Nelly Láinez: debutó a los 12 años, conoció al amor de su vida a los 48 y todos los humoristas querían trabajar con ella
Empezó a trabajar en radio a los 12 años para ayudar a su familia y continuó actuando hasta pocos años antes de su muerte, el 31 de mayo de 2008, hace quince años. Fue la acompañante femenina de Los cinco grandes del buen humor y brilló en el elenco de La tuerca; también junto a Antonio Gasalla en El palacio de la risa. Nelly Láinez nació en Buenos Aires el 11 de enero de 1920. Su nombre real era Nélida Rotstein y quienes la conocieron coinciden en decir que fue una gran comediante frente a las cámaras, pero también tenía buen humor en su vida cotidiana y con su gente. Por lo general, interpretaba papeles de solteronas avinagradas y poco agraciadas, blanco favorito de las bromas, pero lejos de sentirse rechazada ella le sacaba el jugo a cada personaje, haciéndolo brillar.
Hija de un inmigrante judío de origen polaco, Jacobo Rotstein, Nelly creció en el barrio de Congreso junto a sus dos hermanos mayores, fruto de un matrimonio anterior de su padre. Su mamá, profesora de piano, tenía una salud delicada, pero fue quien desarrolló en la niña el amor por la música y el teatro. Mientras ayudaba en la mercería familiar, estudiaba piano, declamación y zapateo americano, y en los ratos libre se entretenía inventando personajes. Debutó a los 12 años en Radio Porteña, imitando a una gallega en el radioteatro Ronda policial, junto a Guido Gorgatti: fue el primero de muchos trabajos de esta dupla que hizo estallar de risa a varias generaciones. Luego trabajó en radio con Olga Casares Pearson y Ángel Walk, y fue dirigida por Armando Discépolo en un programa de Narciso Ibáñez Menta, donde hizo algunas escenas eróticas, y se destacó como consultora sentimental en Amalia Paz, consejera del hogar y del corazón. Además reemplazó temporalmente a Eva Duarte en Radio Rivadavia. Años después, Láinez admitiría que gracias a Evita logró conservar su trabajo en la radio. En esa misma emisora hizo Casino de la alegría, desde 1957 hasta principios de 1960 bajo el auspicio de jabones Manuelita, con Alberto Olmedo y Héctor Rivera. En Radio El Mundo protagonizó El consultorio de Berta, y tuvo tanto éxito que el ciclo luego se replicó en televisión: Láinez fue nominada en la primera ceremonia de los premios Martín Fierro en la categoría mejor actriz cómica, en 1959, pero perdió ante Olinda Bozán.
El salto a la pantalla grande
El director Carlos Schlieper le dio su primera oportunidad en cine con un pequeño papel en Fascinación, junto a Homero Cárpena y Susana Campos, en 1949. Convocada por Zelmar Gueñol, se sumó a Los Cinco Grandes del Buen Humor, con quienes trabajó durante casi 14 años e hizo varias películas, entre ellas Cinco grandes y una chica y Cinco locos en la pista. También filmó Cuidado con las mujeres, La mejor del colegio, Canuto Cañete y los 40 ladrones, Especialista en señoras, Pocholo, Pichuca y yo, La vida color de rosa, Suegra último modelo, Gran valor, Los piolas no se casan. Para entonces ya la habían encasillado en roles similares, pero ella no se dio por enterada y siguió trabajando. Filmó Amor a primera vista, La mujer desnuda, Cuando los hombres hablan de mujeres, con Luis Sandrini; Villa Cariño está que arde, con Juan Carlos Altavista, y El bulín. También trabajó con los hermanos Hugo y Gerardo Sofovich en Los vampiros los prefieren gorditos, con Jorge Porcel. Gran Valor en la facultad de medicina fue su última labor en cine, de la mano de Juan Carlos Calabró, en 1981.
Iliana Calabró, quien llegó a conocer a la actriz mientras trabajaba con su padre, la recuerda para LA NACION: “Nunca compartí escenario con ella, pero la crucé muchas veces. Era muy ídola, una genia, estaba siempre arriba, eléctrica, radiante. Yo la admiraba mucho, me divertían sus roles tan característicos. Nosotros vivíamos enfrente de Gogó Andreu y cuando hacía reuniones ella estaba: hemos compartido varios almuerzos y sobremesas. Tengo muy presente ese atolondramiento que transmitía en esos personajes: tenían que ver mucho con ella y su vida. Tengo recuerdos muy vívidos de toda esa generación porque mi papá me llevaba al canal y cada visita era una fiesta. Estaba muy atenta, pero era muy chica. La pienso y se me dibuja una sonrisa. Tan genial y tan única”.
Nelly Láinez hacía reír al público con sutiles gestos. Los grandes comediantes la solicitaban como compañera de elenco, entre ellos Gogó Andreu, Osvaldo Miranda, Juan Carlos Altavista, José Marrone, Fidel Pintos.
Su trayectoria teatral es breve, porque prefería la radio, el cine o la televisión. En los escenarios hizo Petit Café, en 1951, y participó en un espectáculo de revista con Nélida Roca y Susana Giménez, dirigida nuevamente por los hermanos Sofovich.
El éxito y las risas en la tele
Su debut en televisión fue en 1959 con El consultorio de Berta, luego se sumó a Operación Ja Ja, durante varios años. Uno de sus segmentos se llamaba La mesa de café, y tuvo tanto éxito que con el tiempo se convirtió en un ciclo televisivo independiente, en 1972: Polémica en el bar, del cual la actriz también formó parte y que casualmente acaba de regresar a la pantalla en América, ahora conducido por Marcela Tinayre.
La popularidad llegó con La tuerca, en 1965, ciclo en el que protagonizó durante diez años destacándose con su personaje Isolina, y actuando a la par de humoristas de la talla de Carmen Vallejos, Vicente Rubini, Tino Pascali, Gogó y Tono Andreu, Rafael Carret, Guido Gorgatti, Julio López. Gabriela Acher, compañera de elenco, la recuerda: “La admiraba muchísimo, era extraordinaria, una persona maravillosa. Fuimos bastante amigas, recuerdo que siempre paseaba con su perrito, y me confesaba muchas cosas, pero fue hace tanto tiempo que no recuerdo nada en especial. Lo que sí recuerdo de mis cinco años en La tuerca es mi admiración por Nelly Láinez y Carmen Vallejos, de quienes aprendí un montón y les estaré eternamente agradecida”.
En 1973 Láinez obtuvo un premio Martín Fierro como Mejor Humorista por su labor en La tuerca. Un año después el programa terminó repentinamente y la actriz contaba en notas de ese momento: “Me quedé durante dos años sin trabajo. Cada vez que iba a un canal volvía a casa llorando porque, en algunos casos, ni siquiera me recibían”.
Entre 1981 y 1983 hicieron la segunda versión de La tuerca, ya con a colores y con la dirección de Héctor Maselli. Fue en ese entonces cuando Láinez, con vestidos floreados, aretes y pelucas extravagantes, popularizó la frase que solía tener como blanco a Marcos Zucker: “¿Qué te pasa, Abelardo? ¿Nunca una ternura, una caricia, una prueba de amor...?”.
En 1976 hizo Los sobrinos dan la nota, con Néstor Fabián y Violeta Rivas; Matrimonios y algo más; Juntos, con Niní Marshall, Sábado de todos, Hagamos el humor, Las mil y una de Sapag, Pelito, La Tota y la Porota, Juana y sus hermanas. Durante algunos años le fue difícil encontrar trabajo hasta que Antonio Gasalla la rescató y le propuso ser parte de El mundo de Antonio Gasalla y El palacio de la risa, ciclo gracias al que ganó otro Martín Fierro, en 1993. Fue su último trabajo y un tiempo después se recluyó en un hogar de ancianos, en el barrio de Caballito; ya veía poco y necesitaba que la asistieran. Graciosa hasta en los momentos trágicos, alguna vez contó entre risas que le había puesto un moño rojo a su gato para distinguirlo “Porque como mi marido y yo no vemos casi nada y el gato es del color de la alfombra, no queremos pisarlo”. En 1996 el Senado de la Nación le otorgó el premio Podestá a la Trayectoria.
Un amor otoñal
Nelly Láinez conoció al amor de su vida en 1968, con 48 años, y a través de una carta. Él se llamaba Hugo Morales y era un periodista y escritor que firmaba como Hugo Storni y residía en Bahía Blanca. La actriz lo contó en una entrevista, unos años después: “Un día recibí una carta de un desconocido que vivía en Bahía Blanca... En ese momento yo vivía con mamá, que ya estaba muy enferma. Le conté que me había escrito un loco y ahí me llevé la sorpresa de mi vida: “Contestale, me dijo. No quiero que te quedes sola cuando yo falte”. Por supuesto que no le contesté, porque entre cuidar a mamá y mi trabajo no tenía tiempo... Él me conocía solo por una foto que había visto en una revista. Mamá murió y yo, como ella tanto temía, me quedé sola. Estaba perdida. A la noche me iba a la Costanera, miraba al río y le decía: “Mandame un novio”. Pero el novio no aparecía. No sabía qué hacer, hasta que un vidente me dijo: “Tu mamá dice que vayas a buscarlo”. Ahí no lo dudé más. Me tomé el tren a Bahía Blanca y fui a buscarlo”.
Estuvieron juntos 27 años, hasta que Hugo falleció en 1995. Se casaron formalmente en 1993, luego de 25 años de convivencia. Luego, la actriz vivió sola en el departamento que compartían en Constitución hasta 2001, que se mudó a un hogar para ancianos luego de una cirugía de cadera. Falleció siete años después, a los 88 años.