tenido reparo en explicar por qué es portavoz del partido: durante una entrevista en un programa de radio, admitió que lo escogieron a él y a la actriz Maite Perroni, igual que harían con cualquier figura mediática seleccionada para promover un producto comercial: pasó por un 'focus group' seleccionado por los publicistas del PVEM, quienes reunieron a diversos sectores del público que podría votar y fue contratado por su imagen como presentador en 'Hoy' y actor en telenovelas, más que "por meterse a fondo en cuestiones políticas".

Al cuestionársele si realmente era simpatizante de las campañas que promovía para el partido, mismas que apelan a valores extremadamente conservadores o ideas reaccionarias (que van de penas elevadas de cárcel por delitos menores hasta la pena de muerte) Araiza fue ambivalente y confesó que prácticamente él siempre, a lo largo de su vida, se había abstenido de ejercer el voto.

En cuanto a la propuesta de la pena de muerte (que se puede ver en el spot que reproducimos más abajo), Araiza declaró que "de entrada no se va a aceptar por la corrupción que hay en nuestras leyes, y qué bueno porque si no imagínate cuántos inocentes podrían perder la vida. Entonces yo no estoy a favor; es un castigo más que una solución".

Así, quedó clara su justificación que podría traducirse en una posición más bien cínica: "mientras te paguen, tú dices lo que te digan" — algo que se vio claramente expuesto el sábado al estallar el escándalo de las figuras públicas. Sin embargo, en esta era de celebridad instantánea, la gente que en internet se ostenta como famosa ya no puede contar con la libertad de acción que antes tenía; ahora le queda la obligación de llevar su vida pública (¡y privada!) acorde a lo que dicen ser, y ser congruentes con lo que anuncian, ya sea un producto de belleza o un partido político.

Básicamente lo que Araiza y los demás han hecho significa venderse al mejor postor (como el PVEM, que en 2000 apoyó a Vicente Fox y en el 2012 a Peña Nieto), sin tomar en cuenta que una figura pública influye en gente con escasa educación general, o capacidad de decisión, que lamentablemente es el grueso de la población del país fuera de las zonas urbanas más desarrolladas, que toman realmente en serio la opinión de ‘El negro’ que ven en ‘Hoy’ cada mañana con Galilea Montijo y Andrea Legarreta. Creen que lo dicho en la televisión debe ser una verdad auténtica.

Raul Araiza (Photo by Eyepix/NurPhoto via Getty Images)
Raul Araiza (Photo by Eyepix/NurPhoto via Getty Images)

Personalidades como Araiza son referente para un público que virtualmente hacen lo que ellos les indican, y sugestionar para otorgar su voto a lo que ha funcionado por décadas como un partido "rémora" —es decir; ha logrado la subsistencia de su registro mediante los votos que obtiene mediante las alianzas que fragua y le han permitido mantener alianzas con partidos más fuertes, a los que aportan los escasos votos que reciben, es un comportamiento irresponsable y alevoso, por no decir manipulador.

El proceder de Araiza no ha sido ético, de hecho, como señala Zuckerman, establece la analogía entre el PVEM y la “comida chatarra” —la personalidad televisiva promoviendo al partido como si éste fuera una golosina, que satisfaciera la necesidad de una clase media indecisa, de promesas de campaña que nos acercarían más al sistema legislativo estadounidense que nos entra por los ojos con seriales como 'La Ley y el Orden', donde la inseguridad y el crimen (de ficción) es azotado por leyes estrictas y penas de muerte, mientras que en México, no parece haber freno para esos males sociales.

Araiza cobra un cheque sustancial (como los otros 'influencers' seleccionados) y se presta para promover al partido, aún si en aquella entrevista de 2009 llegó al extremo de sugerir ir a la casilla el domingo de elecciones y anular el voto (esto cuando los comerciales que él y Perroni habían realizado, tenían mucha difusión).

Zuckerman señala lo que con el tiempo resultaría obvio: Araiza en ese momento tuvo que retractarse (so pena de ser demandado por violar su contrato) y siguió siendo leal a la mano que lo alimenta; en este caso, el partido. Muchos dirían que resulta cínico, pero su ética flexible, es lo que lo ha mantenido vigente más que a otros contemporáneos suyos.

Si es multado, este gasto lo cubrirá el partido, que dados los resultados generales de la elección, ganó con su arriesgada treta de usar a estas figuras para violar la veda: mantienen su registro y nimio poderío, algo que Araiza (cuya conveniencia lo ha llevado a ser llamado 'vendido' no sin razón) ayudó a lograr, cumpliendo la función totalmente falta de ética para la que es contratado cada tres años.

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