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¿Por qué las mujeres suelen tomar la iniciativa a la hora de divorciarse? Habla una psicóloga

Siete de cada diez matrimonios terminan en divorcio. [Foto: Getty Images]
Siete de cada diez matrimonios terminan en divorcio. [Foto: Getty Images]

Cuando damos el “sí, quiero” creemos que es para toda la vida. Pensamos que viviremos felices para siempre, como en los cuentos infantiles o las películas románticas. O que al menos seremos capaces de sortear los obstáculos de la vida blandiendo el amor como escudo.

Sin embargo, no siempre es así. De hecho, las estadísticas destrozan sin miramientos esa imagen idílica del matrimonio hasta que la muerte los separe.

El Instituto de Política Familiar de España reveló que siete de cada diez bodas terminan en ruptura y el Instituto Nacional de Estadística indicó que los matrimonios no suelen durar más de 16,5 años, un tiempo que se ha ido acortando en los últimos años.

En otros países el matrimonio no tiene mejor suerte. En Estados Unidos, por ejemplo, aproximadamente la mitad de los matrimonios terminan en divorcio. Y en el Reino Unido una de cada cuatro personas considera en secreto la posibilidad de romper con su pareja.

Aunque rumiar “en secreto” la separación puede parecer muy feo, lo cierto es que la decisión de divorciarse no suele tomarse a la ligera ni de manera súbita, es una idea que meditamos durante meses o incluso años. Y las mujeres son más propensas a decir ese “¡hasta aquí hemos llegado!”.

El divorcio supone un duro revés para muchas mujeres

El divorcio implica una carga adicional para muchas mujeres, que se ven obligadas a hacer malabarismos con el trabajo y el cuidado de los niños. [Foto: Getty Images]
El divorcio implica una carga adicional para muchas mujeres, que se ven obligadas a hacer malabarismos con el trabajo y el cuidado de los niños. [Foto: Getty Images]

A pesar de que las mujeres suelen ser quienes dan el primer paso para iniciar el divorcio, lo cierto es que no lo tienen fácil. En la mayoría de los países occidentales, tras el divorcio muchas mujeres experimentan una disminución significativa de sus ingresos en comparación con los hombres e incluso aumenta su riesgo de caer por debajo del umbral de la pobreza, según reveló un estudio realizado en Alemania.

Las mujeres a menudo también asumen la custodia exclusiva o primaria de los hijos y es menos probable que se vuelvan a casar porque muchas veces se vuelcan en la crianza, que puede volverse cuesta arriba cuando los padres se desentienden del cuidado de los hijos.

Por consiguiente, el divorcio implica una carga adicional para muchas mujeres, que se ven obligadas a hacer malabarismos con el trabajo y el cuidado de los niños, muchas veces sacrificando el tiempo para sí mismas.

Sin embargo, a pesar de todo eso - a pesar de las responsabilidades y las preocupaciones - las mujeres son quienes suelen pedir el divorcio.

Mujeres todoterreno exhaustas que no reciben reconocimiento

Las mujeres de hoy aportan un 35 % más al cuidado de los niños que las madres de la década de 1960. [Foto: Getty Images]
Las mujeres de hoy aportan un 35 % más al cuidado de los niños que las madres de la década de 1960. [Foto: Getty Images]

Investigadores de la Universidad de California creen que los cambios que ha vivido la sociedad en las últimas décadas son esenciales para comprender por qué las mujeres piden más el divorcio. Por suerte, cada vez menos mujeres dependen económicamente de los hombres. De hecho, en muchas parejas heterosexuales esa balanza ya se ha invertido. En Estados Unidos, por ejemplo, en el 22,1% de los casos las mujeres ganan más que sus maridos.

Sin embargo, aunque la brecha salarial se va cerrando, no ocurre lo mismo en el hogar. A pesar de que cada vez más mujeres trabajan fuera de casa, hoy aportan un 35 % más al cuidado de los niños que las madres de la década de 1960. Increíble, pero cierto.

Y ese patrón se aplica incluso a las mujeres que ganan más que sus maridos, quienes incluso suelen encargarse más del cuidado de los niños y las tareas domésticas que aquellas que ganan menos. Eso sugiere que muchas mujeres que tienen carreras profesionales exitosas aún sienten la presión por mantener los roles tradicionales dentro de su matrimonio y en el hogar, algo que puede terminar siendo insostenible, agotador y asfixiante.

Aunque quizá lo peor de todo es que ese sobreesfuerzo no es reconocido. Una encuesta desarrollada en la Universidad de Wisconsin-Milwaukee reveló que en los matrimonios heterosexuales en los cuales la mujer es el sostén económico de la familia, aportando entre el 80 y 100 % de los ingresos, solo el 38 % confirmó que la esposa era el sostén familiar, lo cual indica una reticencia a admitir roles contrarios a la tradición.

Obviamente, la carga laboral, el peso de llevar un hogar y cuidar una familia puede terminar generando un nivel de estrés considerable, cuyos efectos se han relacionado con una disminución del bienestar y el deseo sexual. Una relación de pareja desequilibrada en la que uno de los miembros lleve prácticamente todo el peso sobre sus hombros y ni siquiera se le reconozca, tiene grandes probabilidades de fracasar.

El trabajo emocional que realizan las mujeres para cuidar la relación también agota

El 46% de las mujeres casadas afirmaron que sus maridos les generan 10 veces más estrés que los propios niños. [Foto: Getty Images]
El 46% de las mujeres casadas afirmaron que sus maridos les generan 10 veces más estrés que los propios niños. [Foto: Getty Images]

Uno de los mayores obstáculos que enfrentan las parejas casadas no son los problemas sino la falta de comunicación. Las relaciones no suelen romperse debido a los conflictos o las diferencias, sino por la incapacidad para hablar de ello, ceder, llegar a acuerdos y comprometerse.

A pesar de que los estereotipos de género están cambiando, muchos hombres todavía tienen dificultades para expresar asertivamente sus emociones, de manera que ese trabajo emocional sigue recayendo en gran medida sobre la mujer. La vergüenza por llorar o el miedo a mostrar la vulnerabilidad pueden convertirse en una barrera para que la relación se consolide. Lo queramos o no, la ciencia ha comprobado que las diferencias de género en la expresión emocional siguen existiendo.

Tras analizar a cientos de parejas durante más de una década, el psicólogo John Gottman concluyó que una de las claves para tener un matrimonio más feliz radica en la inteligencia emocional de la pareja, sobre todo del hombre.

La habilidad para identificar y expresar las emociones es esencial, no solo para mantener el matrimonio a lo largo del tiempo sino para que ambas personas se sientan felices y satisfechas con la relación. Cuando las habilidades emocionales brillan por su ausencia, es probable que la persona que lleva el peso afectivo en la relación de pareja termine sintiéndose sola, incomprendida y frustrada.

No es casual que una encuesta realizada a más de 7.000 mujeres revelara que sus esposos les generan 10 veces más estrés que los niños. El 46% de las mujeres encuestadas afirmaron que sus parejas contribuyen más a aumentar su nivel de estrés que los propios hijos. Esas mujeres confesaron que las actitudes infantiles de sus parejas las incomodaban mucho y se quejaron de que estos no se involucraban lo suficiente en las tareas del hogar, lo cual prácticamente no les dejaba tiempo libre para sí mismas.

Si tenemos en cuenta ese escenario, no debe sorprendernos que, a pesar de las consecuencias negativas que puede tener el divorcio, las mujeres suelen reportar una mayor satisfacción vital tras la separación. En cambio, a la mayoría de los hombres les cuesta más encarar el divorcio y tardan más en adaptarse a su nueva vida.

En sentido general, las mujeres de hoy afrontan una carga de trabajo mayor que hace décadas y también están sometidas a niveles de estrés más elevados, pero al mismo tiempo están menos dispuestas a seguir adelante con relaciones que no las satisfacen y no quieren sacrificar su felicidad y bienestar solo para contentar a su pareja, sobre todo si perciben que esta no se compromete todo lo que desearían.

La solución comienza por seguir acortando la distancia de género. Desafiar las normas convencionales puede ser particularmente beneficioso para todos pues así ni las mujeres ni los hombres se sentirán incómodos asumiendo roles de género “atípicos” en el hogar o en la relación de pareja.

Para ello, el amor no basta. Se necesita mucho compromiso y voluntad de ambas partes. Pero, sobre todo, es necesario que ambos estén dispuestos a desnudarse emocionalmente y se miren con los ojos del otro. Solo así el matrimonio podrá destrozar las probabilidades y convertirse en uno de esos 3 de cada 10 que duran para siempre.

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