Madonna: una vida marcada por el misterio y la tragedia
Ha ocurrido otras veces: Madonna atraviesa una época oscura y difícil, muchos auguran que no se levantará y, contra todo pronóstico, regresa con fuerzas suficientes para batir récords y enamorar a un nuevo público. “Nunca te olvides de soñar”, ha recomendado más de una vez la Reina del Pop. Desde el cuatro de octubre, la estrella de la música está de luto por la muerte de su querido hermano, Christopher Ciccone; probablemente la única persona de este planeta que hablaba con Madonna de 'tú a tú', consciente de que, aunque metiera la pata y hablara de más, ella siempre acabaría perdonándolo. En esta ocasión, el duelo de la Reina del Pop se prolonga porque un año antes del último adiós a Christoper, se tuvo que despedir de su hermano mayor, Anthony, y no hace ni tres semanas de su madrastra, Joan Clare, la segunda esposa de su querido padre, Silvio Ciccone.
Han sido, por lo tanto, tres pérdidas en un lapso de tiempo demasiado corto para poderlas asimilar serenamente. Si Anthony perdió la vida a la misma edad que ahora tiene Madonna, sesenta y seis años, debido a un cáncer de garganta, Joan Clare –con la que la cantante tuvo una relación que pasó de muy mala a aceptablemente buena– sufrió un cáncer muy agresivo, a los ochenta y un años, que no logró superar. Desafortunadamente, parece que esa enfermedad ha declarado una guerra sin cuartel contra los Ciccone, porque Christopher padeció los estragos de la misma y, según informó su representante, Brad Taylor, la causa de su muerte, a los sesenta y tres años, no ha sido otra sino un cáncer de páncreas.
El dolor hecho carta
En 2008, Madonna y Christopher se distanciaron por lo que ella consideró una traición: la publicación de Vivir con mi hermana, Madonna, una autobiografía de Christopher que llegó a alcanzar el segundo lugar de los libros de no ficción más vendidos en la prestigiosa lista de The New York Times. En sus memorias, calificadas de “mordaces y entretenidas”, Christopher aseguraba que se sentía muy orgulloso de ser el hermano de Madonna, pero no escatimó en el uso de algunos calificativos hirientes, como “maquiavélica”, a la par que reveló algunas anécdotas íntimas de la relación de Madonna con sus novios más famosos y maridos, como Sean Penn, Warren Beatty o Guy Ritchie.
A pesar de estos problemas entre los hermanos Ciccone –Christopher describió todos los tejemanejes de Madonna para evitar la publicación del libro (Me divertía verla retorcerse)– a la hora de la verdad, cuando él le comunicó su enfermedad, dejaron de lado todas las reticencias pasadas y recordaron los buenos e intensos tiempos que vivieron juntos desde los ochenta.
De hecho, las emotivas líneas que Madonna le ha dedicado en sus redes sociales, a manera de carta abierta, resumen a la perfección quién era Chistopher para ella y cómo le duele su partida: “Mi hermano Christopher se ha ido. Fue el ser humano más cercano a mí durante mucho tiempo”. Cuando en su juventud, Madonna decidió hacer las maletas y probar suerte en Nueva York (habían nacido y pasaron su infancia en Bay City, Michigan), Christopher pensó seguir a su hermana mayor hasta la Gran Manzana: “Bailamos juntos en el escenario al principio de mi carrera y, con el tiempo, él se convirtió en el director creativo de muchas giras”. Algunas de las más famosas y míticas de los noventa, como Blond Ambition World Tour y The Girlie Show, corrieron a cargo de Christopher.
Frente a esa unión sin fisuras en lo profesional y en lo personal, el tiempo y la fama se encargaron de resquebrajar la relación de ambos: “No hablamos durante un tiempo, pero cuando mi hermano enfermó, volvimos a encontrarnos”. Madonna lo vio luchar y sufrir. Ella hizo todo lo que estuvo en su mano “por mantenerlo con vida el mayor tiempo posible”, pero el pasado día cuatro su gran compañero de vida dejó de respirar.
En una de las frases más conmovedoras del escrito de la Reina del Pop se puede leer: “Sé que estas bailando en alguna parte. Cerraré los ojos y bailaremos juntos una última vez”.
Dejando de lado la distancia provocada por el libro de Christopher y por sus escandalosas declaraciones, en el fondo ambos sabían que siempre estarían el uno para el otro: “Lo admiraba –ha recordado estos días Madonna–. Tenía un gusto impecable y una lengua afilada que a veces usaba contra mí, pero yo siempre lo perdonaba”.
La fortaleza de Madonna
Sorprende la resiliencia de Madonna, pero no solo en esta ocasión, sino a lo largo de toda su vida y carrera. Han sido muchos los episodios de su trayectoria en los que más de uno se hubiera quebrado, pero ella parece crecerse ante cada escollo.
Cabe recordar que en el verano de 2023 tuvo que posponer su gira mundialpor una grave infección bacteriana que la obligó a guardar cama por semanas y a pasar varios días en la UCI. “Mi primer pensamiento cuando me desperté en el hospital –contó posteriormente– fueron mis hijos. Mi segundo pensamiento fue que no quería decepcionar a nadie que hubiera comprado entradas para mi gira”. Después de la cancelación de algunas fechas, reprogramó sus conciertos y dio la vuelta al mundo con su Celebration Tour, la gira más taquillera del año 2024, y la señal inequívoca de que Madonna estaba siendo más Madonna que nunca.
Pocos días antes de la muerte de Christopher, la Reina del Pop compartió para sus fans unas imágenes donde se la veía de nuevo en los estudios de grabación junto a Stuart Price –el productor con el que tiene una estrecha relación profesional desde 2001, cuando él fue su teclista en la gira Drowned World Tour–. Incombustible, imparable, ambiciosa y todavía con hambre de fama y éxito. Si en los ochenta y noventa, Madonna iba contracorriente por su rebeldía juvenil, ahora mismo va contracorriente por su defensa de que la edad es solo un número al que se le da, a veces, demasiada importancia: “Todavía hay un aspecto en el que siendo mujer la gente puede discriminarte sin que pase nada: la edad”.
En este sentido, Madonna se pone el mundo por montera y a pesar de los golpes que ha ido recibiendo, especialmente en los últimos años, continúa creando, jugando… y escandalizando con sus amores imposibles. En agosto, no tuvo problema alguno en mostrar su relación con Akeem Morris, un jugador de futbol de veintiocho años, con el que se lleva treinta y siete.
Más allá de esta aparente joie de vivre, desde hace años Madonna es muy consciente de una verdad: “Cuando se está arriba, se está solo”. No obstante, mantiene un aspecto de su vida lo más alejado posible de los reflectores, la relación con sus hijos. En abril de este año, se saltó su propio código de silencio y habló públicamente de ellos tras su octogésimo concierto del Celebration Tour: “Necesito reconocer a mis increíblemente talentosos hijos, que me han acompañado a lo largo de este viaje, cada uno de ellos aportando talento único al escenario”. Sus cuatro hijos adoptivos, David Banda, Mercy James y las gemelas Stella y Estere, realizaron junto a ella la gira, aunque “también iban a la escuela y ensayaban todas las noches. ¡Estoy muy orgullosa de todos ellos!”.
En estos últimos años, Madonna ha descubierto que, cuando todos parecen irse de su lado, sus seis hijos siguen sosteniéndola, porque también están muy pendiente de ella sus dos hijos biológicos: Lourdes León –nacida el 14 de octubre de 1996 y fruto de su relación con Carlos León– y Rocco Ritchie, el hijo que tuvo durante su largo matrimonio con el cineasta Guy Ritchie. Cuando es necesario, la toman de la mano y permanecen junto a ella. La artista que ha hecho de todo su entorno un show, siempre ha protegido la intimidad de sus seis hijos.
Vayamos al principio: cuando Madonna tenía cinco años, su querida madre falleció de la misma enfermedad que se ha llevado a sus hermanos. La pequeña vio a su madre muerta y esa imagen no pudo borrarla nunca: “Vi a mi madre, se veía tan hermosa simplemente recostada como si estuviera dormida en el ataúd abierto”. Desde muy pequeña, decidió ser autosuficiente: temía que, si aferraba a algo, como se había aferrado a su madre, ese algo iba a desaparecer. Lógicamente, no aceptó a Joan, la segunda esposa de su padre, a quien luego comprendió y hasta quiso, y decidió volar pronto del asfixiante Bay City con Christopher: “Fue la primera vez que viajé en avión y la primera vez que viajé en taxi. Vine aquí con treinta y cinco dólares en el bolsillo. Fue lo más valiente que he hecho”. Con estos antecedentes, no parece haber muchas dudas. Después de este annus horribilis Madonna volverá a sorprendernos.