Marisa Paredes, la más dramática de las “chicas Almodóvar”

Marisa Paredes en el Festival de Cannes, en 2019; la queridísima actriz española murió a los 78 años
Marisa Paredes en el Festival de Cannes, en 2019; la queridísima actriz española murió a los 78 años - Créditos: @VALERY HACHE

El mundo la celebró como una “chica Almodóvar”, pero de ese fulgor inicial su carrera también la llevó a trabajar con directores de la talla de Roberto Benigni, Arturo Ripstein, Raúl Ruiz, Alain Tanner, Manoel de Oliveira o Guillermo del Toro. Pero María Luisa Paredes Bartolomé, conocida globalmente como Marisa Paredes, jamás imaginaría que de su madrileña Plaza de Santa Ana natal, hija de una portera y con sueños desde la niñez con el mundo del espectáculo, su trayectoria la llevaría a trabajar también para el cine francés y el mexicano y que legaría clásicos del cine español como pocas.

Paredes, quien murió en Madrid a los 78 años, entristece con su prematuro adiós a quien la recuerde desde esa unión de leyenda con Pedro Almodóvar para títulos que cruzan todo el enorme arco voltaico del cine español. Allí están desde su participación en Entre tinieblas a sus protagónicos en Tacones lejanos y La flor de mi secreto. También Todo sobre mi madre (Prime Video y Mubi), Hable con ella (en Netflix) y La piel que habito.

Salma Hayek y Marisa Paredes en Cannes, en 1999
Salma Hayek y Marisa Paredes en Cannes, en 1999 - Créditos: @LIONEL CIRONNEAU

La Academia de Cine Español – que presidió entre 2000 y 2003– enmendó en 2018 con el Goya de honor las dos solitarias nominaciones sin premio que tuvo en 1988 con Cara de acelga, que dirigió José Sacristán y la almodovariana La flor de mi secreto, en 1996, que sí le brindó el premio a la Mejor actriz en el Festival de Cine de Karlovy Vary. Con tan sólo 14 años había sido descubierta por Fernando Fernán-Gómez y entre cine y televisión deja 120 participaciones. Sus inicios datan de la década del sesenta, cuando debutó en 091 policía al habla, de José María Forqué, en un papel pequeño. En esa década también trabajó en Canción de cuna, Historias para no dormir, Carola de día Carola de noche e incluso su rol de Soledad para Luisa Fernanda en las temporadas televisivas de Teatro Lírico Español, al comenzar los setenta. Ya en esta década fue la Maja de Goya, historia de una soledad, y alternó el cine de terror español con el teatro en televisión.

Pedro Almodóvar y Marisa Paredes en la 32a. edición de los premios Goya, el 3 de febrero de 2018 en Madrid
Pedro Almodóvar y Marisa Paredes en la 32a. edición de los premios Goya, el 3 de febrero de 2018 en Madrid - Créditos: @MICHEL GANGNE

Pero su Zoila Gómez para Ópera prima, de Fernando Trueba (en su debut como realizador), le otorgó relieve a su figura en toda España. Desde este rol nada volvería a ser como antes y pocos años después su Sol Estiércol, la madre superiora del convento de Entre tinieblas, dio comienzo a su colaboración extendida en el tiempo con Pedro Almodóvar que la convertirá en un rostro fundamental del cine español. De esa unión irrepetible también llegarían Becky del Páramo, la diva trágica de Tacones lejanos (hoy el Festival de Cannes eligió el magnético momento cuando, con la voz de Luz Casal interpreta sobre un escenario “Piensa en mi” para despedirla en redes); Leo Macías, la escritora de novelas rosas en crisis que firma con el seudónimo de Amanda Gris de La flor de mi secreto; la actriz Huma Rojo de Todo sobre mi madre, presa de una volcánica relación con su pareja Nina, o la intrigante ama de llaves Marilia de La piel que habito.

Todos estos roles, que además de mencionarla como una “chica Almodóvar” la convirtieron en una celebridad mundial, fueron sucedidos por otros tan relevantes como los de Tres vidas y una sola muerte, la última película de Marcello Mastroianni; La vida es bella, de Roberto Begnini y El coronel no tiene quien le escriba, donde era la mujer del coronel surgido de la pluma de Gabriel García Márquez en la lente de Arturo Ripstein, junto con la profesora mutilada del orfanato en El espinazo del diablo, de Guillermo del Toro.

Inconfundible como voz, su talento también le permitió abrazar la escena teatral con obras como El apagón, de Peter Shaffer; Orquídeas a la luz de la luna, de Lluís Pasqual; Ligazón, de Valle Inclán; La estrella de Sevilla, de Lope de Vega; Las criadas, de Genet; Hamlet, de Shakespeare; Sonata de otoño, de Bergman. Autores que para cualquiera significan una enorme carrera pero que para Marisa Paredes eran los ilustres peldaños de un descubrimiento futuro. Abrazó con tanta intensidad la actuación como la militancia de izquierda y todas y cada una de las causas en las que consideraba que su voz – esa magnética e inconfundible- debía estar presente. Su sonrisa era plena y su conversación, allí donde a ella se la cruzara, instantánea.

La actriz preparaba su regreso al teatro para la próxima temporada
La actriz preparaba su regreso al teatro para la próxima temporada - Créditos: @GABRIEL BOUYS

Marisa Paredes estuvo casada con el realizador español Antonio Isasi-Isasmendi, con quien tuvo a su única hija, la también actriz María Isasi. El fotógrafo, conservacionista y exdirector de la Filmoteca Española, Chema Prado, fue el gran amor de su vida. Con él estuvo mas de cuatro décadas, hasta su final.

El domingo pasado, Paredes había ido a ver al teatro a su hija; días atrás alzaba el premio a la trayectoria del Festival de Granada, donde precisamente declaró: “A mí me retirará la muerte, contra esa no puedo luchar, pero que tarde en venir mucho, que tengo una nieta de tres años y quiero verla crecer y acompañarla en el camino de la vida todo lo que pueda”.

Tenía una torre de proyectos y un estreno teatral para la próxima temporada. Nada hacía suponer que Prado la llevaría a la clínica cuando la actriz sintió que su enorme energía la abandonaba. Fue un infarto que rompió además el corazón de miles de admiradores de su talento, de muchos conocedores de su simpatía y de todo el cine español que nutre en las redes sociales una despedida a la altura de su leyenda.