Lorenzo “Toto” Ferro: la fama, los excesos y por qué se siente más cómodo como músico que como actor
Lorenzo “Toto” Ferro es actor y también es Kiddo Toto, su álter ego trapero. Es el chico de belleza andrógina que con 19 años saltó a la fama por su rol protagónico en la película El Ángel (2018), donde interpretó al asesino serial Carlos Robledo Puch, y también es el cantante que participaba en batallas de rap y ya lanzó dos álbumes que lo coronan con miles de reproducciones en Spotify.
Su apariencia liviana se marida con el halo de picardía propio de una vida intensa. Ferro conoce el peso de la fama, la satisfacción de ejercer la vocación, el privilegio del reconocimiento temprano y la sabiduría de percibir su juventud. A sus 23 años selecciona con delicadeza qué proyectos va a encarar (las propuestas no escasean) y domina el reloj que corre a su favor sin titubear. Se mueve ligero porque sabe que puede empezar de nuevo, probar, equivocarse. Canta trap y hip hop pero también asegura que le encanta el folklore. En una persona adulta en un cuerpo joven: en su mente conviven la dualidad de la experiencia y de la inexperiencia, la de Lorenzo y la de Toto, la de un ángel y la de un roto.
Fanático, la nueva serie de Netflix, lo encuentra encarnando dos personajes: a Quimera, el mayor ídolo musical de España, y a Lázaro, un joven repartidor de comida que es uno de sus fanáticos. Lázaro ve la oportunidad de adoptar la vida y la imagen de su ídolo y convierte todos los aspectos de la suya en un espectáculo. La serie habla de cierta necesidad de los seres humanos de ser recordados, de la sensación que hay de “ser alguien” y de la obsesión actual por el reconocimiento y por la cultura del “like”. De todo eso conversó Lorenzo “Toto” Ferro con LA NACION.
-¿Te inspiraste en alguien para construir tu personaje?
-Me sirvió conocer la historia de algunos raperos que murieron de sobredosis, como Mac Miller. Vi documentales de músicos que sufrieron tragedias pero también me agarré de cosas que ya conozco de la fama. Hay ciertos lugares que yo ya habité, experiencias que me tocó vivir que me sirvieron de inspiración.
-¿En qué cosas tuyas te inspiraste?
-Hay muchas cosas que se pueden asociar con la fama. Yo tuve la mala o la buena suerte de conocer su lado B. Además, también sé cómo funciona hacer música, cómo se viven los shows tanto en su aspecto físico y como en el espiritual y todo eso me ayudó a construir mis personajes.
-¿Cómo es tu vínculo con la fama?
-Mi vínculo con la fama... es una buena pregunta. Lo pienso como si fuese un vínculo con una persona ¿Viste esa gente con la que vas a cenar y arrancás con una discusión pero después llegás a un punto en común y terminás disfrutando de esa cena? Es una cena que disfrutamos los dos: la fama de mí y yo de la fama. La verdad es que la termino queriendo mucho porque es la que me abre un montón de puertas y me permite vivir de cosas que me parecen increíbles. A veces me olvido que soy famoso, me ha pasado de ir un domingo a comer a un restaurante con resaca y olvidarme completamente que soy famoso.
-Pareciera que siempre estás escindido como tu personaje en Fanático, que lleva dos vidas. Vos sos Lorenzo Ferro y también sos Kiddo Toto...
-Sí, hay algo de esa dualidad todo el tiempo. Había algo de la serie que no me parecía muy lejano de lo que me pasa a mí. Lo que me aleja de Fanático es todo lo que tiene que ver con el mundo de las drogas y de sentirse perdido. Pero también hay muchas cosas en las que Lázaro y Quimera se parecen un poco a Lorenzo y Kiddo Toto.
-¿Qué cosas compartís con Quimera, un músico famoso que interpretás en la serie, y qué cosas no?
-Quimera viene de un lugar mucho más de barrio que yo. Si bien no soy millonario, él viene de un barrio más pesado que el mío. En cambio, el personaje de Lázaro (el fanático de Quimera) me hace acordar a cuando yo era chico, que idealizaba la vida de un famoso. Yo también creía que la fama te transformaba en “alguien de verdad”. En la historia, Quimera es una persona que consiguió fama pero la carga como si fuese una mochila. Eso es algo que yo no siento . A veces el mundo de la fama te trata de tambalear para que finjas cosas que vos no sos. Y yo antes que nada creo en mí: siento que es mucho más importante ser alguien para vos mismo que para el resto de la gente.
-¿Vos saltaste a la fama muy chico, cómo hiciste para que no te consuma su lado B?
-Como tuve que crecer con eso es algo que ya tengo muy asimilado. Aunque tengo claro que es un tema muy complejo que todavía no termino de entender. Son cosas que uno habla en terapias y va descubriendo. Hay veces en las que yo mismo me enojo hablando de la fama y de la dualidad de Lorenzo. Lo que sé es que a veces uno puede romantizar la fama y es verdad que tiene su lado B. Hay que ser fuerte para sostener eso.
-En la serie hay un revisión del significado del éxito: Lázaro cree que Quimera es exitoso y lo admira, pero una vez que él también se vuelve famoso se encuentra con cosas que no se imaginaba...
-Se lo traga el agujero negro de la industria de la música, el ritmo de ir de acá para allá. Se olvida del amor de su madre y sus amigos. Se ve cegado por el envase que tiene para ofrecerle el mundo de la fama y una vez que se mete ahí se da cuenta de que lo que hay es vacío. La fama es divertida pero si uno no tiene las cosas que tuvo desde chico que son, por lo menos en mi caso, la familia y la amistad, uno termina perdido.
-En la serie se ven “los amigos del campeón”. ¿Vos también sentiste que había personas que se te acercaban por tu fama?
-No, porque yo soy una persona que, gracias a Dios, tiene intuición. Entonces, si bien en algún momento me pude haber cruzado con alguno de esos, siempre estuve con los míos. Con la fama también conocí nuevos amigos que hoy siguen conmigo pero no los considero amigos del cambio sino amigos del corazón.
-Hay un imaginario que vincula al ambiente del trap con un ambiente de excesos...
-Sí, pero eso va más allá del estilo musical. En el rock también. Hay muchas figuras del trap que han pasado por situaciones pesadas de drogas, pero yo creo que eso puede suceder en todos los ámbitos, incluido el de la actuación. Ahora está cambiando más pero en un momento las letras de ciertos géneros musicales como el trap hablaban de vender drogas, entonces quedó esa idea muy arraigada.
-¿Qué planes tenés con tu música?
- Para mí la música es una forma de seguir conociéndome a mí mismo. Es una especie de terapia, algo que me pide el cuerpo. Hay momentos en que siento que el cuerpo me dice: “Toto, sentate en un estudio a tocar”. Es como ir al cine o estar en un rodaje. Me aparto del mundo para sentir esos otros mundos. Siempre estoy copado con la música, a veces paro y no lanzo nada nuevo porque necesito esperar y ver de qué voy a hablar en la siguiente canción. Ahora que estoy viajando mucho absorbo cosas del mundo real, trato de volverme una esponja y tener siempre algo nuevo para decir.
-¿Sentís que te representa más tu yo actor o tu yo músico?
-Ahora siento que me representa más mi música. Mi último álbum, Mansión helada, realmente me representa y es una parte importante de mi. Es un lanzamiento que vino acompañado de un cortometraje cinematográfico inspirado en la película Nazareno Cruz y el lobo, de Leonardo Favio. Si bien uno va cambiando, hoy siento que mi lado musical me representa más porque es donde puedo ser yo mismo y además ser mi propio director.
-No tenés que construir un personaje
-Con la música me siento más “yo”. Igual, no siento que soy un actor impresionante a la hora de construir personajes, más bien le aporto colores míos y absorbo detalles que veo en otras personas, pero nunca me aparto completamente de mi ser. Aunque en algún momento me gustaría.
-Venís haciendo personajes rotos en El Ángel, Narcos, El Marginal. Entiendo que te gustaría indagar otros perfiles...
-Siempre hay cosas nuevas que van apareciendo. La verdad es que a mi me gusta todo pero después hay cosas a las que digo que no. Sé que también le quiero dedicar tiempo a mi música y no puedo con todo.
-¿Tenés alguna propuesta actoral nueva?
-Si, me la propusieron hace dos semanas y estoy muy en jaque porque es un papel muy difícil. Es hacer algo completamente distinto.
-¿Es para cine?
-No puedo adelantar nada todavía.
-¿Creés que tus personajes son queridos por los espectadores porque conectan con el lado más oscuro de la gente?
- En este mundo todos estamos rotos . Pienso que son personajes que pegan conmigo porque cualquiera de esas vidas podrían haber sido mi vida si hubiera nacido en esas circunstancias. A veces pienso que si las cosas las corro tres centímetros yo podría haber sido cualquiera de ellos. Siento que todos estamos rotos, solo que algunos lo reprimimos más y otros menos.
-¿Qué música estás escuchando?
-Justo antes de empezar la entrevista estaba escuchando folklore: ”Pobrecito mi cigarro”. de Atahualpa Yupanqui. Nada que ver con el trap (ríe).
-Por ahí terminás tocando algo de folklore en algún momento...
-Puede ser, me encanta.