Nahir explora un resonante caso policial con cautela, prolijidad y una mirada próxima al melodrama costumbrista

Valentina Zenere, una convincente Nahir Galarza
Valentina Zenere, una convincente Nahir Galarza

Nahir (Argentina/2024). Dirección: Hernán Guerschuny. Idea y producción: Lucas Jinkis. Guion: Sofía Wilhelmi. Fotografía: Nicolás Trovato. Música: Loishka. Edición: Laureano Rizzo. Elenco: Valentina Zenere, César Bordón, Mónica Antonópulos, Simón Hempe, Nacho Gadano. Duración: 114 minutos. Disponible en Amazon Prime Video. Nuestra opinión: buena.

Nahir no es solo el primer acercamiento que se hace desde la ficción a uno de los casos policiales más resonantes de las últimas décadas ocurridos en la Argentina. También puede ser el hito inaugural de un nuevo modelo narrativo audiovisual en el proceloso mundo de las producciones originales para las plataformas de streaming en nuestro país .

Los títulos finales abren en ese sentido una sugestiva incógnita. Uno de los más importantes menciona a Lucas Jinkis como “creador y productor” de este largometraje que tiene a Hernán Guerschuny a cargo de la dirección. Y, como si fuera poco, el crédito del guionista aparece después en letras mucho más pequeñas, encabezando la lista de menciones correspondientes al equipo artístico y técnico. ¿Tenemos por primera vez al frente de una película directamente estrenada en streaming a un showrunner? ¿Cómo se aplica en este caso el término “crear” a una historia que está contada a partir de hechos reales? ¿Por qué disminuye tanto aquí el valor del crédito asignado al responsable del guion, que casi siempre figura a la altura de los créditos del productor o el director porque en rigor es uno de los autores de la obra? ¿Acaso se pensó en algún momento en producir una serie o en otro tipo de formato que finalmente adquirió el perfil de un largometraje?

Todas estas preguntas sobrevuelan la trama de Nahir. Más allá de la prolijidad formal y el razonable equilibrio que muestra el producto definitivo que acaba de subir Prime Video a su catálogo, las incógnitas quedan a la vista, por ejemplo, a partir del escaso desarrollo de algunos personajes que aparecen revelados al final como mucho más importantes de lo que se muestra en la trama. El caso más notorio es el de Yamina, la madre de Nahir, que personifica en este caso una muy desaprovechada Mónica Antonópulos. Y no es el único.

La película respeta el eje central del caso en su instancia más trascendente, la que corresponde al juicio que llevó a Nahir Mariana Galarza a convertirse en la condenada a cadena perpetua más joven de toda la historia de nuestro país. Frente a los tres integrantes del Tribunal de Juicio y Apelaciones de Gualeguaychú (la ciudad donde se produjo el trágico hecho en diciembre de 2017) confesó haber matado de dos tiros a quemarropa a su novio Fernando Pastorizzo con el arma reglamentaria de su padre, un efectivo de la policía de Entre Ríos. La chica tenía 19 años y Pastorizzo, 20.

Mónica Antonópulos y Valentina Zenere comparten en la ficción un vínculo de madre e hija no aprovechado del todo
Mónica Antonópulos y Valentina Zenere comparten en la ficción un vínculo de madre e hija no aprovechado del todo

A lo largo del proceso, Nahir enuncia frente al tribunal tres versiones distintas del hecho y al final, luego de la sentencia, acusa directamente a su padre, Marcelo Galarza, de haber sido autor material y responsable de los disparos que le quitaron la vida a Pastorizzo.

La película se cuenta íntegramente desde el punto de vista de Nahir, que narra los hechos a partir de su propia mirada . Esa elección queda clara desde el momento en que la película comienza con la joven ofreciendo su testimonio frente a una cámara de televisión dentro del penal en la que empezaba a cumplir su sentencia. Al contar la historia de esa manera, queda claro que todo lo que dice es lo que sale de su cabeza: memorias y recuerdos.

Ese relato se vuelca a una trama que elige deliberadamente un perfil cercano al melodrama costumbrista. No hay un acercamiento al thriller y mucho menos existe aquí una voluntad de enfocar el caso desde la perspectiva del true crime , género cada vez más difundido y exitoso a la hora de tratar hechos reales relacionados con asesinatos, homicidios y muertes violentas.

Zenere junto al siempre eficaz César Bordón, que personifica al padre de Nahir
Zenere junto al siempre eficaz César Bordón, que personifica al padre de Nahir

Desde esta perspectiva, el papel de los abogados, los investigadores y hasta el propio escenario del juicio ocupan un papel secundario, siempre accesorio y subordinado al foco de atención principal: la conducta de Nahir, el lugar que ocupa en el mundo, la relación que mantiene con su familia directa, sobre todo con su padre, y el vínculo (incómodo, tóxico, por momentos casi enfermizo) con Pastorizzo.

En el juego permanente entre presente y pasado que el relato propone a partir de una sucesión de flashbacks resulta mucho más interesante todo lo que se insinúa y esboza alrededor de estas relaciones. La tensión entre Nahir y Pastorizzo, que va de la atracción irresistible al rechazo, habla mucho de la inestabilidad emocional con la que ambos atraviesan la adolescencia y el paso a una edad más madura en una sociedad en la que todo se sabe y ningún secreto puede mantenerse.

Lo que sucede entre Nahir y su padre resulta mucho más interesante, sobre todo gracias a la magnífica personificación que hace César Bordón de Marcelo Galarza. Acostumbrado a interpretar villanos o seres de personalidad oscura y turbia, Bordón trabaja con extraordinaria eficacia la cuerda más compleja de la personalidad de un hombre potencialmente violento que, al mismo tiempo, sabe contenerse y manipular a sus seres más cercanos con astucia y cinismo .

Valentina Zenere encarna a Nahir con una gran aplicación, disciplina y mucho compromiso. En el decisivo final, una vez concluido el reportaje, queda a la vista su transformación. La adolescente que sueña con ser reina del carnaval se transforma en una joven mujer mucho más consciente de su situación y del impacto que deja en su conducta una sucesión de promesas no cumplidas. El plano final, con Nahir mirando fijamente al espectador en un primer plano muy expresivo, deja en claro que la última palabra la va a tener quien se dispone a ver esta adaptación sin conocer el punto de vista de quien ocupa el centro de la escena en esta adaptación cuidada al extremo, como para evitar la caída en cualquier tipo de riesgo alrededor de un caso en el que todavía no está dicha la última palabra.