El menú 2025 del CETC: de una ópera interpretada por zapateros a 90 pianistas que tocarán 22 horas seguidas
El nombre del músico, compositor y gestor cultural Martín Bauer está íntimamente asociado con las búsquedas contemporáneas, lo experimental y lo no convencional en las artes escénicas. Por eso, inevitablemente, algunos términos se repetirán durante esta nota. Creó y dirigió el Ciclo de conciertos de música contemporánea que tuvo lugar en el Teatro San Martín, hasta 2006. Codirigió el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC) entre 2002 y 2007. Fundó y estuvo a cargo del Centro de Experimentación del Teatro Argentino (Tacec), entre 2009 y 2014. Al año siguiente, se hizo cargo de la dirección general de la sala pública de La Plata.
Desde el lejano 2011, aunque hubo varios cambios de gestiones en el Teatro, dirige el programa contemporáneo del Teatro Colón. A fin del año pasado, al mismo tiempo que realizó una nueva versión del Festival No Convencional, que ocupó espacios no tradicionales; los actuales directivos del Colón le propusieron que vuelva a hacerse cargo de CETC. Recién llegado de México, Bauer -quien forma del equipo curatorial del Festival Cervantino y montará este año una ópera en el Palacio de las Artes, la sala que dirige Marcelo Lombardero- habla con LA NACION de la continuidad del ciclo dedicado a lo contemporáneo y de su regreso al Centro de Experimentación del Teatro Colón.
“Mi retorno al CETC tiene mucho de lo antes, pero también mucho de lo actual -apuntó el curador-. Buenos Aires no es la misma ciudad de cuando llegamos al CETC en 2002 con Diana Theocharidis. En aquel momento se vivían momentos de una efervescencia extraordinaria. Ahora no es así y el objetivo es volver a recrear esa situación de que todo es posible, aunque no lo sea. Hay algo en la Argentina que cambió y eso nos enfrenta a un gran desafío. Claro que existe una reserva cultura fuertísima, que se va heredando. Por eso, aunque en estos momentos sea tan difícil hacer cine, las escuelas de cine están repletas de alumnos. Buenos Aires un ciudad con un público muy sofisticado, por suerte; hay una reserva de heterogeneidad cultural muy potente. Lo que uno tiene que hacer desde un lugar público es insistir, proponer y abrir la puerta para que alguien haga lo que no se puede ahora”.
-De esa heterogeneidad se hizo cargo la programación del CETC de tu período anterior, que fue algo así como la época dorada del Centro de Experimentación. ¿La programación de 2025 vuelve a levantar la bandera de la heterogeneidad escénica?
-En principio, sí. Me gusta eso. Lo previsto para este año incluye a una artista inclasificable como Melisa Zulberti, que es una creadora muy potente. Habrá un trabajo del compositor Valentín Pelisch, un artista que está por fuera del mainstream, o el músico Lucas Urdampilleta estará en un ciclo llamado Solos, en el que se presentarán El pueblo unido jamás será vencido, del compositor norteamericano Federik Rzewski; María Inés Aldaburo leerá El Martín Fierro ordenado alfabéticamente, de Pablo Katchadjian; y la bailarina Marina Giancaspro hará Trío A, de Ivonne Reiner, una coreógrafa de Judson Church de fines de los 60 y principios de los 70 íntimamente ligada a creadores como Trisha Brown, John Cage y Merce Cunningham. Hay mucho de lo que siempre he programado y mucho nuevo también.
Lo nuevo, claro, más allá de las búsquedas artísticas, está definido por los parámetros económicos. “La programación está ajustada a las posibilidades presupuestarias del Colón, hay que decirlo. Yo haría más si pudiera, pero bueno... No se puede ahora, se podrá el año que viene; eso espero. Más allá de esas cuestiones, cerramos la programación con Erik Satie [se cumplen 100 años de su muerte] con Vejaciones, con la participación de 90 pianistas de diversos estilos, edades y formación. Y abrimos con la ópera Experimentum mundi, dirigida por Urdampilleta, de la que participarán trabajadores escenotécnicos del Colón, como zapateros, albañiles, herreros, panaderos y escultores. Buenos Aires es una ciudad plebeya. Todavía no necesitás ser “el hijo de” para llegar a un puesto. Eso hay que trasladarlo a todo. También al CETC”, apunta.
-Hablabas de puestos de trabajo, ¿cómo fue tu diálogo con las nuevas autoridades del Colón, que preside el uruguayo Gerardo Grieco?
-Tengo un vínculo muy claro y bueno con Grieco, lo mismo que con el director de ópera Andrés Rodríguez y con Gustavo Mozzi, el director de música. Hablo con ellos de igual a igual, no podría hacerlo de otro modo. Cuando dirigí al Teatro Argentino de La Plata, que tenía una enorme variedad de conflictos gremiales, les aclaraba a los trabajadores de la sala que yo no era el dueño del teatro. Hay que tener muy en claro eso para gestionar una sala pública.
-¿Esa instancia de diálogo con los trabajadores, sentís que existe en el Colón actualmente?
-No lo sé a nivel general porque no estoy allí en el día a día, pero hace 30 años que estoy en el Teatro. Por eso me animo hacer una obra en la que los técnicos del Colón participen artísticamente. Sé quienes son. Sé que quieren al teatro. Y por eso cerramos con Vejaciones, de Erik Satie, en el que puede tocar el piano tanto Marta Argerich como el pibe que entró al Conservatorio hace tres meses. Toda esa herencia cultural tiene un peso en la actualidad y es buena ponerla sobre la mesa. En esta ciudad existió la Revista Sur como el Instituto Di Tella. No importa que aquel que está sentado en la otra mesa del bar no sepa de las existencias de una cosa como de la otra, pero estoy seguro está afectado por la existencia de todo aquello. A esa herencia hay que sostenerla. En el mundo de las artes escénicas, todo ese legado tiene un peso propio muy importante.
-¿Con qué te encontraste en el CETC, que venía de ser dirigido justamente por quien trabajó con vos en el período anterior?
-Diana Thecoradidis, persona extremadamente capaz, tuvo una dificultad económica tremenda y tuvo que trabajar a bordereaux. Eso es un problema. A mí me tocó levantar ese break point. Cuando asumimos los dos, en 2002, tuvimos que levantar otro break point porque el CETC venía con otro perfil. Nosotros fuimos los que le dimos entrada a creadores como Alejandro Tantanian, Emilio García Wehbi, Diana Szeinblum o hasta León Ferrari. Tengo muy en claro que el CETC necesita de un presupuesto, que no se puede manejar como si fuera un boliche. Esa discusión la estoy dando. Este año no se trabajará con bordereaux.
-Aquello fue durante la gestión de Jorge Telerman, quien terminó dejando su cargo en agosto.
-Se le hizo muy difícil dirigir el Colón, hizo lo que pudo. En lo personal, yo tengo un agradecimiento hacia Telerman, porque gracias a él se pudo montar, por ejemplo, Einstenin on the beach, la ópera de Philip Glass y Robert Wilson. Pero la política en la Argentina se come todo. La ansiedad que existe en los políticos argentinos es demencial. No hay una sola persona tranquila que se pueda dedicar a la política, lo aseguro.
-Desde hace años estás a cargo de la programación del programa contemporáneo. ¿Cómo se articula esa franja curatorial en medio de una programación del 2025 de corte tradicional?
-Siempre hay diálogo entre una cosa y la otra. Es un complemento, no un contrapeso. Quien me invitó para hacerme cargo de este programa fue Pedro Pablo García Caffi, cuando asumió la dirección. Hicimos cosas increíbles que, por las razones que sean, no se presentan en la programación tradicional. La gestión actual del Colón arrancó muy sobre el final del año pasado y se tiene que acomodar, es lógico. El ciclo arrancará con Rothko Chapel y la Sinfonía de los salmos, dos obras maestras de la música espiritual del siglo XX, interpretadas por el Grupo Vocal de Difusión que dirige Mariano Moruja; La Bella y la Bestia, la película de Jean Cocteau con música de Glass, y volverá el pianista finlandés Joonas Ahonen, entre otras propuestas.
-Si hacemos un pantallazo por los organismos o festivales destinados a propuestas escénicas experimentales y performance, los nombres de su gestores y curadores se vienen repitiendo, como el tuyo, que volviste al CETC lugar que llegaste en 2002. ¿Por qué creés que sucede esto?
-Yo lo acepté porque era algo que tenías ganas de hacer. Pero recuerdo que cuando dirigí el Teatro Argentina llamé para el Tacec a Cynthia Edul [quien actualmente dirige el ciclo Paraíso Club]. No sé cuánta gente la conocía en aquel momento como gestora, era evidente su talento. La cuestión es cierta, para nombrar a alguien nuevo hay que animarse mucho. Lo que también tengo en claro que el Colón es un elefante que no es fácil manejar. Vivimos un tiempo hostil. Desde un lugar público, todo lo que uno tiene que hacer es, en lo posible, disipar la incertidumbre.