¿Qué nos motiva realmente a trabajar?

Mira Mühlenhof sabe lo que necesita cuando una jornada laboral se le vuelve un poco "insufrible". Entonces le hace falta presentarse ante otras personas, recibir confirmación y aplausos, y enseguida vuelve a tener motivación. "Me gusta estar delante de un grupo", dice Mühlenhof, quien trabaja como coach y docente universitaria.

No importa qué es: cada persona tiene algo que la alienta desde adentro, la llamada motivación intrínseca. Y es bueno conocer ese estímulo interno y las necesidades que lo sustentan. Quien está satisfecho en su trabajo es considerado más equilibrado, productivo, dispuesto a trabajar en equipo y con más eficiencia.

A la larga, los estímulos financieros no motivan

"Según estudios, muchos empleados pasan la mitad de su tiempo de trabajo de forma improductiva, muchas veces haciendo cualquier otra cosa, porque no están motivados", dice Florian Becker, autor de un libro sobre el tema.

Añade que los directivos que están en condiciones de reconocer las necesidades de sus empleados y responder a ellas pueden lograr que su rendimiento aumente entre 20 y 40 por ciento.

Otros estímulos externos, como un aumento de sueldo o premios, no lo consiguen de manera duradera. "Realmente sería muy triste si a las empresas no se les ocurriera otra cosa que querer motivar a la gente con dinero", opina.

Quien está motivado intrínsecamente hace las cosas porque las siente realmente y no porque recibe algo a cambio. Según Mühlenhof, ninguna empresa y ningún directivo se puede permitir ignorar eso.

¿Pero qué es lo que realmente me motiva? ¿Y cómo puedo aumentar la motivación en mí mismo y también en los demás? Mühlenhof hizo una lista de diez diferentes modelos de pensar, sentir y actuar que se reflejan en el comportamiento humano y, por lo tanto, son ese impulso interior.

Van desde perfección, amor, éxito e individualidad pasando por conocimientos, seguridad y lucha hasta diversión, poder y armonía. Lo importante es encontrar los campos y puestos profesionales correctos, en los cuales se puedan satisfacer las necesidades que vienen de esa motivación intrínseca.

Crear conciencia del motor interno

Pero no importa qué actividad se desempeñe: la satisfacción se puede aumentar tomando consciencia de qué es lo que lo motiva a uno. Incluso en un trabajo en una cadena de montaje. "Si tengo como motivación intrínseca la perfección, puedo disfrutarla optimizando aún más los procesos de trabajo, trabajando de manera más efectiva y precisa", dice Mühlenhof.

Si lo que predomina es la idea de poder, uno debe intentar ascender en la carrera para sentirse bien dirigiendo un equipo.

Según Florian Becker, la motivación tiene un papel importante sobre todo la organización del trabajo. "Hay que intentar disponer el trabajo de manera tal que ya en el camino a la meta tengamos sentimientos de éxito y no recién al final", dice. Para ello también es bueno pedir un feedback, una respuesta u opinión al equipo o a los clientes y así recibir reconocimiento y elogios, quizá también críticas constructivas para los siguientes pasos.

Está claro que un profesor puede preguntar a sus alumnos cómo estuvo su exposición. Pero un empleado de un supermercado difícilmente pueda preguntar tras cada compra si cobró bien, ¿o sí? A fin de cuentas, señala Becker, se trata siempre de la importancia que doy a mi tarea.

Un cajero de supermercado puede preguntarse, por ejemplo, si lo más importante para él es que todos los clientes paguen rápido o, más bien, hacer feliz a la gente. "Si entonces muchos clientes me sonríen o prefieren que sea yo quien les cobre, eso también es un feedback para mí y una sensación de éxito", dice Becker.

No todo tendrá siempre sentido ni provocará alegría

Según Becker, a la motivación contribuye también cuando los empleados reciben más margen de maniobra para decidir y más responsabilidad y pueden así organizar las tareas por sí mismos. También contribuye un buen clima de trabajo, así como los elogios. En cuanto a estos últimos, Becker recomienda hacerlos de forma descriptiva y explicar concretamente qué efectos especiales tiene el hecho de que el trabajo se realizara de esa manera.

¿Pero qué pasa si tengo el trabajo que me gusta, mis compañeros son agradables y mi jefe comprensivo y, sin embargo, hay momentos en los que simplemente no tengo ganas de desempeñar determinada tarea que me adjudican? "Lógicamente no siempre todo tendrá sentido y provocará alegría", admite Becker. "A veces, en la vida, llegas a un punto en el que simplemente tienes que rendir, aunque duela".

En esos momentos, solo ayuda la autorregulación. Esta se puede entrenar, señala, no abandonando enseguida cuando no se tienen ganas o cuando algo se vuelve un poco desagradable. "Siempre habrá una fase que habrá que superar para alcanzar una meta".