Néstor Ibarra: de la recomendación que le cambió la vida a trabajar con los conductores que más admiró
Fue uno de los periodistas más respetados de los 80 y 90 por la gente y por sus colegas. Era un tipo creíble que se preocupaba y ocupaba. Por eso todos querían a Néstor Ibarra. Condujo noticieros, magazines y durante casi 30 años estuvo en Radio Mitre, donde todas las mañanas conducía Hoy por hoy, desde 1996, y estuvo al frente del ciclo hasta unos pocos días antes de morir, el 3 de enero de 2005.
Ibarra nació el 5 de noviembre de 1938, en Puán, en el sur de la provincia de Buenos Aires, a 600 kilómetros de la capital. Y claro, por ese entonces en el pueblo todo pasaba por la radio. Él se enamoró de la radio y jugaba a relatar partidos de fútbol, de la mañana a la noche. Ya más grande quiso ser periodista y llegó al medio justamente a través del deporte. Apenas había terminado la escuela secundaria cuando entró a la sección de deportes del diario El mundo, por recomendación de un amigo de la familia. Se apasionó. “Lo hacía con más osadía que técnica porque no sabía escribir muy bien, pero sabía qué quería contar. Trabajando ahí, junto con un amigo se nos ocurrió tener un espacio radial para transmitir los partidos de fútbol en radio Antártida”, contó alguna vez en LA NACIÓN. Desde entonces trabajó con todos los relatores, hasta con José María Muñoz en La oral deportiva, y luego estuvo varios años en radio Rivadavia, en donde compartió micrófono con Cacho Fontana, Antonio Carrizo y Juan Carlos Mareco. También estuvo en radio Belgrano, El Mundo, Porteña, que después fue Continental, y trabajó con Marcelo Araujo, Fernando Niembro y Adrián Paenza. Y participó en el ciclo Diálogo abierto, junto a Osiris Troiani, Horacio de Dios, María Esther de Miguel, Raúl Urtizberea y Carlos Juvenal. Además, formó parte del segundo ciclo de La Gallina Verde, con Mariano Grondona, Canela, Pepe Peña, Eduardo Gudiño Kieffer y Alejandro Dolina.
Luego, a finales de los 70, se pasó a radio Mitre para formar parte de Sport 80, un ciclo de media hora con Diego Bonadeo y Roberto Eguía. “En el 80 llegó Víctor Hugo Morales y se realizó una edición del mediodía y otra vespertina, de 18 a 20, este ciclo me parece que marcó un antes y un después en este género radial. En Sport 80 todos participábamos, se armaban polémicas y discusiones muy interesantes, se hacían bromas a los jugadores y a los directivos, es decir, era un estilo muy décontracté, y la considero una experiencia muy enriquecedora”, contaba entusiasmado sobre este trabajo.
Su carrera en la radio fue creciendo y en Mitre permaneció hasta sus últimos días. Fue columnista de Polémica en el fútbol, estuvo en Cordialmente, y en Magazine de la mañana hasta que en 1996 tuvo su propio ciclo, Hoy por hoy, con el que ganó tres Martín Fierro al Mejor programa de interés general. En ese magazine de actualidad compartió muchas horas con David Rotemberg, que hacía humor y así lo recordó para LA NACIÓN: “Era un señor periodista. Equilibrado, pensante, justo, afectuoso y, sobre todo, autocrítico. Un señor, como decían todos de él. Trabajamos juntos diez años y todavía se lo extraña ; falta alguien como él en el periodismo y en los medios en general”.
“Era un tipo mágico”
Mercedes Ninci compartió muchos años con Ibarra en Mitre y lo recuerda con mucho cariño. “Era un hombre fantástico uno de esos conductores que se necesitan para la media mañana. Sería ideal ahora en la radio porque era muy entretenido, además de buen compañero. Hacía que te lucieras porque le daba un marco especial a cada nota. Podía hacer una nota de espectáculos, de deportes, policial, de política, de historia y las hacía a todas fantásticas. Y si no había una nota al aire te podía contar un viaje y lo escuchabas encantada porque era hipnótico y podías imaginarte todo lo que contaba . Hay muy pocos conductores como él y formaba lindos equipos de trabajo. Hacía show, emoción, información y compañía. Era un tipo mágico”, le relata a LA NACION.
La última vez que salió al aire fue el 24 de diciembre para saludar a sus oyentes y tranquilizarlos. Hacía algunos días que estaba internado en el instituto del Diagnóstico y Tratamiento por un cáncer de páncreas con el que batalla desde hacía unos años. “Estoy bien”, dijo desde su cama.
En la pantalla chica
En televisión, fue comentarista de fútbol en las transmisiones de Canal 13, especialmente en los partidos de la Copa Libertadores y la Selección Nacional. Luego condujo Con Ustedes... Fernando Bravo, fue columnista de temas de actualidad en el noticiero Teledía 13 y conductor de Cuando calienta el sol e Investigación X. Desde 1997 hasta 2001, estuvo a cargo del noticiero central de América junto a Mónica Gutiérrez. Y en 2002 condujo Recursos humanos, en Canal 13.
“Néstor era todo lo que está bien. Era como un príncipe, impecable en el trato, en su manera de presentarse, en el vocabulario, en lo conceptual. Se relacionaba siempre desde un lugar difícil de describir. Seguramente fue uno de los compañeros más encantadores con los que me ha tocado compartir. Me acuerdo de que cuando firmamos contrato para hacer el noticiero de América, en 1997, nos esperamos el uno al otro para estar juntos y no equivocarnos (risas). Nunca había trabajado con él y la verdad es que fue fantástico. Un compañero increíble, encantador. Nosotros le decíamos ‘el interventor’ (risas), un poco aludiendo al respeto que imponía. Solo tengo palabras lindas para con él, el mejor de los recuerdos también de su familia. Se lo extraña muchísimo. Pasaron veinte años y lo tengo muy presente y creo que la audiencia también porque era único. Lo disfruté mucho a Néstor”, aseguró Mónica Gutiérrez LA NACIÓN.
Ibarra no se privó de nada, tampoco de aceptar algunas propuestas que lo divertían, como por ejemplo trabajar en cine. Por supuesto que siempre lo hizo interpretando a un comentarista o un conductor de televisión. Así se lo vio en las películas Yo juego al Prode, ¿y usted?, en La fiesta de todos, en Te rompo el rating y en Secretos compartidos.
Se casó con la psicopedagoga Marta Sánchez y tuvieron dos hijos, María Eugenia y Sebastián, y seis nietos: Tobías, Agustina, Mora, Bautista, Victoria y Benjamín. Hablaba poco de su vida privada porque le gustaba más preguntar. Eso sí, intentaba no meterse tampoco en la intimidad ajena.
En primera persona
En una de las pocas notas que dio, contó en LA NACIÓN que la gente le decía “‘A mí me gusta y lo escucho porque usted dice lo que yo pienso’. Yo hablo desde el sentido común y la lógica y quizás hasta de cierta templanza que me permitió sobrellevar mucho mejor esta reciente circunstancia de salud. Pongo mucho cuidado en el manejo del lenguaje. Detesto lo rebuscado, la grosería y lo prostibulario. Y en cuanto al desarrollo del programa, lo que más me interesa es involucrarme cada vez más con cada uno de mis interlocutores, los columnistas: dialogar, intercambiar opiniones, diversificar el tema y estar atento a lo que proponen, generar debates o expresiones diferentes. Yo vivo la radio como el medio que mejor permite la revalorización de la palabra. Para poder ejercitarlo se necesita estar informado, poseer cierta capacidad, actuar de buena fe, ser didáctico y sobre todo tener respeto y responsabilidad.
Y sumaba: “Uno no puede ser un publicista ni propagandista y con los entrevistados no debe mostrarse ni obsecuente ni agresivo. A mí me encanta repreguntar, algo que ha caído en desuso en los últimos tiempos. Pero también es interesante poner en el aire todo lo que tiene que ver con la vida cotidiana”.
Además, confesaba admiración por algunos de sus colegas: “Rescato a los grandes profesionales a los que sigo admirando. Carrizo, por el manejo del lenguaje y su capacidad de adecuación para los distintos géneros de programas. El carisma de Fontana, a quien considero un auténtico innovador de la radio. A Guerrero Marthineitz por sus tonos, sus silencios y los recuerdos que me traen Tarzán y Poncho Negro. Lo que aprendí del maestro Fioravanti y el respeto por ese gran locutor que es Ricardo Jurado. (...) Me gusta la radio porque es el medio en que uno puede desenvolverse con la mayor naturalidad. Además, pasé la mayor parte de mi vida en la radio y es en ella donde se ha producido un fenómeno notable. La gente se identifica tanto con un conductor, estilo o programa que lo sigue de una emisora a otra y porque, después de tantos años, creo que asumo un poco el rol de ser vocero de mucha gente que no tiene la posibilidad de expresarse. Y en verdad, eso me llena de orgullo”.