Sara García, la actriz que a los 39 años se convirtió en la 'abuelita' de los mexicanos con una increíble transformación

Si existe una figura icónica en la historia del cine mexicano, sin lugar a dudas, más allá de Pedro Infante, María Félix, Jorge Negrete o Dolores del Río, se trata de Sara García, conocida hoy como "la abuela de México" —e imagen comercial de una popular marca de chocolate para beber—, que, curiosamente ni fue abuela de nadie, ni era una anciana cuando comenzó a interpretar a mujeres de edad madura.

El nacimiento de Sara García era digno de una novela: sus padres, andaluces provenientes de La Habana, donde habían vivido por varios años, habían perdido diez hijos antes de que fuera concebida Sara; por lo mismo, su concepción fue algo muy importante y su madre, Felipa Hidalgo, observó muchos cuidados, mientras que su padre, Isidoro García, que era arquitecto y había tomado un trabajo de restauración de una catedral en el norte de México, quería algo mejor para su familia.

Sara García en 1946.
Sara García en 1946. (Cortesía del archivo de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de México)

La niña Sara nació poco antes de llegar a Veracruz el 8 de septiembre de 1895, y Felipa fue asistida en el parto por Francisca Cuenca y Manuel González Cordero quienes venían acompañados de sus hijas Blanca de dos años y Rosario una pequeña recién nacida en mayo de ese año. Como Felipa estaba muy débil para amamantar a su hija, fue Francisca Cuenca quien fungió como nodriza de la niña, mientras que Rosario González Cuenca sería una figura clave en la vida de Sara.

El paso a la edad adulta de Sara García estuvo marcado por la adversidad: su padre murió cuando tenía cinco años y su madre, cuando tenía doce, por lo que creció internada en el colegio de las Vizcaínas y cuando salió de ahí trabajó como institutriz y maestra de dibujo.

Fue la curiosidad lo que llevó a Sara en 1917 a conocer los estudios Azteca, que pertenecían a Mimí Derba, que fue su compañera del internado y era la primera gran estrella de cine que hubo en México y que la metió a trabajar como extra, y después la ayudó a formar parte de una compañía teatral. En este periodo fue que Sara conoció a Fernando Ibáñez, también actor y después de tres años de casados, el 15 de enero de 1920, nació su única hija, Sara Fernanda Mercedes Ibáñez García; pero al poco tiempo del nacimiento de su hija, Fernando y Sara se divorciaron (él le era muy infiel y ella realmente no lo quería), por lo que la actriz comenzaría una vida “complicada”: entre la manutención, educar y cuidar de su hija como madre soltera (algo que en México en aquella época era muy mal visto). Eso sin contar con las limitaciones económicas, porque una mujer con hija en brazos, era difícil le dieran empleo en las compañías de teatro y cine.

Un día quiso el destino, que en una tienda, Sara coincidiera con su amiga de infancia Rosario González Cuenca con quien retoma la amistad de un modo muy estrecho y —según numerosas fuentes — establecieron una relación de pareja muy discreta, viviendo juntas hasta la muerte de Sara en 1980, fungiendo Rosario como su secretaria, asistente y agente por décadas. Fue Rosario el más grande apoyo que tuvo, sobre todo en el episodio más oscuro de su vida.

El giro más drástico de su carrera vino cuando la compañía de las hermanas Blanch montó la obra 'Mi abuelita la pobre' con la producción de Francisco Lavergne. Sara audicionó pero no le dieron el papel porque era muy joven (39 años).

Empecinada en hacer el personaje, Sara fue a buscar a Etelvina Rodríguez encargada de hacer caracterizaciones en la compañía de Mimí Derba, quien le prestó vestuario para disfrazarse. Rosario le ayudó a maquillarse y consiguió una peluca blanca. Así salió a la calle disfrazada de anciana para ver si algún vecino la reconocía. Luego fue al dentista y le pidió le sacara 14 piezas de su dentadura natural, para parecer más auténtica. A la mañana siguiente llegó al Teatro Esperanza Iris disfrazada de anciana, pidió hablar con Lavergne y este quedó impresionado: así, en julio de 1934 con 39 años de edad nació en el teatro lo que sería la figura icónica de la abuelita del cine nacional.

Sara, aunque feliz con su carrera, que la llevó a trabajar con Pedro Infante —a quien al principio no toleraba por impuntual y mujeriego, pero finalmente acabó aceptándolo como nieto—, Cantinflas y muchas otras estrellas, también pasó por una última tragedia que la destrozó: su hija Fernanda, que estaba comprometida con Jorge Negrete, falleció el 17 de octubre de 1940 de tifoidea, y fue la gran tragedia de su vida; pero ella nunca se retiró de los escenarios.

A lo largo de seis décadas, Sara García realizó casi un centenar de películas, además de programas de televisión y fotonovelas. Y aunque era de un carácter fuerte que contrastaba con su imagen dulce, siguió siendo popular, aunque causó polémica en 1971 rodó la película más controvertida de su carrera: 'Mecánica Nacional', de Luis Alcoriza, donde interpretaba a una matriarca cruel, glotona y malhablada, y este personaje causó emociones encontradas de su público, sobre todo porque posteriormente fue la imagen indeleble de la Nana Tomasita, en la primera telenovela infantil de México, 'Mundo de Juguete', que se transmitió por tres años seguidos.

Sara García en 1971.
Sara García en 1971 durante el rodaje de 'Mecánica Nacional'. (Cortesía del archivo de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de México)

En 1973 la Compañía Chocolatera Azteca (hoy Nestlé) la invitó para ser la imagen del chocolate en tablilla marca 'Abuelita' para cocinar, aprovechando que está siendo un éxito como la abuela del cine mexicano, y la venta de su imagen fue permanente, asegurando así a la familia González Cuenca ya que Rosario fue su heredera universal, acompañándola hasta el último momento, quedando la huella de una de las más grandes figuras del cine mexicano.

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