Yahoo Estilo Marisol Santacruz, la actriz rebelde que dejó la TV por otro gran amor y ahora quiere regresar
Cuando Marisol Santacruz se convirtió en Rostro del Heraldo a sus 15 años, la fama casi se le había concedido: el reconocimiento por parte del diario El Heraldo le sirvió para ser contratada en varias campañas publicitarias (la de la cerveza Superior, por ejemplo, para después convertirse en "la Rubia Superior" y "la Rubia de Categoría") y después transitar hacia la televisión en telenovelas de horario estelar (Alcanzar una estrella, Cañaveral de pasiones, Alma rebelde). Entre villana juvenil, joven enfermiza o madre imaginaria, algunas veces como comediante, la actriz fue una constante en la pantalla chica.
Hasta que desapareció.
Oficialmente, Marisol tuvo sus últimas actuaciones en la telenovela Libre para amarte que protagonizó Gloria Trevi y en la cinta El sacristán en 2013. Un año después fue invitada especial en el programa de comedia Estrella2, y después su presencia se fue diluyendo.
En 2017, la revista TV Notas publicó un artículo en el que refería que la actriz se dedicaba a atender una clínica de belleza en la que invirtió "todos sus ahorros", misma que perdió a raíz de la pandemia de covid-19. En este lapso, Marisol poco a poco ha retomado la actuación con algunas series y programas unitarios, con la esperanza de pronto volver a una telenovela.
Además de su emprendimiento, Cruz se enfocó en un proyecto más íntimo: la crianza de su hijo Luis Miguel, razón por la que también decidió olvidarse de los foros.
"Amo actuar, amo mi trabajo, el teatro, la televisión, ahí crecí, amo una carrera que amo muchísimo y me encanta, pero tuve que tomar prioridades en la vida y en la forma de priorizar se ve la madurez de las personas y tuve la oportunidad de poder hacerlo, de poner stop y dedicarme un poquito más a mi hijo (...), yo quería estar con mi bebecito", cuenta la también modelo a la periodista Inés Moreno.
El anhelo de querer estar al lado de su hijo también surgió de la experiencia de otros compañeros y de la propia, cuando escuchaba los reclamos de esos otros niños y las ausencias de sus padres. "(Me dije) '¿qué hubiera querido yo?, que mi mamá me estuviera esperando con la sopita caliente. Yo siempre busqué a mi mamá y no estaba", precisó.
Una cirugía a su pequeño en la que no pudo acompañarlo la llevó a tomar la decisión final, aunque esa también le hizo cuestionarse si fue lo correcto. "Como mamá necesitas estar, nos partimos en mil y queremos estar con el hijo, con el marido, con el perro, así somos, pero en un momento no me sentí capaz de estar en todos lados, (pero) estoy haciendo la telenovela de mi vida y estoy muy contenta".
Los años de estrellato
Luis de Llano fue el primer productor que la llamó a la pantalla chica e hizo su debut en Alcanzar una estrella protagonizada por Mariana Garza y Eduardo Capetillo. Le siguió Atrapada con Ernesto Alonso, el señor telenovela, Valentín Pimstein "me decía 'mijita' y me regañaba", y Emilio Larrosa, con quien tuvo una pequeña fricción (presuntamente por teñirse el cabello de castaño) o, como lo considera ahora, una vacilada de su parte.
"Un día me dijo 'señorita, usted me cae mal... pero trabaja muy bien'. A lo mejor me quería decir lo segundo pero primero fue el chascarrillo, y la verdad, es que los productores me imponían", recuerda.
Quizá por ese chiste surgió por la fama de rebelde que se había formado y tenía razón para ello, dado que se le conocía como "la Rubia Superior" y los estereotipos tan marcados del siglo pasado. "He sido muy rebelde porque soy muy profesional, rebelde en cuanto a que había una novela donde todas estábamos güeras y yo decía 'no, quiero ponerme el pelo café, porque si todas nos vamos a ver güeras...', los personajes deben ser diferentes".
Y como toda joven en ascenso, el ego se impuso cuando el poderosísimo Emilio Azcárraga le mencionó de un proyecto que, parecía, estaba destinado a ella: Marisol, producida por Juan Osorio. "Cuando la empezaron a escribir, el señor me dijo que estaban escribiendo casualmente una telenovela llamada Marisol, y yo le dije '¡pues qué bonita novela!', yo ya me hacía, y si te lo dice alguien así... no sé por qué me la habrán quitado". Erika Buenfil fue la protagonista de esa historia.
Pero el papel por el que la mayoría la recuerda fue Carita de ángel con Daniela Aedo como la estrella infantil. La niña daba vida a 'Dulce María' quien había perdido a su mamá Angélica (Cruz) y gracias a su imaginación, esta cobraba vida y hablaba con ella quien le aconsejaba y le narraba cuentos maravillosos.
"Lo viví como un protagónico porque a mí me tocó ir a la gira, a China, y a todos lados porque la niña no podía ir porque era chiquita", dice.
¿Le faltó el protagónico? Lo descarta por completo. "Creo que el crédito te lo ganas cuando haces un buen papel y la gente no te olvida; tengo fans en Brasil (gracias a Carita de ángel), porque hicimos una gran novela".
Sobre su regreso, en días pasados volvió a Televisa para una sesión de fotos y a actualizar su estatus, pues sabe que los papeles jóvenes ya no son para ella. "Mi formación fue 'no quiero ser la más bonita de la telenovela', mi formación fue 'quiero ser la mejor actriz' y lo que tenga que ser".
