Mundial de Argentina 78: mientras la dictadura desaparece gente, México se queda sin sueño futbolero

Una historia en tres actos del Mundial Argentina 78, donde Hugo Sánchez se niega a cobrar un penal, el llanto de mujeres argentinas por sus hijos desaparecidos y la amistad entre dos porteros mexicanos a quienes les une la pena de haber sido masacrados por los alemanes. Tercera llamada… comenzamos:

Primer acto

Personajes:

Gonini Vázquez Ayala, capitán de la Selección Mexicana.

Hugo Sánchez, delantero y promesa del futbol mexicano.

En un estadio de futbol argentino sobresalen dos personajes en calzoncillos, ambos vestidos de verde, blanco y rojo. Arturo Vázquez es defensa y el líder del once mexicano. El otro es el llamado Niño de Oro, goleador joven que promete jugar muy pronto del otro lado del Atlántico.

Además de seleccionados, juegan para los Pumas. El ruido en las tribunas se corta cuando un hombre vestido de negro marca penal.

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¡Penal de México ante el debutante Túnez! Es el minuto 45, es el Mundial de Argentina 78 y el Míster Toño Roca, técnico veterano del Tri, ha vaticinado que a los africanos se les vence con la cintura en la mano.

El Gonini espera que Hugo tome el balón y lo ponga en el manchón de los once pasos, pero el Niño de Oro se pierde entre los otros jugadores mexicanos.

— Gonini: ¡Tira el penal, cabrón!

— Hugo: (Se rasca la nariz y parece no escuchar a su capitán. Mira para todos lados, menos hacia donde está el esférico).

— Gonini: ¡Hugo, Hugo! ¡Tú eres el que cobra los penales!

Hugo Sánchez, el futuro delantero del Atlético de Madrid se hace chiquito, mientras el Capi Vázquez Ayala y el Míster Toño Roca cruzan las miradas y hacen señas con las manos).

— Gonini (mira hacia las tribunas, da una explicación que se escucha en el estadio Arroyito de Rosario): Hugo Sánchez se acobardó y simplemente se hizo que La Virgen le habla. Los mexicanos llegamos a esta Copa del Mundo para hacer nuestro mejor papel, ya que el técnico Roca pronosticó que a Túnez lo goleamos, empatamos ante Alemania y ante Polonia nos jugamos el pase a la siguiente ronda.

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Gonini toma el balón y cobra el penal con la zurda, a la derecha del portero tunecino. El 1-0 tricolor que se festeja en el país del presidente José López Portillo.

Se escucha el silbatazo de la segunda parte del juego y desaparecen las sonrisas de los futbolistas mexicanos, apenas los tunecinos comienzan a hacer de las suyas. ¡Pum! Ali Kaabi sorprende al portero Pilar Reyes.

¡Pum, pum! Nejib Gommich le da la vuelta al marcador.

¡Pum, pum, pum! Moktar Dhouib da el tiro de gracia al once de los prietitos. En el césped quedan tendidos hombres con apellidos en el dorso como Cuéllar, Tena, De la Torre y Rangel. Gonini se acerca al Niño de Oro.

— Gonini: ¡Pinche Hugo!, ¿por qué no tiraste el penal? ¡Contesta, güey!

— Hugo: (Se pierde en el túnel rumbo a los vestidores).

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Segundo acto

Personajes:

Madres de la Plaza de Mayo, aquellas mujeres que han perdido a sus hijos en manos de la dictadura y que cada jueves se pronuncian en el obelisco de la Plaza de Mayo para llorar por los suyos. Las apodaron Las Madres locas (y en Utopías, Eduardo Galeano luego diría que “las locas de Plaza de Mayo serán ejemplo de salud mental porque se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria”).

Jorge Rafael Videla, militar y presidente argentino que mantuvo el estado de sitio, la censura y el terror en los años 70.

El Mundial de Argentina 78 se inauguró casualmente un jueves (1 de junio), día en el que las madres se juntan en la Plaza de Mayo. Hay tango y llanto en las calles y milonga en el estadio de River Plate.

— Madres de la Plaza de Mayo: Todos los jueves del año a las once de la mañana/ junto a la Plaza de Mayo, con lluvia, frío o calor/ te esperaré, vida mía, frente a la Casa Rosada. /La espina de tu mirada, clavada en mi corazón (“Tango de las madres locas”).

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— Videla: Hoy es momento de júbilo para la nación argentina. Pido a Dios que este momento sea una contribución para afirmar la paz que todos desean para todo el mundo (en las tribunas se mira un dibujo del militar en pantaloncillos y pateando un cráneo).

— Madres locas: Me dicen que te fuiste, mi bien/ que te desaparecieron/ que te vieron en la cuneta/ cantando el Yira de Carlos Gardel/ que de pronto te esfumaste/ que te borraron del mapa/ que ni siquiera naciste/ que, medio loca, mamá te inventó.

Se mira a Videla celebrando los triunfos del once argentino con el Flaco Menotti en la banca. Ahí brillan Fillol, Passarella, Ardiles y el Matador Kempes. Poco a poco se acercan a la final, donde enfrentarán a Holanda.

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— Madres locas: Tango de las madres locas/ coplas de amor y silencio/ con vida se los llevaron/ y con vida los queremos,/ ¿Dónde está Pedro? ¿Dónde está Lydia?/ Con Malvinas o sin Malvinas/ grito tu nombre por las esquinas.

— Videla: (Se mira al militar levantando la Copa del Mundo, tras el triunfo de la Argentina de Kempes ante Holanda). Que esta confrontación sea de caballerosidad y amistad.

En la Plaza de Mayo sigue el llanto. En los estadios, milonga.

Tercer acto

Personajes:

Pilar Reyes, portero de la Selección Mexicana.

Pedro Soto, guardameta suplente.

La anécdota es vieja. En aquel Mundial de Argentina 78, México perdió ante Alemania por un escandaloso marcador de 6-0.

Pilar Reyes recibió tres goles y, lesionado, abandonó la cancha para refugiarse en la enfermería. Al término del partido, Pilar le preguntó a Pedro Soto (su suplente) cómo quedó el encuentro. La respuesta fue: “empatamos, Piluco. A ti te metieron tres goles y a mí otro tres”.

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Pilar y Pedro rebasan los 60 años de edad, El primero radica en San Luis Potosí y el segundo lo visita seguido. Pedro, además, puso un negocio de guantes de portero y le regala un par a Pilar en cada visita.

— Pilar: ¿Cómo nos fue, Pedro?

— Pedro: ¡Empatamos, Piluco!

— Pilar: Jajaja, no se te olvida. A mí tampoco y para eso las cicatrices en las rodillas que me dejó Rummenigge. Todavía guardo la playera que me regaló, acabando el partido. Estaba tan apenado el alemán.

— Pedro: Por lo menos ya no te fastidian como lo hicieron tus paisanos en Monterrey, cuando regresamos del mundial argentino.

— Pilar: Acuérdate, del aeropuerto nos sacaron por la puerta de atrás y en el pueblo no le vendían carne a mi familia.

— Pedro: A varios nos amenazaron algunos aficionados después del papelón que hicimos ante Túnez, Alemania y Polonia. Que iban a invadir nuestras casas.

— Pilar: Oye, Pedro, ahora en Catar, ¿cómo ves a la Selección?

— Pedro: Que sea otro empate, ¿no?

— Pilar: jajaja, como el de Alemania.

Oscuro final.

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