¿Tiene la moda el precio que merece? Por qué la ropa es cada vez más cara (incluso la asumible)
Hubo una época, no tan lejana, en la que existían marcas de moda de fast fashion a pie de calle que podían satisfacer armarios de casi todos los bolsillos. Hoy, exceptuando algunas firmas que venden en pop-ups y plataformas online, la existencia de moda rápida asumible para el medio grosso de la población comienza a escasear. No es que no exista, es que, si los precios continúan creciendo al ritmo que estamos presenciando, llegará un momento donde será complicado renovar armario. Y, aunque puede que no siempre necesitemos hacerlo (de hecho, ayudaríamos al planeta si consumiéramos solo lo necesario), sí que existe cierta nostalgia de tener la posibilidad de elegir y poder hacerlo cuando queramos; de que la decisión esté en nuestras manos o, mejor dicho, que no altere tanto nuestra cuenta bancaria.
Echamos de menos salir de compras e ir a una tienda que siempre hemos considerado asequible sin gastar demasiado en piezas que no valen tanto. Saber que, si, por el contrario, vamos a invertir dinero, lo haremos en una prenda que esté confeccionada en tejidos de calidad, por manos expertas y de manera ética, con un diseño propio, y, en el mejor de los casos, también con prácticas y materiales sostenibles. Lo decimos nosotros como consumidores, y lo confirman expertos como el equipo de la firma de novias e invitadas a medida de Amor Deux: "Siempre habrá materiales nobles, como las sedas o los linos, pero hoy en día existen alternativas sostenibles tanto químicas como naturales que elevan el valor de la prenda. El verdadero lujo en la industria de la moda actual apuesta por tejidos sostenibles, vela por el trabajo justo y emplea la tecnología en favor de la artesanía. Es una moda consciente que se enfrenta a retos y busca soluciones. La moda rápida, sencillamente, se aprovecha de esos nuevos caminos que vamos construyendo, los deforma y los pone a la venta por un precio insostenible".
Hay firmas que nos ofrecen todos, o la mayoría de estos requisitos y que justifican sus precios con su propuesta. Es el caso de muchas de las que están naciendo en los últimos años: no son lo que comúnmente se considera como barato, pero sus características responden al precio que marca la etiqueta con pleno sentido para alguien que entienda de moda. Además, ¿quién define lo que es barato? "Creo que es precisamente de esa concepción de precio alto o bajo de la que debemos escapar, pues la clave está en entender el contexto de cada producto en su sector, su público objetivo y el impacto que ese producto con un precio más o menos elevado tiene en la sociedad. Existen productos de bajísimo valor tanto en confección como en diseño que tienen un precio muy alto, no por ello deben entenderse como lujo", enfatizan desde Amor Deux, animándonos a conocer mejor el sector para poder valorar sus precios.
También resulta fundamental tener en cuenta que nos encontramos en un momento en el que la inflación está en alza, como nos cuenta la danesa Laura Tønder, fundadora y diseñadora de su firma de moda, Kettel Atelier, una marca que centra su propuesta en el upcycling al reciclar telas vintage y darles una segunda vida en forma de nuevas prendas: "El costo de vida ha aumentado, y eso afecta a cada parte de la cadena de suministro en cualquier producción. Desde a los precios de la energía, a los alquileres, o al costo del transporte". Tiene razón: que los precios suban viene dado, en parte, por ese encarecimiento que llevamos presenciando años en casi todas las industrias. Sin embargo, ¿hasta qué punto algunas empresas se han aprovechado de ello para aumentar más de la cuenta sus tasas? Seguro que ya se te ha venido a la cabeza algún nombre de una marca que ha elevado, de más, el costo de sus prendas sin que su diseño y confección haya mejorado de manera proporcional a este aumento. Vamos incluso un paso más allá: es probable que ese nombre en el que has pensado sea de una gran cadena. Un hecho que, en la mayoría de los casos, carece de especial sentido, y no tiene un impacto significativo en la justificación de los precios, ya que las compañías más grandes suelen ser las que dispongan de más recursos para absorber estos incrementos sin trasladarlos completamente al consumidor. Como comenta la diseñadora: "La subida del costo de vida afecta a todos, pero obviamente las empresas más grandes tienen un respaldo económico más fuerte y, por lo tanto, más poder para controlar las circunstancias".
Hay a quien le parece absurdo que las marcas que vemos presentar colecciones en las Semanas de la Moda más importantes del mundo vendan sus prendas con cuantías tan elevadas. Lo cierto es que, además de que la mayoría de ellas cuentan con diseñadores de los que conocemos nombres y apellidos, son las primeras en situar en el foco de nuestra atención las tendencias. Ellas se encargan de dictar lo que vamos a llevar cada temporada y lo que no, pero hay aún más, pues muchas han sido las primeras en ir incorporando prácticas sostenibles y artesanas en su trabajo. Está claro que siempre va a haber detractores de diseños como la bolsa azul estilo Ikea de Balenciaga, así como de sus bolsos con forma de caja de cartón de zapatos, del mismo modo que también existe quién, al hablar de arte, no entiende La Fuente, obra del artista Marcel Duchamp. Es totalmente comprensible, pero cualquiera que entienda un poco de moda no suele dudar de la grandiosidad que presenta cualquier diseño de Alta Costura de Valentino, algún vestido de Carolina Herrera, o el ingenio que Coco Chanel demostró en su día acercándonos la chaqueta de tweed a nuestros armarios. Unas veces pagamos por tejidos, otras por diseño, muchas por la originalidad de una idea, otras por una puesta en escena, y en los mejores y en los casos más meritorios, por todo ello.
De qué hablamos cuando buscamos 'exclusividad'
Siguiendo la estela que comentan desde esta marca, podemos distinguir algunos rasgos que nos ayudan a valorar cada prenda. "Se debe tener en cuenta la relación entre exclusividad y procesos y la capacidad que tiene ese producto de generar valor en sí mismo", detallan desde Amor Deux, ejemplificando con su modelo de negocio: "Si partimos del concepto de diseño a medida para una clienta, debemos entender que éste se modela y confecciona, de manera local, a través una cadena de valor completamente transparente, tanto entre proveedores como entre la firma y el cliente final. La falta de transparencia en las marcas de moda rápida es un aspecto clave para entender la razón de sus precios bajos: producciones deslocalizadas, opacidad en los procesos de producción, vulneración de los derechos de los trabajadores, y un largo etcétera. Algo que nos encanta de nuestro Atelier es que a todas las personas con las que trabajamos le ponemos cara, nombre y apellidos, es una parte de nosotros, y ahí reside el verdadero valor".
El dilema aparece cuando algunas compañías grandes que considerábamos asumibles – y ya no lo son tanto – elevan sus precios sin ofrecernos ningún valor añadido nuevo, o cuando focalizan nuestra atención sobre una mejora que han implementado, tratando de que no prestemos la atención que merecen otras. Aquí es donde encontramos el principal problema de este encarecimiento. "La ropa de buena calidad se valora por muchos factores. Puedes emplear un producto como el cuero, que generalmente se considera de alta calidad, pero que puede estar tratado con productos químicos tóxicos que podrían transferirse a tu piel o filtrarse en el agua potable del país de origen; o puedes trabajar con este cuero de alta calidad, pero también puede estar cosido de una manera que se rasga y rompe fácilmente", señala, en esta ocasión, Laura Tønder. Desde Amor Deux concuerdan con ella, pero añaden un 'plus': "un vestido bonito, siempre lo será, pero un vestido bonito y de calidad depende de su esqueleto interior, no solo de que esté bien cosido, precisamente está bien confeccionado porque el patrón está correctamente planteado, el tejido ha sido seleccionado con conocimiento, el corte ha sido meticuloso y todos los remates y costuras son limpias y cuidadas. Una prenda sienta bien cuando se ha diseñado con gusto y cabeza, esa es la mayor diferencia. Hay que pensar en la vida de prenda y en su durabilidad, es precioso ver que las prendas pueden heredarse, que se puedan disfrutar como el primer día y que no sean un mero 'trapillo' colgado del armario que se irá a la misma velocidad que la propia tendencia que lo creó".
Otro aspecto preocupante del mercado de la moda actual es la dependencia de las marcas de grandes almacenes en un ciclo perpetuo de ventas y descuentos. En algunas marcas, que las prendas tengan precios artificialmente altos viene dado debido a que sus responsables los fija sabiendo que se venderán principalmente con descuentos significativos. Un ciclo que, no solo devalúa la percepción del precio original, sino que también hace que los consumidores nos sintamos reticentes a comprar a precio completo, y esperemos siempre al periodo de rebajas.
Educando en moda
La lectura de etiquetas, la investigación sobre la marca y la inspección de la confección son pasos vitales para asegurarse de que una prenda vale su precio. También fijarse en aspectos que pueden pasar desapercibidos, como puede ser el de distinguir aquellas compañías que buscan maximizar sus márgenes de beneficio utilizando materiales sintéticos baratos y aquellas que integran estos materiales de manera consciente en sus diseños. Definir exactamente el precio de una prenda no es fácil, ya que son muchos los procesos y las características que alteran el mismo, pero la fundadora de Kettel Atelier hace hincapié en varios pasos que podemos seguir para considerar en qué invertimos nuestro dinero: "Puedes fijarte en el país de producción e intentar averiguar en qué condiciones se fabricaron tus prendas. Si el país es desarrollado, es probable que las condiciones de fabricación sean mejores que si la prenda se hizo en un país menos desarrollado. Y, si está hecha en un país menos desarrollado, ¿especifica exactamente que se hizo en condiciones adecuadas? Como el comercio justo, con un pago justo y condiciones que cumplen con los estándares de Europa, por ejemplo. Intenta leer la etiqueta o información sobre la marca que estás apoyando, y no tengas miedo de hacer preguntas. Diría que la calidad de la ropa diría que es algo similar a los alimentos y productos de belleza que compramos. Inspeccionamos los artículos claramente, investigamos al vendedor y la marca, y revisamos las descripciones para ver de qué están compuestos".
Parece quedarnos claro. La meticulosidad, el trato al producto y los tejidos forman un tridente imbatible a tener en cuenta, como recalcan en Amor Deux: "En general, y más concretamente en España, vivimos escasez de profesionales en activo y una pérdida gradual de tradición hereditaria en los oficios textiles – patronistas, modistas, cortadores, o bordadoras –, un fenómeno que afecta directamente al coste de la prenda. El diseñador no es nadie sin su equipo técnico. Puede ser un buen director de orquesta, pero sin instrumentos es imposible que la obra salga adelante", comienzan explicando para lanzar su conclusión final: "De manera contraria, la moda rápida bebe de un sistema de producción masivo, frente al que es muy difícil imponerse. Actualmente, el consumidor tiene todas las opciones a un clic de distancia, busca y encuentra, copia y pega miles de posibilidades y lo que hace 5 minutos era tendencia ahora ya se ha masificado y no es interesante". Subrayamos su reflexión final: "En Amor Deux siempre defenderemos el efecto sorpresa que representa el verdadero lujo, tanto en estética como en la propia vesatibilidad de la prenda, esa satisfacción que supone el sentido de pertenencia que nos hace diferentes. Ese es el poder que tiene el lujo, el que nos hace soñar y divertirnos con la moda y con nuestra propia imagen".