La melodía de Dios: la triste historia detrás del hit de Tan Biónica y su relación con El día de la marmota
“Todas las mañanas del mundo y esta angustia barata / El reloj amenaza y retrasa y la falta que hacés en la casa”, canta Chano Moreno Charpentier en el comienzo de “La melodía de Dios”, el segundo single de Destinología, el tercer disco de Tan Biónica editado en mayo de 2013 que cargaba en sus hombros no solo con la presión de estar al mismo nivel de Obsesionario sino, sobre todo, con la de entregar una catarata de himnos del desencanto, esos que tanto han signado al grupo formado en el año 2002. La misión tácita empezó a cumplirse con el lanzamiento de “Ciudad mágica” (un hit irrebatible, aunque sin la impronta nostálgica que caracteriza a las composiciones de Chano), pero fue en “La melodía de Dios” donde se gestó, una vez más, esa mística de las letras vertidas en “el diario del espanto”, aquel que se menciona en otra joyita del grupo, “Pétalos”.
Esa frase de apertura del tema que se escuchó por primera vez el 21 de abril de 2013 contenía una carga emocional ineludible y también funcionaba como perfecto prólogo del leitmotiv de una canción cuya melodía le llegó a Chano súbitamente, como si no hubiese sido el factótum de ésta sino una entidad superior que la hizo llegar a sus manos. De allí su título. “Yo no soy creyente, pero me bajó esta melodía, y yo no la podía tocar en el piano, entonces por eso le puse ‘La melodía de Dios’”, explicó en una entrevista radial. En ese momento, el músico estaba atravesando dos situaciones que lo sumían en esa “angustia barata”, en esa realidad donde primaba la catástrofe, palabra que tiñe una letra de un modo tan visceral como el adjetivo desarmado, una forma concreta de expresar un estado de desintegración que Charpentier conocía muy bien.
En “La melodía de Dios” se fusiona una separación romántica (el músico estaba viviendo el duelo por la ruptura con una pareja) con la inminente muerte de su padre. La letra sintetiza esa etapa turbulenta y dolorosa, donde el hacerles frente a las ausencias era inevitable, por lo que había que buscar “un sol ahí”, una manera de conciliar con lo fáctico. Esa manera, para Chano, fueron las palabras, esas tan identificables para todos los que buscan detener el tiempo o, en este caso, rebobinarlo.
Una separación en un mundo sin colores
“En la canción escribo sobre acuarelas, porque la novia de quien me estaba separando pintaba”, explicó el músico sobre su composición otoñal en la que todo se siente, paradójicamente, desdibujado, sin color ni forma, con la impotencia que genera una hoja en blanco. “Mi vida se estaba repitiendo, era insoportable, sentía que todos los días me despertaba en la misma rutina, en el mismo día, como en El día de la marmota”, expresó Charpentier, en alusión a la película de Harold Ramis protagonizada por Bill Murray.
La sensación de tener que convivir con la ausencia de una pareja y con un mundo que se va despintando solo es transmitida por Chano con ese sello poético de sus trabajos, pero también con frases más concretas, más directas, reminiscentes a las que podemos encontrar en las del disco Canciones del huracán, como el caso de “La ensalada”. Aquí, el equivalente a ese “¿A dónde estás? No te puedo hablar”, lo encontramos en una confesión desvelada: “A la noche te extraño, te extraño”.
De todas formas, en “La melodía de Dios” hay una angustia que resuena más fuerte, aquella vinculada a la enfermedad con la que estaba batallando el padre de Chano y su hermano Bambi, y un diálogo con su abuela que surgió en ese momento. “Mi abuela no tenía consuelo, me preguntó qué se podía hacer, y como yo sabía que no tenía solución, pero tampoco le quería mentir, le dije que podía hacer que el tiempo no pasara, que podía atrasar las horas, atrasar el tiempo”, manifestó el artista en la misma entrevista radial en la que profundizó sobre uno de los mayores éxitos de la banda que se reunió este año. El anhelo de modificar el curso de las cosas, de jugar de manera fútil con el reloj, se cristaliza en una fecha: el 4 de noviembre. “No pasó nada ese día”, reveló Charpentier. “Es una metáfora sobre esa vida en la que pasaba siempre lo mismo, una referencia a ese día de la marmota” , reiteró.
Si bien la mención de meses y fechas son un recurso que se repite en varias canciones de Tan Biónica (“Hola noviembre” también integra Destinología), ese “4 de noviembre” fue un día que los fanáticos de la banda hicieron propio, la jornada elegida no solo para celebrar al grupo sino también para enviarle, a través de diferentes vías, todo su apoyo a Chano en su lucha contra las adicciones y las batallas cotidianas. Por lo tanto, la resignificación fue instantánea y hasta romántica, en sintonía con cómo los almanaques, las estaciones y la nostalgia forjaron el estilo del artista.
Un duelo familiar y la música como catarsis
En cuanto al vínculo con su padre, quien llegó a escuchar “La melodía de Dios” antes de su fallecimiento, el músico habló al respecto en diálogo con Jorge Lanata en el programa Hora 25. “El recuerdo que tengo no es de los más lindos. No lo vi tanto durante mi vida (...) No fue un padre muy presente”, contó. “Yo valoro el poco contacto que papá tuvo conmigo, hizo lo que pudo. Cuando tenía 15 años se fue a vivir a España, formó otra familia. No tengo resentimiento, admiraba cosas de él, era un tipo que no tenía los valores que yo quería, pero me gustaba compartir cosas con él”, sumó.
Por su lado, Bambi compartió una anécdota muy fuerte en PH: Podemos Hablar, el ciclo de Telefe conducido por Andy Kusnetzoff. “Mi viejo falleció hace unos años durante un concierto nuestro en el Luna Park. Con Chano lo supimos cuando terminó el show. Él era muy joven, tenía 53 años”, relató el músico. “Tenía cáncer de pulmón. Nos enteramos un año antes. Estábamos de gira en Santiago del Estero y nos llamaron de España; él había vivido los últimos diez años allá. Y bueno, se enfermó. Al principio él lo negó bastante entonces tuvimos que ir a buscarlo y lo trajimos”.
Asimismo, Bambi contó que eventualmente pudieron perdonar a su padre por sus errores. “Yo lo hice con el tiempo. Yo creo que Chano también, le escribimos muchas cosas, muchas canciones”, reveló y se retrotrajo a ese momento en que su papá murió mientras ellos estaban arriba del escenario. “Esa noche que tocábamos en el Luna Park nos invadía una emoción porque de pronto llegar a un lugar como ese, eran cuatro funciones, cuatro días seguidos de 9.000 personas que habían pagado la entrada y con la ilusión de estar ahí y que no tenían ni idea de lo que nos estaba pasando”, recordó Bambi.
“En un momento del concierto, nosotros hacíamos unas canciones acústicas solos en el medio del escenario y nos miramos y entendimos qué había pasado. Cuando bajamos, vimos las caras largas del equipo, ellos ya lo sabían y no nos dijeron. Yo creo que Chano también sospechaba y yo no sabía nada. Él me miró y me apoyó el brazo y me dijo ‘este es el mejor lugar en el que podríamos estar en este momento’. Y yo dije: ‘la vida nos puso acá por algo’, porque tal vez en otra circunstancia te vas a tu casa a llorar. Y entendimos que también ofrecer algo a los demás era como pasar por ese duelo. Terminó el show, nos fuimos a velarlo y al otro día teníamos otro show. El duelo lo dejamos para un tiempo después”, expresó Bambi.
“La melodía de Dios” es, ante todo, un tema sobre el reloj como enemigo, pero también como aliado. El paso del tiempo puede subsanar “esas penas acompañadoras”, puede sumirnos en “domingos y jueves de espanto”, pero también puede ubicarnos en un instante, una fecha, una situación que vale la pena rebobinar y reproducir, rebobinar y reproducir, como si fuera un ejercicio en loop para volver a pintar las acuarelas. Todas.