Mark Zuckerberg y la intrahistoria de su comentado cambio de imagen
Desconcierto en Silicon Valley: Mark Zuckerberg, el director ejecutivo de Meta, y poseedor de una fortuna de ciento setenta y siete mil millones de dólares, ha dado un giro a su estilo. Sus actuales camisetas con mensaje, muy distintas a las clásicas que solía llevar, suponen una rebelión frente al uniforme techn al que nos tenía acostumbrados. El CEO ya no es el que era y su manera de vestir lo delata. Este coqueteo con la moda, acontecido en el corazón de Silicon Valley, no ha pasado desapercibido.
Los mensajes estampados en las camisetas de Zuckerberg, en griego y latín, tienen miga: de Phatei mathos (aprender a través del sufrimiento), la famosa máxima de Esquilo; al más juguetón Aut Zuck, aut nihil (un juego de la clásica O César, o nada a O Zuckerberg, o nada), esta innovación en la manera de vestir del CEO de los CEO llega al paraíso nerd como un soplo de aire fresco. Sin embargo, hay quien asegura que este coqueteo de Silicon Valley con el mundo de la moda esconde una estrategia pensada al milímetro. La relación entre Alta Costura y Nuevas Tecnologías ha vivido por distintas etapas. En la actualidad, Silicon Valley parece dispuesto a hacer concesiones y acuerdos. He aquí la historia de una relación que se afianza con el tiempo.
¿Estamos ante el final del 'vestir aburrido'?
Aunque la creación de Silicon Valley, como paraíso terrenal de las industrias tecnológicas, se remonta a mediados del siglo pasado, el boom definitivo fue en 2019, fecha en la que los beneficios generados por los genios informáticos abrumaron al planeta. Los cerebritos del mundo entero trasladaron su talento y empresas al sur del área de la bahía de San Francisco. Silicon Valley se convirtió en el epicentro de la innovación, en el nuevo Wall Street, en el refugio de alguna de las mentes más brillantes del planeta. Entre estos emprendedores con ganas de dejar huella estaba Steve Jobs, un auténtico pionero. Steve Jobs fundó en 1976, junto a su compañero de la adolescencia, Steve Wozniak, Apple.
Jobs, dicen que inspirado nada más y nada menos que por Einstein –quien vestía siempre con traje gris para evitar perder tiempo y energía en tomar decisiones banales–, dio las pautas y generó sin quererlo un código de vestimenta, que nada tenía que ver con el anterior, para las nuevas generaciones de CEOs. Con su ejemplo, mostró que no era necesario el traje y la corbata para transmitir una imagen de eficiencia y poder: sus jerseys de cuello Perkins (siempre oscuros, todos iguales), sus pantalones vaqueros y sus deportivas se convirtieron en el uniforme que lo identificaba y distinguía.
Hace años, Victoria Hitchcock, estilista y asesora de imagen en Silicon Valley, reflexionó al respecto en GQ: “Steve Jobs creó una moda y funcionó para su estilo de vida […] Cuando comienzas a trabajar con muchos de estos líderes de opinión, detectas algunas similitudes en la forma que funcionan sus cerebros; descubres que, en realidad, muchos de mis clientes no tienen esa habilidad natural de vestirse. Es tan difícil para ellos vestir cada día de una manera diferente como sería para mí hacer un esquema para la NASA. Es demasiado esfuerzo. Les causa dolor. Esa es la razón por la que tanta gente viste su uniforme. Es lo más fácil”.
Steve Jobs abrió la brecha. Acudía a las presentaciones de Apple vestido “sin esfuerzo”. Otros emprendedores siguieron su ejemplo. Detrás de esa actitud, se escondía una nueva forma de ser y pensar. Para la socióloga Carrie Yodanis: “La capacidad de hacer como que tu imagen no te importa es el privilegio exclusivo de aquellas personas cuya posición social es lo suficientemente elevada como para fingir que no les importa”. En el siglo XXI, los genios de Silicon Valley reinaban a sus anchas en un mercado que los idolatraba. En lapsos de tiempo muy cortos convertían sus artilugios informáticos más que en un lujo en una necesidad. Los millennial que reinaban en Silicon Valley ya no tenían que hablar a través de su ropa: el éxito de sus aplicaciones y los ceros de sus fortunas hablaban por sí mismos.
En esta línea, ¿qué tienen en común, por ejemplo, Elon Musk, Jeff Bezos, Tim Cook o Evan Spiegel? Que su manera de vestir respetaba el esquema de “sota, caballo y rey” o, lo que es lo mismo, de “camiseta, deportivas y vaqueros”. En paralelo, el mundo de la moda bostezaba ante la imagen uniformada de estos avezados CEOs y se sentía inquieto ante la idea de que el ejemplo de estos hombres y mujeres poderosos se esparciera por otros ámbitos.
¿Crisis de la mediana edad?
Cuando Miranda Kerr y Evan Spiegel, CEO de Snap Inc., se casaron en 2017 hubo quien pensó que la top model australiana ayudaría a generar otro tipo de relación entre el mundo de la moda y el de las nuevas tecnologías. De hecho, dos años antes, en 2015, algo insólito había ocurrido en Silicon Valley: se había celebrado la primera edición de su Semana de la Moda. Hasta entonces, moda y tecnología se habían mirado de lejos y con suspicacia.
La Silicon Valley Fashion Week sorprendió a propios y extraños. Parecía un evento anatópico, algo que no tenía cabida en el imperio floreciente de los hombres y mujeres de camiseta gris o negra. Pero se llevó a cabo y, a su manera, tuvo su repercusión. Una marca local, Betabrand, presentó su línea de ropa, cien por ciento pensada para los emprendedores nerds. Según Christopher Linland, su fundador, cada una de las prendas de aquella colección valía igual “para ir al trabajo, a reuniones o de fiesta. Es tan de San Francisco, como el yoga o el kale”. La guinda del pastel de esta primera Semana de la Moda fue el desfile que cerró la edición: un desfile de ropa voladora, con las prendas desfilando colgadas de los drones. Fantasías futuristas que siguen cautivando a los habitantes de Silicon Valley.
Pero regresemos al impacto causado por este moderno Mark Zuckerberg. ¿Tendrá algo que ver la nueva imagen de Zuckerberg con los vaivenes de Meta? En los últimos años, su empresa ha sufrido la volatibilidad e imprevisibilidad de las redes sociales. En 2022, las acciones de Meta, después de un próspero 2021, cayeron hasta un setenta y cinco por ciento, pero este 2024 han subido un sesenta por ciento. Son varias las teorías que se manejan para justificar los cambios en el modus operandi de Zuckerberg. Porque las camisetas son solo la punta del iceberg de ciertas modificaciones en su manera de vivir. La compra de un megayate, de más de trescientos millones de dólares, y sus lujosas vacaciones navegando por el mediterráneo hubieran sido impensables hace un lustro, cuando se caracterizaba por su extrema austeridad.
Hay quien habla de una “crisis de la mediana edad” del CEO de Meta. El pasado 14 de mayo cumplió cuarenta años y, quizá, piensa que ya es hora de romper esquemas sin tener que dar explicaciones a nadie más que a su esposa, Priscilla Chan, con quien lleva doce años casado y es la madre de sus tres hijas, Maxima, August y Aurelia.
Otros dicen que se trata de una estrategia comunicativa, según se deslinda del contenido de un mail, hecho público, entre el fundador de Facebook y Peter Thiel. The Times comentó en su día: “En 2020, Zuckerberg mantuvo una serie de conversaciones con su mentor de toda la vida y exmiembro de la junta directiva de su empresa, Peter Thiel. Estuvieron de acuerdo en que Zuckerberg tenía que convertirse en alguien aspiracional para los clientes más jóvenes”.
Por último, los últimos movimientos tal vez tengan que ver con el fino olfato de Mark Zuckerberg para detectar las oportunidades de negocio. En el caso de las camisetas que llevó, por ejemplo, cuando grabó el podcast Acquired en el Chase Center de San Francisco, estas pueden formar parte de un nuevo negocio. Como él mismo anunció: “He comenzado a trabajar en una serie de camisetas con algunas de mis máximas clásicas favoritas”. Las famosas camisetas las ha realizado en colaboración con el diseñador californiano Mike Amiri y podrían ponerse a la venta en un “lanzamiento limitado”. No sería su primera colaboración con una firma de moda, porque en septiembre Meta lanzó, en alianza con Ray-Ban, la nueva generación de las Ray-Ban Meta Smart Glasses, el gadget que ha revolucionado el mercado tecnológico.
Jeff Bezos, Elon Musk y la moda
Mark Zuckerberg no es el primero ni será el último gurú de Silicon Valley que se alíe con el mundo de la moda. Sin ir más lejos, en 2022, Elon Musk, no contento con sus coches eléctricos y sus viajes espaciales, decidió probar fortuna con los perfumes, y lanzó Burnt Hair con el siguiente eslogan: “La fragancia más fina de la Tierra”. Según se publicó en su día, el negocio fue floreciente pues en una semana se agotaron las treinta mil unidades que comercializó, lo que pudo haberle supuesto unos ingresos de tres millones de dólares. Por otro lado, su madre, Maye Musk, a los setenta y seis años aún trabaja como modelo.
Jeff Bezos también ha sorprendido, especialmente tras iniciar su relación con Lauren Sanchez, por su giro de austero hombre de negocios a fan de la moda. De hecho, en la pasada edición de la MET Gala, Jeff Bezos y Lauren Sanchez desfilaron por primera vez por la prestigiosa alfombra roja de los Oscar de la Moda, algo realmente inédito para un emprendedor de su rubro. Ver al fundador de Amazon con pajarita y a su prometida con un fabuloso vestido de Oscar de la Renta dejó a más de uno sin palabras.
Hay quien no ve tan disparatado esta íntima relación entre moda y nuevas tecnologías. Según Marissa Meyer, ejecutiva de Yahoo: “Diseñar un software no es tan distinto a diseñar vestuario”. La relación entre Alta Costura y Alta Tecnología cada vez es más estrecha. Los tiempos han cambiado… y Mark Zuckerberg lo sabe.