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La trágica historia de Maricruz Olivier, la diva que no se permitió ser feliz y murió sola

Considerada la actriz con la mirada más distintiva en la historia del cine y la televisión de México, Maricruz Olivier fue una figura emblemática de toda una generación, con personajes memorables en telenovelas clásicas y en películas famosas, aunque su vida personal fuera un mundo de sombras, secretos y represión sexual.

Hija de una familia conservadora de ascendencia anglo-germana de Tehuacán, Puebla, Maricruz nació el 19 de septiembre de 1935 y desde muy joven demostró tener una aptitud artística que, con esfuerzo y preparación, la volvió una de las actrices más reconocidas de su generación. Trasladada a Ciudad de México para estudiar en la universidad, cursó dos años de filosofía y letras. No obstante, dejó estos estudios al descubrir que su pasión era, en realidad, la actuación.

Maricruz Olivier
Maricruz Olivier en 1959 al protagonizar 'Teresa' (Foto: Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas)

Descubierta en el teatro universitario por el maestro Fernando Wagner, la ojiverde - que "actuaba con los ojos", según decían — optó por estudiar en la Academia Andrés Soler, destacándose ampliamente gracias a su carisma. A los 18 años tuvo su primera aparición con un 'bit' en la comedia ranchera 'Esos de Pénjamo', de 1953, y esto lo alternó con sus estudios y con apariciones como modelo para electrodomésticos, ya que entonces los anuncios se hacían en TV en vivo.

Fue en 1959 que alcanzó su primer gran éxito, invitada por su mentor, el maestro Wagner, a audicionar para el rol principal en la telenovela 'Teresa' que se iba a transmitir por Telesistema Mexicano. Escrita por Mimí Bechelani, la trama giraba en torno a una mujer joven y ambiciosa (rasgo de personalidad que se asoció mucho con ella) que era capaz de negar a los suyos y manipular a los hombres para lograr lo que quisiera a costa del mundo.

La telenovela fue un fenómeno y su impacto fue tal que, en 1961 se realizó la versión para cine, en la que Maricruz fue protagonista absoluta, compartiendo créditos con grandes figuras de la talla de Alicia Montoya, Manola Saavedra, el gran actor español Fernando Rey y las enormes actrices Beatriz Aguirre y Andrea Palma.

A partir de esta interpretación, a la Olivier le llovieron ofertas de trabajo para actuar como protagonista de diferentes melodramas, como: 'La sembradora' (1965), el gran clásico de Caridad Bravo Adams 'Estafa de amor' (1968) y la telenovela donde volvió a las villanías: 'La sonrisa del diablo' (1970), también encabezó el reparto de 'Las Gemelas' (1972) en donde realizó un papel doble y sorprendió a los espectadores con su versatilidad y talento innegable, y 'Viviana' el lanzamiento estelar de Lucía Méndez en 1978, en el que era la antagonista, la fogosa e inescrupulosa Gloria, que causó furor porque fue la primera actriz en presentar escenas de sexo (simulado) en la televisión mexicana (¡con Héctor Bonilla!)

En cine protagonizó varias películas importantes además de 'Teresa' — mención especial merecen 'Hasta el viento tiene miedo' (1967), un clásico del cine mexicano de terror, escrita y dirigida por Carlos Enrique Taboada; después seguiría 'El deseo en otoño' (1969) un melodrama de suspenso en la que actuó con Sonia Furió y Guillermo Murray, y 'Tres mujeres en la hoguera' de 1979, una película que causó mucha controversia, en la que actuó con Pilar Pellicer, Rogelio Guerra y Maritza Olivares, en la que encarnaba a una lesbiana con mucho mundo que sentía celos de la pareja que intentaba separarla de su joven y volátil amante.

Maricruz Olivier
Maricruz Olivier en 'Hasta el viento tiene miedo' (1967). (Foto: Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas)

A pesar de que tuvo una carrera profesional exitosa, su vida personal se vio rodeada de tinieblas: decían quienes la trataron de cerca que se parecía en mucho a los personajes que encarnaba: era intensa, ambiciosa y calculadora, y no habría dudado en utilizar a sus contactos sociales (y románticos) para obtener papeles y escalar posiciones en el medio, aún cuando en su círculo eran conocidas sus preferencias sexuales, que siempre ocultó al público.

La Olivier odiaba su lesbianismo y lo reprimía en público. En un país tan machista como lo era México en los 50 y 60 (y aún hoy), no era bien visto que una mujer elegante y glamorosa fuera homosexual: el estereotipo de la lesbiana era la machorra con tipo de camionero o la solterona reseca y fea. Ella no encajaba con el molde, pero le daba pavor que su parentela supiera su verdadera inclinación.

El haber tomado el rol principal en 'Tres mujeres en la hoguera', película que se volvió de culto para la comunidad LGBTQI y que ha generado numerosos memes de Internet desde hace años, fue considerado como una declaración de hechos, aunque después Maricruz diría que odiaba la película y que se arrepentía de haber participado en ella.

Su vida sentimental es todavía un misterio, aunque se sabe que por muchos años sostuvo una larga y discreta amistad con la célebre actriz y directora Beatriz Sheridan, quien sí era abiertamente gay, aunque ella siempre fue hermética al respecto del vínculo que las unió entre 1964 y 1976.

Un agudo alcoholismo, fumar consuetudinariamente y ese constante estado de insatisfacción y soledad crónica, la llevaron a volverse una mujer amargada y reticente, que vivía en soledad salvo cuando tenía que trabajar. Su última telenovela fue 'En busca del paraíso' (1982) donde encarnaba a Patricia Dumont, una exactriz que era directora de una academia de actuación, en la que era acompañada por Laura Flores y Victoria Ruffo (en su único papel de villana), que eran debutantes en ese entonces.

Lamentablemente, Olivier contrajo cáncer de páncreas, que fue muy agresivo y aunque corren versiones de que, al llegar a los 32 kilos de peso y estar aquejada de terribles dolores, se suicidó, lo cierto es que falleció la mañana del 4 de octubre de 1984, a los 49 años, a causa de un paro cardíaco en el Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán al sur de la Ciudad de México.

Dejó un legado rico en interpretaciones y grandes personajes, pero siempre, hasta el último momento, la siguió la sombra del no haberse permitido nunca la verdadera felicidad de ser quien realmente era.

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