La Ley, Molotov y Ángeles del Infierno se revelan antes de representar al rock en el festival Bésame Mucho

En su esperado regreso, el festival Bésame Mucho, que se llevará a cabo este sábado en la misma locación que la edición inicial del 2022 (es decir, el estacionamiento del Dodger Stadium), plantea una agenda igualmente ambiciosa en la que habrá cuatro tarimas por las que desfilarán destacados artistas de diferentes géneros musicales a excepción del reggaetón.

La escena del regional mexicano, enmarcada en el escenario Las Clásicas, estará representada por iconos como Los Bukis, Alejandro Fernández y Pepe Aguilar, entre muchos más. El pop latino, concentrado en el escenario Te Gusta el Pop? (así, sin el signo de interrogación inicial), llegará de la mano de estrellas de la talla de Reik, Emmanuel, Gloria Trevi y Camila. El escenario Beso presentará un cartel más diverso que va desde Bomba Estéreo hasta Vilma Palma, pasando por Aterciopelados y Los Lobos.

Y no hay que dejar de lado al escenario Rockero, por supuesto, que es el más extenso de la partida y que, por su parte, contará con 14 actos que en algunos casos no responden realmente a los estatutos del género guitarrero (como es el caso de Natalia Lafourcade y, si se quiere escuchar a los fans de "hueso colorado", Maná y Hombres G), pero que busca ser lo suficientemente variado como para atraer a una multitud de gustos abiertos.

El mismo tabladillo le dará el papel estelar de la velada a La Ley, una agrupación que no se ha encontrado activa desde hace más de siete años, y cuya presencia ha estado generando expectativa desde que se hizo el primer anuncio de la celebración, el pasado mes de febrero, poco antes de que el evento se colocara encima el rótulo de 'sold out' que lo distinguió también en 2022.

Pese a sus deudas iniciales con el synth pop de raigambre británica y a sus frecuentes coqueteos con estilos comerciales, el grupo chileno encontró en el camino una personalidad propia que lo llevó a desarrollar ‘hits’ llenos de combinaciones inusuales (como los aportes del bolero en “Mentiras” y las pinceladas de flamenco en “El duelo”) y de melodías eminentemente pegajosas.

Eso le permitió colocarse en los lugares más privilegiados de difusión radial a lo largo y ancho de los países hispanohablantes a inicios y mediados de los ‘90, además de transformarlo en una de las propuestas más solicitadas de MTV Latinoamérica. Sus méritos no pasaron desapercibidos para el mercado estadounidense: en el año 2000, recibió un Grammy, y entre 2002 y 2004, dos Latin Grammys.

En 2016, tras una reunión que se produjo en 2013, la banda, que se mantuvo inicialmente activa desde 1987, volvió a separarse, esta vez de manera completamente sorpresiva. Aunque ninguno de sus integrantes ha brindado detalles de los motivos que condujeron al rompimiento, algunos medios informaron que no se estaban llevando bien y que las diferencias personales eran demasiado profundas.

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Este fin de semana, La Ley regresa a los escenarios con su formación más reciente y más longeva, es decir, la que se encuentra conformada por Beto Cuevas (voz), Mauricio Clavería (batería) y Pedro Frugone (guitarra). Según los involucrados, la idea inicial de la reunión era que esta fuera sumamente breve, porque incluía únicamente el show de L.A. y el que se llevará a cabo el 2 de marzo de 2024 en Austin, correspondiente al debut de Bésame Mucho en Austin, Texas. Pero las cosas podrían cambiar.

Aunque la oferta de los organizadores del festival tiene que haber sido generosa, en una entrevista por Zoom con Los Angeles Times en Español, los miembros del trío aseguraron de manera conjunta que la motivación principal para limar asperezas no fue económica.

“El factor catalizador y unificador que hemos tenido siempre ha sido la música”, afirmó Clavería, quien vive actualmente en México. “Cuando tuvimos alguna crisis, la música estaba ahí para mantenernos juntos y permitir que siguiéramos haciendo cosas. Ella fue la que nos dejó partir y la que nos deja volver ahora”.

“Somos una banda y, por supuesto, en una banda pasan cosas; no todo puede ser un camino de rosas, pero yo te diría que el tiempo es un bálsamo que lo resuelve todo”, agregó. “Empezamos a ensayar hace un par de meses, aquí en L.A., y desde la primera nota, nos dimos cuenta de lo mucho que nos habíamos extrañado”.

Frugone, que radica actualmente en Texas, reconoce del mismo modo la turbulencia interna, pero asegura que, cuando se sube al escenario con Cuevas y Clavería, cualquier desacuerdo se evapora. “Todo lo que no sea música pasa a un segundo plano y nos metemos a full en lo que estamos haciendo”, proclamó.

La Ley tiene ocho álbumes de estudio, lo que implica un gran esfuerzo de selección para un set que, como se ha anunciado ya, durará solo 50 minutos. “Vamos a tocar los grandes éxitos, lo que la gente quiere escuchar y puede cantar perfectamente”, señaló el guitarrista.

Una reunión de esta clase sonaba particularmente difícil hace solo unos años, cuando Clavería y Frugone fundaron una banda llamada Diacero (“Día cero” es una de las canciones más populares de La Ley) que empezó tocando temas de la famosa agrupación y que contaba con un vocalista de timbre semejante al de Cuevas.

“Pero era una banda de tributo que hicimos para Beto”, dijo ahora Clavería, a manera de broma. “Yo les dije que me sentía honrado por el homenaje a mi creatividad”, agregó Cuevas, en la misma vena.

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“Mira, a mí me encanta lo que hace Beto con su carrera solista, del mismo modo en que me encantan los proyectos que ha emprendido Pedro como productor de otras bandas y, obviamente, lo que yo hago por mi lado”, aseguró el baterista. “Después de tantas décadas juntos, nos podemos dar el gusto de iniciar proyectos en paralelo. De hecho, es algo muy sano”.

Diacero no fue solo un grupo de ‘covers’, por llamarlo de algún modo, sino que también presentó canciones nuevas y grabó un disco. “Fue un momento de la historia en el que nos reencontramos con Rodrigo Aboitiz, el tecladista original de La Ley, y Luciano Rojas, el bajista original de la banda”, explicó Frugone. “Pero tuvo su espacio y se quedó ahí”.

Mientras sucedía esto con sus ex compañeros, Cuevas continuó abocado a una carrera solista que, hasta el momento, le ha brindado tres álbumes en estudio, y que espera prolongar pronto con una producción en vivo. Se ha mantenido también muy activo ante el ojo público debido a su papel de ‘coach’ en los ‘realities’ “Veo Cómo Cantas” y “La Voz Chile”.

Sin embargo, lo que más le interesa para el futuro inmediato es seguir creando música, por lo que tiene sentido que afirme ahora que le hubiera gustado que el retorno de La Ley estuviera marcado por una canción nueva.

“No pudimos encontrar el tiempo para eso, pero se nos dará seguramente si no nos peleamos arriba del escenario este sábado”, nos dijo, provocando con ello la risa de Clavería y dando indicios de que el reencuentro podría prolongarse. “Yo creo que hay posibilidades de que hagamos un disco nuevo”.

“La gente nos pregunta si vamos a seguir, y yo pienso que sí, pero siempre y cuando haya música nueva”, añadió. “Juntarse para tocar recalentados y refritos no es muy interesante a nivel creativo. Con el tiempo que nos ha separado, juntarse para hacer un disco inédito puede ser muy interesante, porque es casi como volver a conocernos”.

Bomba de tiempo

A diferencia de La Ley, Molotov, que estará también en el escenario Rockero, es una banda que se ha mantenido unida desde su formación, a mediados de los ‘90.

Además, la popular y controvertida agrupación capitalina llega a nuestra ciudad no solo con un álbum nuevo, “Sol D’Lira” (el primero en estudio que lanza en nueve años), sino también con la ventaja de haber recibido un Latin Grammy (el sexto de su carrera) en la categoría de Mejor Álbum gracias al mismo trabajo.

Eso no quiere decir que el grupo no tenga deudas pendientes con su audiencia local. La presentación suya que estaba planeada para la edición 2022 del Bésame Mucho se canceló a último minuto, dejando desconcertados a los fans.

“Es que en ese momento teníamos un ‘management’ un poco ‘chafa’ que trató de sacarnos las visas [de trabajo] como tres días antes del evento, y todo se complicó”, fue lo primero que nos dijo el vocalista y bajista Micky Huidobro durante una conversación por Zoom que incluyó también al igualmente bajista y vocalista Paco Ayala (sí, Molotov tiene dos bajas) y al baterista Randy Ebright. “Nos quedamos con las ganas, y lo bueno es que tenemos material nuevo que mostrarles”.

Para realizar su primera producción inédita desde 2014, cuando estrenó “Agua maldita”, Molotov no escatimó esfuerzos. Unió fuerzas con Ross Robinson, el legendario productor responsable del sonido grabado de bandas tan emblemáticas del nu metal como Korn, Slipknot y Limp Bizkit, y contó también con la mano experta de Emmanuel “Meme” Del Real, integrante de Café Tacvba.

Pero lo que más le importa a los fanáticos es que se trata de una entrega efectiva de composiciones donde se exhibe no solo el rap metal combinado con elementos de diferentes géneros que ha caracterizado a este combo desde el inicio de su recorrido, sino también el ingenio que siguen teniendo sus integrantes para poner el dedo sobre la llaga.

Sucede así en “Santo Niño de Atocha”, una canción que ha estado sonando ya en vivo y que, en lugar de inclinarse por la prédica religiosa, exige pedir milagros que valgan la pena en el plano social, laboral y económico, aunque sus creadores aseguran que se trata en realidad de un comentario sobre la necesidad de asumir responsabilidades en diferentes aspectos de la vida.

Claro que el tema que más ha estado dando de qué hablar en los últimos meses es “Quiten el trap”, cuyo coro incluye frases como “que muera el reggaetón”, “pongan rock and roll” y “ha vuelto Molotov”.

“Molotov usa mucho la sátira, y ‘Quiten el trap’ va por ese lado”, nos dijo Ebright. “En un disco nuestro siempre va a haber crítica social y política, pero también va a haber ‘desmadre’, a través de ese humor ‘chilango’ que tanto nos define”.

Pese a lo dicho, Huidobro, el autor de la composición, precisó que lo que proclama ahí no es una broma. “Lo que decimos, lo decimos en serio. Está grabado y tenemos los argumentos suficientes para sostenerlo”, afirmó. “No es que estemos peleados con las formas musicales que van apareciendo. Al contrario; siempre hay cosas interesantes que empiezan a surgir y plataformas nuevas que te permiten exponer la música de otra manera”.

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“El problema se da cuando los artistas se vuelven monotemáticos”, insistió. “Hay gente que ni siquiera toca [un instrumento] y que depende únicamente de cómo se ve, de cómo se viste, de cómo hace su video, y que deja la música muy atrás”.

Para Ebright, el rótulo de “música urbana” no tiene mucho sentido, al menos del modo en que se maneja en estos días. “Los que están en la calle viendo cómo hacer música son los rocanroleros; los urbanos son más bien producto de redes sociales, de influencers y de youtubers”, manifestó.

Ayala no termina de entender los métodos de trabajo de los reggaetoneros ni cree en la pertinencia de las temáticas que manejan. “Se juntan como diez weyes a hacer una canción. ¿Hay algunos que ponen los sustantivos o qué? Eso es un desmadre”, comentó. “Nosotros nos esforzamos en tirar un mensaje que no es siempre serio, pero que retrata siempre lo que estamos viviendo”.

En el plano político, lo más llamativo del disco es “No olvidamos”, una suerte de recorrido histórico por los mandatos de los presidentes mexicanos que han estado en el poder desde que los integrantes del grupo eran unos niños, y que llega hasta el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Ninguno de los retratos es positivo.

“Más allá de cuestionar y ridiculizar a estos personajes, lo importante del tema es que los menciona con nombre y apellido, lo que le da un carácter de denuncia que se ha perdido también en el rock, lamentablemente”, dijo Huidobro.

“Se relaciona de ese modo con el ‘cover’ que hizo anteriormente Randy de ‘The Revolution Will Not Be Televised’, que iba por el mismo lado, y con ‘El Carnal de las Estrellas’, donde mencionamos a Luis de Llano”, señaló el músico, aludiendo a otra canción antigua de su cosecha y a un ejecutivo de Televisa que fue acusado de abusos.

Para él mismo, Molotov cumple la función asignada durante la época de los señores feudales a los juglares, que se burlaban abiertamente de estos dirigentes valiéndose de la música y del humor. “Viajaban de pueblo en pueblo haciéndolo, y aprovechaban incluso los momentos en que estos reyes andaban bien ‘pedos’ para decírselo en sus caras”, afirmó.

“En esta época, cuando hay tanta indecisión y tanta desinformación, el hecho de que haya una banda que trate de analizar y exponer de alguna manera lo que está pasando en el entorno político y social es algo que me parece esencial”, concluyó.

Entre pactos y doncellas

Al igual que muchos de los artistas veteranos que se presentarán en el festival, Ángeles del Infierno (que, curiosamente, figura en el escenario Beso, en lugar del Rockero) no ha lanzado un álbum inédito (o un álbum de cualquier clase) en muchos años.

De hecho, su placa más reciente, “Todos somos ángeles” (2003), se publicó una década después de la anterior, “A cara o cruz” (1993). Y según los entendidos, se encontraba lejos de alcanzar los esfuerzos más celebrados de la banda española de heavy metal, debido a su inclinación hacia el nu metal, el rap y otros estilos ajenos a la escuela tradicional que manejaba el mismo grupo a mediados de los ‘80.

Pero nada de esto le quita el carácter legendario a “los ángeles” (como se les conoce también) ni el hecho de ser una de las agrupaciones más idolatradas de una movida europea que incluye también a eminencias como Barón Rojo y Obús, bandas que se encuentran todavía de un modo u otro en actividad, aunque visiblemente mermadas.

Ángeles del Infierno se distingue también de los dos combos recién mencionados por su procedencia, ya que, a diferencia de ellas, no surgió en Madrid, sino en Euskadi, una región de fiero carácter independentista que, en términos guitarreros, ha sido marcada por el llamado “rock radical vasco”, aglutinador de artistas abiertamente contestatarios e inclinados hacia el punk rock, como es el caso de La Polla Records, Kortatu y Eskorbuto.

“Somos de la misma generación, de los mismos orígenes sociales y de los mismos lugares [que esos grupos], por lo que tocábamos todo el tiempo juntos”, nos dijo el guitarrista Robert Álvarez a través de una conexión telefónica con Miami, donde vive desde hace varios años. “Siempre que vamos para allá, nos tratan como si fuéramos de la familia. Madrid tenía un ambiente muy diferente, tanto en lo que respecta a las letras como al tipo de música”.

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Ángeles del Infierno se diferencia también de las otras bandas españolas de heavy por su cercanía espiritual con México, país que los recibe siempre con algarabía y al que le han dedicado al menos dos piezas: un ‘cover’ de “El Rey” (surco emblemático del folklore del país vecino) que vino en el disco más reciente y un tema original llamado “Hijos de América”, que habla de las poblaciones indígenas de esas latitudes. No es gratuito por ello que, con la excepción de Álvarez y del vocalista original Juan Gallardo, los integrantes actuales de la formación sean todos aztecas.

“México fue el primer país de América donde aterrizamos, a partir de 1990, y es por eso que lo llevamos en el corazón”, señaló el vocalista, quien radica actualmente en España. “Ha sido un lugar muy importante en nuestra carrera, y tenemos allí muchísimos amigos”.

Para Álvarez, José Alfredo Jiménez (compositor de “El Rey”) fue “el ranchero más metalero que existió”. “Era un tipo tremendo y muy apasionado”, exclamó. “Y nosotros también lo somos, a nuestro modo”.

Claro que si hay algo que distingue a este grupo en el imaginario popular es una reputación que lo ha relacionado casi desde el inicio (es decir, cuando publicaron su álbum de debut “Pacto con el diablo”, en 1984) con el satanismo, aunque eso signifique desconocer las metáforas que ha empleado a lo largo de su carrera.

Por ejemplo, su composición más popular, “Maldito sea tu nombre”, ha sido juzgada muchas veces como una diatriba contra el dios cristiano, cuando su letra le da espacio a otras posibilidades; y “Es un pacto con el diablo” parece hablar más bien de la adicción a las drogas duras.

“Tenemos canciones que cada uno puede interpretar como más le convenga, y que no nos interesa explicar”, retomó Álvarez. “Pero tenemos muchas otras que hablan directamente de cosas muy reales y de las situaciones por las que atravesamos”.

En ese sentido, Gallardo mencionó otro de sus temas emblemáticos, “El principio del fin”, una proclama antibélica que se mantiene vigente debido al ciclo infinito de guerras que vivimos en nuestro planeta.

“Pese a que estamos en 2023, el mundo no ha evolucionado, sino que ha retrocedido”, señaló. “Y tenemos también baladas, pero no le cantamos al amor típico de ‘cojo la toalla y me voy a la playa’, o cosas así. Es por eso que nuestras canciones siguen vigentes, porque a nuestros conciertos va muchísima gente joven”.

A diferencia de La Ley, y a semejanza de lo que sucede con Molotov, por mencionar a los dos otros grupos que figuran en esta nota, Gallardo no ve con ojos amables la irrupción del reggaeton.

“No me hace ni p… gracia”, enfatizó. “Viví durante seis años en Panamá y tuve que aguantarlo durante mucho tiempo. Ya sé que le gusta a mucha gente, pero a mí no, y no hay que ser políticamente correcto todo el tiempo. No me gusta lo que hacen, del mismo modo en que a ellos no les gusta lo que nosotros hacemos”.

Por su lado, “los ángeles” siguen empeñados en escuchar la música que escuchaban mientras crecían, es decir, rock de los ‘70 y los ‘80, así como las creaciones nuevas de los artistas de esa época que se mantienen de pie.

“El género no está muerto, ni mucho menos; aunque el Bésame Mucho tiene un cartel muy ecléctico, hay festivales estrictamente de metal que se siguen haciendo por todos lados”, precisó el guitarrista. “Y se hacen tanto en Estados Unidos como en Latinoamérica y Europa, generando siempre grandes ventas”.

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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.