Náufrago: el film que esperó un año a que Tom Hanks bajara 25 kilos y por la que sufrió una grave infección
La vida mediática de las últimas dos décadas está marcada por la superabundancia de reality shows dedicados a mostrar experiencias de supervivencia extrema. Hombres y mujeres son tentados por productores de TV con recompensas millonarias a cambio de instalarse voluntariamente durante un largo tiempo en los lugares más remotos del planeta. Frente a las cámaras tienen que arreglárselas con los recursos más elementales (y a veces ni siquiera eso) para mantenerse con vida, la única condición que les permitirá llegar al triunfo. Y al millón de dólares prometido, por ejemplo, para el ganador de Survivor, el programa modélico de esta corriente.
Los competidores de Survivor soportaron las condiciones más extremas en zonas aisladas y remotas del sudeste asiático, la región amazónica, las islas del Pacífico y África, pero ninguno de ellos le tocó pasar un largo tiempo en la inhabitada Monuriki, una de las 330 islas del archipiélago de las Fiji. Cualquiera podrá encontrar el mapa completo de ese lugar dentro de los “destinos paradisíacos” de cualquier manual turístico.
Monuriki es el destino que por encima de cualquier otro escenario de reality show más rápido aparece en la memoria cuando se habla de casos extremos de supervivencia. Porque es el lugar en el que se filmó Náufrago (Cast Away), dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada de manera excluyente por Tom Hanks. No debe haber otra experiencia que nos lleve con tanta rapidez y tanta certeza a la historia de Robinson Crusoe, de quien Chuck Noland (el personaje de Hanks) es su mejor émulo moderno.
Estrenada en la Argentina el 25 de enero de 2001, pocos días después de su lanzamiento mundial en Los Ángeles, la ficción de Náufrago es capaz de transmitir en materia de historias de supervivencia un realismo mucho más poderoso del que entregan las 41 temporadas de Survivor. Desde el principio, es cierto, se supo que el guion de William Broyles Jr. tiene como referencia un par de experiencias tomadas de los libros de historia, pero lo que deja la película en la conciencia y el corazón del espectador, sobre todo si se la ve en pantalla grande, es la sensación más inequívoca de lo que significa estar en medio de la soledad más absoluta y sin el mínimo recurso para seguir viviendo al alcance de la mano.
A todo esto se suma la pequeñez del protagonista frente a su entorno. Está obligado a hacer un esfuerzo sobrehumano para enfrentar riesgos que no hace falta explorar demasiado para comprobar que son constantes e interminables. En Náufrago aparece la máxima expresión de ese instinto humano básico que nos empuja a la supervivencia. Allí, a diferencia de los reality shows de la tele, no hay cámaras alrededor o personas dispuestas a ayudar al protagonista ante la más mínima eventualidad.
La primera temporada de Survivor se estrenó en la cadena CBS el 31 de mayo de 2000 y no tardó en convertirse en un boom. Por entonces, Hanks compartía con los productores de la película y el director Zemeckis (con quien ya había hecho Forrest Gump) cierta inquietud, sobre todo después de que leyó en Variety que en los cines el público reaccionaba a la revelación del trailer de Náufrago al grito de “¡Vótenlo!”, como si la película fuese parte de ese show televisado. Pero con el tiempo el actor se tranquilizó. “Siempre sentí que Survivor no iba a trivializar nuestra película. Bueno o malo, siempre tuvimos algo mucho más sustancial de lo que es esencialmente un programa de juegos, un fenómeno televisivo”, le dijo Hanks a Entertainment Weekly.
El tiempo le dio la razón. Náufrago perdura en la memoria del público de todo el mundo y el actor superó durante el rodaje todos los retos posibles, algunos de los cuales fueron mucho más fuertes y exigentes que los planteados en el reality televisivo. La interpretación de Hanks quedará en la historia como una de las muestras más extremas de transformación física al servicio de una historia. Eso sí fue realismo de verdad.
El origen de Náufrago se remonta a mediados de la década de 1990. La idea inicial surgió del propio Hanks. “Estaba leyendo un artículo sobre Federal Express y caí en la cuenta de que aviones 747 llenos de paquetes cruzan el Océano Pacífico tres veces al día. Entonces empecé a pensar qué pasaría si alguno de esos aviones y esos paquetes se vienen abajo”, contó en 2017.
En aquellos primeros borradores surgió un título propio de aventuras en dibujos animados: Chuck of the Jungle. Pero el actor siempre quiso tomarse la historia de Náufrago en serio. “Era una idea casi metafísica –reconoció ante Entertainment Weekly. Tome a un hombre de este tiempo y quítele todo: comida, agua, refugio y hasta la capacidad de decir la hora”.
A Hanks le llevó seis años definir la historia con el equipo que finalmente la hizo posible. “Yo solamente tenía un tercio y Bill Broyles también. Hasta que llegó Bob Zemeckis y agregó el tercio que faltaba”, comentó. Dijo también que se propuso contar en el cine la historia de Náufrago “porque quería examinar la idea de vivir cuatro años en completa desesperanza, cuando faltan todos los requisitos básicos de la vida: comida, agua, refugio, fuego y compañía”.
La idea de Hanks, el guion de Broyles y la dirección de Zemeckis concibieron en conjunto la historia de Chuck Noland, un gerente de FedEx que recorre el mundo para comprobar que todo el dispositivo de recepción, traslado y entrega de paquetes a través de ese correo privado funciona de la manera más eficiente. Hombre solitario, obsesionado con el reloj, se atreve a frases como “no cometamos el pecado de darle la espalda al tiempo”, que Fernando López recuerda en su magnífico texto crítico publicado en LA NACION cuando se estrenó la película en nuestro país. Tan fuerte es la conexión con su trabajo que hasta deja en segundo plano su relación con una novia (Helen Hunt), a la que ni siquiera podrá ver en Nochebuena.
Todo cambia en medio de una feroz tormenta. Con una sobrecogedora secuencia filmada desde el interior de la nave vemos cómo el avión se precipita y cae en aguas del Pacífico. Noland sobrevive y logra llegar hasta un islote perdido y deshabitado. Allí empezarán en la historia imaginada por Broyles cuatro años de distanciamiento absoluto del resto del mundo y penurias cotidianas para sobrevivir. El hombre que vivía pendiente del reloj se encuentra frente a un tiempo distinto, eterno, inmóvil.
El detalle más llamativo que convierte a Náufrago en una experiencia cinematográfica única fue la decisión de dividir el rodaje en dos. Hanks engordó 23 kilos antes de empezar a filmar y dejar una determinada impresión de su personaje en el primer tramo de la película. Se lo ve allí bastante más barrigón de lo acostumbrado. Una vez terminadas esas escenas, que corresponden al comienzo de la película y a todo lo que ocurre hasta el momento del accidente, la producción de Náufrago se interrumpió durante 13 meses. Durante ese tiempo Hanks adelgazó 25 kilos siguiendo una estricta dieta a base de verduras, pescados y agua y se dejó crecer el cabello y la barba para adoptar el aspecto del náufrago en los momentos más crudos de su experiencia de sobreviviente extremo.
Durante cuatro meses, Hanks fue vigilado a sol y a sombra para ver si cumplía el riguroso plan de reducción de peso. A la dieta se agregó una rutina diaria de dos horas en el gimnasio que consistía nada más que en la repetición de un único ejercicio. “Lo más duro fue el tiempo. Ojalá hubiese podido tomarme una pastilla y perder de esa manera todo el peso, pero la realidad es que tenía que hacerlo de otra manera. No fue nada glamoroso. Tuve que recurrir a la meditación”, contó el actor tiempo después.
Ese año íntegro de parálisis fue aprovechado por Zemeckis para filmar, completa, otra película: el thriller psicológico Revelaciones (What Lies Beneath), con Harrison Ford y Michelle Pfeiffer. Después de eso, el equipo completo volvió a Fiji para completar el rodaje, con un Hanks más delgado que nunca y ya listo para mostrar el tramo más descarnado y desolador de la experiencia.
En aquella charla con Entertainment Weekly, Hanks recordó el momento más sufrido de ese largo plan de adelgazamiento forzado. “No me dejaban comer nada y lo que más extrañé fueron las papas fritas. Lo único a lo que me resistí fue al café. ¡No, no iba a dejarlo! ¡No podía hacerlo!”, confesó.
Lo mejor de la película llega en ese momento, cuando vemos cómo el personaje de Hanks pasa sus días en esa solitaria isla casi en estado de naturaleza. Ese tiempo es de puro cine, imagen sin contaminación alguna. No hay personajes adicionales, no hay música en off, no hay agregados innecesarios a la descripción cruda y llana de la pelea cotidiana por la supervivencia.
Al reencontrarse con esas imágenes cualquiera podría pensar que allí se justifican con creces las dos nominaciones al Oscar que obtuvo Náufrago, una para Hanks como mejor actor protagónico (finalmente perdió ante Russell Crowe por Gladiador) y otra por mejor sonido. Lo notable (o insólito, según como se mire) es que todo el sonido de ambiente que supuestamente pertenece a la naturaleza es 100% artificial y fue armado durante el proceso de post-producción. Los técnicos de sonido comprobaron que el ruido de la rompiente de las olas era demasiado fuerte y condicionaba al resto. En consecuencia, 90 minutos de sonido “natural” se sumaron a todo el trabajo de montaje. Náufrago tampoco ganó este segundo Oscar.
Como señala Fernando López en su crítica, las menciones al correo privado son tan frecuentes en la película como la presencia del propio Hanks. El único “amigo” que el personaje de Hanks encuentra en la isla es una pelota de voley que llega a la orilla en uno de los tantos paquetes de FedEx arrastrados por las olas desde los restos del avión accidentado y que se convertiría, con el nombre de Wilson, en el mejor acompañante de la soledad extrema y absoluta que vive el protagonista.
Inmediatamente se pensó que Náufrago era el ejemplo perfecto del llamado product placement, como se define en la industria al recurso de mostrar una marca en pantalla o integrar algunos de sus productos a la trama de una película, en general con ánimo promocional. Los que imaginan que Federal Express hizo un generoso aporte económico a la producción a cambio de tan generosas menciones se equivocan. La empresa de correo privado no puso ni un solo dólar en la película, según coinciden varios testimonios. Pero en cambio aceptó brindar apoyo logístico y de marketing durante la producción, después de un primer momento de dudas. Según contó Zemeckis, FedEx temía por el impacto negativo que podría provocar para la marca la visión de uno de sus aviones hundiéndose en el mar luego de sufrir un accidente. “Lo pensamos bien y dijimos que no se trataba de product placement, sino de que éramos un personaje más en la película”, reconoció una ejecutiva de FedEX al justificar el apoyo final de la marca al proyecto.
Dentro de todas las menciones a FedEx, Wilson es un caso especial. Después de Hanks es el “personaje” más popular y conocido de toda la película porque participa en la trama mucho más que como un objeto inanimado. Por su estado de necesidad, el protagonista se relaciona con Wilson de maneras curiosas y extravagantes, pero hay una que se oculta al público. A Zemeckis se le ocurrió colocar sobre la pelota algunas líneas de diálogo con el propósito de que la interacción entre Hanks y su nuevo “amigo imaginario” funcione de la mejor manera.
El actor dijo además que fue una “absoluta coincidencia” que la pelota llevara el mismo apellido de Rita Wilson, la actriz con quien Hanks está casado desde 1988. El nombre fue una idea de Broyles, guionista de Apolo 13, película que inició una larga amistad entre ambos. “Bill tiene razón. Creo que Wilson como nombre es mejor que Spalding o Adidas”, agregó el actor, medio en broma y medio en serio.
Broyles contó que quiso comprobar en primera persona la experiencia que luego volcaría al guion de Náufrago. Por eso decidió instalarse un tiempo en una isla tan despoblada como la de la película, pero ubicada en México. “Tuve que descubrir cómo abrir un coco porque tenía mucha sed, tuve que aprender a tallar la roca para hacer un cuchillo, tuve que aprender a cazar mantarrayas”, describió el guionista a Entertainment Weekly. También le tocó un día, por casualidad, encontrarse en la orilla del mar con una pelota de voley, imagen que le inspiró la futura idea del “amigo imaginario”.
Esas experiencias previas vividas por el guionista se conectan con una de las escenas más reveladoras y comentadas de Náufrago, en la que vemos a Hanks encendiendo el fuego como en la Edad de Piedra, con la única ayuda de dos palitos. Ese momento de iluminación (dicho esto en el más amplio sentido del término) es el único de toda la película que fue realmente filmado de noche en Monuriki. El resto de las escenas nocturnas de la película fueron hechas de día debido a que el lugar no contaba con ninguna fuente de electricidad. Se dejó de lado la opción de recurrir a generadores eléctricos porque el ruido de esos aparatos impedía captar el sonido directo de la acción. Por lo tanto, el equipo de efectos visuales transformó durante la post-producción algunas tomas hechas durante el día en escenas nocturnas.
Don Burgess, director de fotografía de Náufrago, dijo que la escena del fuego es una de las más importantes de la película. “Fue clave para que el público sintiera que se creaba una esperanza alrededor del personaje central de la historia”, explicó. Para lograr ese efecto en el espectador, Hanks trabajó mucho su postura física y es muy frecuente verlo de rodillas en varios tramos de la película.
En una de esas escenas, Hanks sufrió un corte en una pierna. Al principio no le dio importancia, pero con los días comprobó que la herida había sido mal curada y comenzaba a infectarse. Dos semanas después decidió ver a un médico, que inmediatamente le advirtió que estaba expuesto a una situación muy peligrosa: una infección por estafilococos. Más tarde recordaría el episodio en una nota con la BBC. Contó que el médico le dijo textualmente: “¿Qué te pasa, idiota? Podrías haber muerto por esta cosa”. Y le indicó ir lo antes posible a un hospital “para frenar la infección antes de que empezara a envenenarme la sangre”.
Hanks pasó tres días internado, lo que obligó a demorar el rodaje tres semanas más de lo previsto. “Había que hacerlo porque los médicos no me autorizaban de ninguna manera a meterme en el agua hasta que estuviese totalmente curado. Tuvieron que sacar de mi pierna unas cuantas cosas”, contó después.
En 2013 Hanks contó que padecía diabetes tipo 2. Cuando reveló esa condición la atribuyó a una dieta descuidada y largos problemas de sobrepeso, pero fue inevitable asociar ese anuncio con los cambios forzados y abruptos en su organismo (kilos de más o de menos) que se impuso para darle mayor verosimilitud a algunos de sus personajes. Y no solo en este caso. Le tocó también engordar en exceso para su papel en Un equipo muy especial (1992) y adelgazar del mismo modo al año siguiente cuando rodó Filadelfia. A partir de ese momento, Hanks dejó de elegir personajes que le exigieran ese tipo de transformaciones. La que lo llevó más lejos fue Náufrago, un relato de ficción sobre supervivencia extrema que resulta todavía más creíble que cualquier historia real.