Neuroarquitectura y bienestar: Descubre el poder de los aromas para crear espacios saludables
En los últimos años, la neuroarquitectura ha tomado protagonismo al explorar cómo los entornos pueden influir en nuestro cerebro y bienestar emocional. Esta disciplina, que combina conocimientos de la arquitectura y la neurociencia, propone un enfoque multisensorial en el diseño de espacios, donde el olfato juega un papel esencial. Nos da las claves sobre cómo incorporar fragancias y aromas en el hogar Antonio Maciá, doctor arquitecto director del Máster en Neuroarquitectura en la Universidad de Alicante y cofundador del estudio de arquitectura World of Holistic Architecture (worldofholisticarchitecture.com) y del proyecto WOHA Parfums (@woha.parfums).
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Las fragancias influyen positivamente en la sensación de bienestar
Rodearnos de estímulos multisensoriales, entre ellos los olfativos, tiene un impacto positivo en nuestro cerebro. Aunque es un sentido al que todavía se le presta poca atención.
En neuroarquitectura sabemos por estudios que a la vista le agradan las formas orgánicas (como las curvas) y el diseño biofílico que nos recuerde nuestro amor por la naturaleza; respecto al tacto, nos agradan texturas aterciopeladas y suaves, pero rechazamos las ásperas… ¿Qué se conoce respecto al olfato? Que hay que reivindicarlo porque está directamente conectado con las áreas del cerebro que gestionan la memoria y las emociones, así que el empleo de fragancias del hogar y otros elementos olfativos influye positivamente en nuestra sensación de bienestar.
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Una variada paleta olfativa
Según detalla Antonio, una forma de introducir aromas en el hogar para influir en el bienestar de sus habitantes es mediante la incorporación de objetos, plantas o materiales que emiten naturalmente su propio aroma. Un ejemplo clásico de esta última modalidad es lamadera, que desprende fragancias agradables que pueden variar según su tipo y edad. Otros materiales que también aportan aromas distintivos incluyen la piel, que a menudo tiene un olor cálido y terroso, y los tejidos naturales como el lino o el algodón, que pueden adquirir matices olfativos según su tratamiento o el ambiente en el que se encuentren.
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Fragancias para el hogar
Otra alternativa, más directa, consiste en la introducción de sustancias volátiles, como aceites esenciales, velas aromáticas o difusores, que liberan fragancias de manera controlada.
Hay que tener en cuenta que las fragancias naturales ofrecen experiencias diferentes. “Los aromas sintéticos elaborados en laboratorios ofrecen menos matices”, apunta Antonio.
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Memoria olfativa de nuestras vivencias
¿Cómo elegir la paleta olfativa para nuestro hogar? Antonio aboga por una total personalización a la hora de realizar la selección.
“Es necesario que se converse con los propietarios de la vivienda previamente y se obtenga la información personal relacionada con los recuerdos y vivencias para conseguir los efectos deseados y no, incluso, efectos contrarios”, afirma. Un ejemplo es que, a pesar de que estudios indican que el aroma de la lavanda favorece la relajación, si una persona ha tenido una mala experiencia en un entorno que olía a esta planta aromática, el efecto será justo el contrario, ansiedad en vez de calma.
En este dormitorio, los ambientadores y las velas son de Eleven People, firma que tiene su línea de productos y, por encargo, realiza también fragancias totalmente personalizadas.
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Aspectos que hay que tener en cuenta
Uno de los factores clave a tener en cuenta al diseñar espacios con un enfoque olfativo es la ventilación. En espacios cerrados, como los baños o en ocasiones los recibidores, las moléculas olfativas tienden a quedarse en el aire por más tiempo, lo que hace que los aromas sean más perceptibles. En cambio, en áreas con buena ventilación, las corrientes de aire renuevan constantemente el ambiente, dispersando más rápidamente los olores.
Por eso, aunque la ventilación natural es fundamental para mantener la frescura y calidad del aire, si se quiere intensificar una fragancia específica dentro de un espacio, es mejor ubicar los elementos aromáticos en zonas donde haya menos corrientes de aire.
En los espacios más ventilados, aunque los aromas interiores se disipan más rápido, se puede aprovechar la fragancia natural que proviene de plantas exterior, integrando así los aromas en el diseño sensorial del hogar. Por ejemplo, colocar unas coníferas en maceta (en la terraza de la imagen son pinos) regalará al espacio aromas frescos y terrosos.
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No interferir con la comida
Al introducir fragancias en espacios como la cocina o el comedor, es esencial tener en cuenta que estos lugares ya cuentan con una presencia olfativa importante, derivada de los alimentos. Los aromas naturales de los platos son una parte fundamental de la experiencia culinaria y del disfrute de las comidas, por lo que el uso adicional de fragancias debe ser cuidadosamente considerado para no perturbar el equilibrio sensorial.
A diferencia de otras áreas del hogar, donde las fragancias pueden tener un rol dominante, en la cocina y el comedor se busca que los olores añadidos sean sutiles y complementarios. En este sentido, es clave evitar fragancias que puedan interferir o competir con los aromas de los alimentos. Como señala el experto, "una buena estrategia es optar por fragancias suaves y discretas que complementen los aromas de los alimentos, en lugar de dominarlos". El uso de plantas aromáticas, como la albahaca, la menta o el romero, resulta una opción ideal. No solo aportan un toque de frescura y naturalidad al ambiente, sino que además sus aromas suelen estar en armonía con los ingredientes culinarios, potenciando la experiencia en lugar de ‘distraerla’.
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Proyecto multisensorial
El ‘combo perfecto’ en el diseño de espacios según la neuroarquitectura combina el olfato con otros sentidos, como la vista y el tacto, para crear una experiencia más completa y agradable en el hogar. El olfato por sí solo puede influir en cómo percibimos un lugar, pero su efecto se potencia cuando se suman otros elementos sensoriales. Por ejemplo, “para que un espacio parezca más amplio y acogedor, no es suficiente con usar aromas frescos o ‘a limpio’; también es importante trabajar aspectos visuales como la iluminación y las proporciones”, revela Antonio.
Imagina estar en un comedor bien proporcionado, con zonas claramente diferenciadas, donde los colores y texturas varían entre los muebles y las superficies. A esto se añade un aroma a café recién hecho y música suave de fondo, mientras disfrutas de la vista de un jardín o un balcón. Este tipo de ambiente estimula diferentes sentidos al mismo tiempo, creando una experiencia más agradable y relajante.