Lo que pasa en Ascot, queda en Ascot (locura sombreril)

Ni Dreamworks, ni Pixar… la auténtica competencia de Disney y sus pomposos bailes de princesas recargados y barrocos está en Londres. Concretamente en Ascot. Así es. Una cita ineludible con los looks imposibles, las combinaciones más extravagantes y, como no, los sombreros más grandes del mundo.

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Una cita en la que Cenicienta, con sus zapatos de cristal, sería una más. O Bella, bailando con Bestia, pasaría de lo más desapercibida. Aquí, si quieres destacar, tu sombrero debe ser único. Bien en diseño, bien en tamaño (los hay de tamaño buque mercante), el objetivo es llamar la atención y, año tras año, los asistentes consiguen toda la del mundo.

Eso sí, con o sin sombrero, quien más llama la atención siempre en el condado de Berkshire, donde se celebra la carrera de caballos Royal Asctor, es la Reina Isabel II. A sus 89 años, sigue fiel a su cita anual y, a juzgar por su cara, se lo pasa en grande.

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La monarca es la encargada de dar el pistoletazo de salida a una de las citas con más tradición de Reino Unido. Tras ellas, hasta 300.000 personas pasarán por Ascot. Casi nada.

Entre ellas, además de su marido, el Duque de Edimburgo, un joven de 94 años, también ha acudido el Príncipe Harry, con un sombrero de copa que le hace más deseable si cabe. El soltero de oro está mejor que nunca.

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Y claro, con tanta gente, y sólo por estadística, es lógico que haya pamelas, sombreros y tocados para todos los gustos.

Desde elegantes conjuntos, a juego con el marido de turno, hasta abobinables creaciones que son delito en varios países o que asustarían a niños menos de ocho años. Es más, si esta tradición se importara a Nevada, en Estados Unidos, podría llamarse Ascot y odio en Las Vegas.