Mitos y verdades sobre el vestidor de 'Marie Antoinette', la serie sobre la última reina de Francia
Cuando María Antonieta llegó por primera vez a Francia para ocupar su lugar como delfina, solo tenía 14 años. Austria había pagado 400.000 libras por su ajuar, un espléndido traje de novia austriaco, pero fue detenida en la frontera por el séquito de Luis XV, que la despojó de su ropa como un acto simbólico en favor de la indumentaria made in France. Esto era esencial para que la joven princesa pudiera ser presentada como futura reina ante los cortesanos de Versalles, pues la moda era, durante ese tiempo, un poderoso emblema de la nacionalidad. La transformación había comenzado.
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La serie Marie Antoinette desata polémica
Más de 300 años después de su trágico encuentro con la guillotina, María Antonieta sigue reinando como figura cultural en el oscarizado filme de Sofia Coppola (2006) o musa para diseñadores de la talla de John Galliano, Vivienne Westwood y Jeremy Scott. Ahora, en un giro inesperado, la galardonada guionista Deborah Davis (La Favorita) se ha propuesto desafiar todo lo que conocemos de la última reina de Francia con la nueva serie Marie Antoinette, una producción anglo-francesa que vio la luz este mes de noviembre en Canal+.
“La gente la ve como una chica fiestera que solo se preocupaba por las pelucas y los vestidos, pero vamos a retratarla de una manera mucho más emancipada”, así lo resumió su protagonista Emilia Schüle, que ya se enfrenta a las críticas de la prensa francesa por el enfoque feminista y político del proyecto.
El diario Le Figaro tildó a Marie Antoinette de ‘insulto grotesco’, mientras que The Telegraph señaló que no se trata de un personaje que podamos adaptar al estándar moral de nuestros días, como sí ocurre con series de fantasía al estilo de Los Bridgerton. Todo ello, sumado a las licencias que se tomaron en torno al icónico vestuario de la monarca, sembró una polémica que solo ha conseguido aumentar los ratings antes de la emisión de su final de temporada.
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¿Quién fue Rose Bertin, la 'Ministra de la Moda'?
María Antonieta fue una figura crucial para solidificar el título de Francia como imperio de la moda europea durante el siglo XVIII. Como muchas de las celebrities más imitadas en la actualidad, ella también utilizó los servicios de un estilista. Rose Bertin, una plebeya criada en palacio, ejerció como ‘Ministra de la Moda’ hasta 1793. Durante la Revolución, Bertin trasladó su negocio a Londres, donde continuó atendiendo a mujeres de la corte francesa, residentes allí en calidad de exiliadas.
A Bertin se le dio rienda suelta para crear vestidos formales de lo más exagerados, destinados a ser lucidos en la corte. Algunos historiadores señalan que María Antonieta ordenaba más de 300 diseños cada año y que nunca llegaba a usarlos dos veces. La diseñadora y sombrerera pronto atrajo a otra clientela adinerada cercana a la cúpula de Versalles, lo que la convirtió en una mujer rica por derecho propio. Entre sus compradoras, encontramos a la amiga más cercana de María Antonieta, la princesa de Lamballe, así como a la retratista Vigée Le Brun.
Un reto casi imposible: vestir como María Antonieta en el siglo XXI
Durante el rodaje de Versailles, precuela de esta serie, el productor Claude Chelli tuvo que hacer frente a los obstáculos de realizar un drama de época: tan solo un cambio de vestuario y pelucas puede llevar casi dos horas. Marie Antoinette supuso un desafío incluso mayor porque su protagonista se “cambiaba de look cada 10 minutos”, según confesó a Variety. La primera temporada requirió 140 trajes completos hechos a mano para los protagonistas.
La diseñadora de vestuario Marie Frémont supervisó cada detalle para dar vida a una versión fiel, pero moderna, de la historia. Los estilismos están realizados parcialmente por artesanos franceses, muchos de los cuales trabajan para grandes firmas de alta costura, como Chanel. De hecho, dos de los vestidos que luce la Reina en escenas claves de esta primera entrega pertenecen a los archivos de la casa Dior. Sin embargo, no todo recae en las manos expertas de los couturiers.
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Menos rococó de lo esperado
El equipo se encontró con una preocupante escasez de vestuario de época, debido a la gran cantidad de series y películas que se están produciendo actualmente, así que tuvo que buscar telas en Italia, Inglaterra y España. Después, se tiñeron de amplia gama de colores y aplicaron unos bordados falsos: “Es una estrategia de ahorro porque podemos mezclar y combinar atuendos más fácilmente y crea una apariencia rica con menos vestuario”, explica Frémont.
El vestuario de Marie Antoinette mantiene los códigos históricos mientras incorpora materiales más ligeros, explora siluetas fluidas y colores poco habituales en la indumentaria rococó. En busca de ideas, Frémont recorrió durante horas el Museo de la Moda de París o Palais Galliera, aunque también se nutrió de los retratos y la correspondencia personal de la Reina.
A cada personaje se le asignó su propia paleta de colores, siendo la de María Antonieta una gama de azules, verdes y grises. Esta es una de las imprecisiones señaladas por la crítica, pero Frémont respalda su visión creativa: “Algunos de los azules son bastante fuertes, no el pastel pálido al que estamos acostumbrados. Quería reflejar la verdad de la época: azul Prusia, azul pato… Los colores se vuelven más audaces a medida que María Antonieta crece en cuanto a poder y fuerza interior”.
Las pruebas de vestuario sí que capturaron a la perfección el zeitgeist del rococó francés. Al menos eso dio a entender Emilia Schüle, que fue trasladada a París inmediatamente después de ser elegida para interpretar el papel: “Teníamos que empezar con el vestuario de inmediato, pero yo no hablo nada de francés. Así que me sentí como una extranjera, como se sintió María Antonieta cuando llegó de Austria”.
Los peligros del corsé de María Antonieta
Tuvo que permanecer inmóvil durante horas para el ajuste de las armaduras, un proceso que la puso nuevamente en la piel de la delfina: “Me ayudó a meterme en el personaje porque, al igual que María Antonieta, me sentía incómoda con los corsés y con montones y montones de tela. Tuve que adaptarme a una existencia completamente nueva”, explicó la alemana en una entrevista para WWD. Estar fuertemente atada alteró sus hábitos alimenticios, le impedía ir al baño y la hizo completamente dependiente de otras personas para vestirla y desvestirla.
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Por esta razón, aunque Frémont abogó por mantener el corsé en el vestuario, se emplearon técnicas modernas para hacerlo un poco más cómodo. María Antonieta era una de las pocas portadoras de les grand corps, una versión más rígida y ajustada del corsé clásico que estaba reservada únicamente para las mujeres poderosas de la corte. Frémont decidió renunciar a esta forma estricta en favor de un corsé estándar al descubrir que incluso la propia Reina se quejaba en su correspondencia del dolor que le provocaba.
El escandaloso robe de gaulle, ropa interior para llevar fuera del palacio
Más allá de las imprecisiones, debemos reconocer que sí hubo réplicas similares de algunos de los vestidos más populares de María Antonieta, como el infame modelo Chemise, retratado en 1783 por Élisabeth Louise Vigée Le Brun. También llamado robe de gaulle, este vestido blanco, fluido y de cintura ceñida está realizado con algodón, un tejido típicamente empleado para elaborar la ropa interior en aquella época.
Que María Antonieta llevase este vestido en exteriores era algo inaudito para una mujer de su estatus en el siglo XVIII, pero rápidamente (solo gracias a ella) se puso de moda, disparando en todo el mundo occidental la explotación de algodón, así como el comercio de esclavos en los Estados Unidos.
A lo largo de su vida, los vestidos de María Antonieta se hicieron al estilo de la túnica formal francesa, que ya era tendencia cuando la joven archiduquesa de Austria llegó a Versalles en 1770. El robe à la française se identifica por su amplia falda con enaguas abiertas, alforjas anchas y el uso de una tela pesada adornada con detalles florales. En su formato original, las enaguas iban colocadas sobre un gran armazón o una crinolina de acero que aportaba volumen a las caderas, denominado pannier.
Los productores de Marie Antoinette optaron por reversionar este tipo de vestidos para facilitar la movilidad de nuestra atrevida protagonista, así que sustituyeron el corsé les grand corps por un diseño menos ceñido y restaron volumen a la falda utilizando tejidos más ligeros.