¿Por qué hay ahora más niños con miopía?

Niño pequeño se prueba gafas en una óptica
(Getty Images)

No hace falta más que acudir a la entrada o a la salida de un colegio para observar que hay más niños con gafas que en generaciones anteriores. Aunque son diversas las alteraciones que pueden tener en la visión, la miopía es la más frecuente. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la describe como una epidemia global que va creciendo año tras año en niños y jóvenes.

"Cada vez estamos detectando más niños con miopía”, nos confirma Javier Fernández, especialista en oftalmología del centro oftalmológico Vila Parc Sa Colomina de Grupo Policlínica. Y nos informa de que la prevalencia actual en países occidentales se estima en un 20-40% y que, en la población asiática, aumenta hasta alcanzar nada menos que un 80%. “Para el año 2050, se estiman tasas de hasta un 50% en nuestro medio si no conseguimos frenar este ritmo de crecimiento de casos”. La cuestión es… ¿es posible frenarlo? ¿Cómo?

Para el año 2050, se estiman tasas de hasta un 50% en nuestro medio si no conseguimos frenar este ritmo de crecimiento de casos

Miopía en la población infantil

Para dar respuesta a la pregunta anterior, vamos a buscar el origen de ese aumento tan desproporcionado de la miopía. En primer lugar, hemos de saber que “la miopía es un defecto de refracción del ojo en el que las imágenes se enfocan por delante de la retina, generalmente debido a una mayor potencia de la córnea y/o cristalino o bien a una mayor longitud axial del globo ocular”, como explica Fernández.

De ahí que el principal síntoma de la miopía y por el que muchos padres se dan cuenta que algo ocurre con la visión de sus hijos es que ven borrosos los objetos lejanos mientras que los de cerca quedan enfocados de manera adecuada. Junto a este, hay otros signos o señales que nos pueden hacer sospechar de un problema visual en el niño; el oftalmólogo nos indica los siguientes:

  • Necesidad de aproximarse a la pizarra o al objeto de lectura.

  • Visión borrosa o doble.

  • Fatiga visual o dolores de cabeza frecuentes.

  • Parpadeo constante.

  • Entrecerrar los ojos para ver de lejos.

  • Frotamiento ocular.

  • Prurito, lagrimeo y enrojecimiento ocular frecuentes.

  • Desviación ocular y/o inclinación de la cabeza para fijar la vista.

Niño con síntomas de miopía
(Getty Images)

Causas del aumento de la miopía en niños

-Menos exposición a la luz solar.

Acerca del aumento de la prevalencia de la miopía en la población infantil, “la hipótesis dominante actual es la incidencia de los factores ambientales siendo la exposición a la luz del día la principal variable”, tal y como aclara el especialista. “El tiempo que se pasa al aire libre está fuertemente relacionado con un menor riesgo de desarrollar miopía y de retraso de su progresión”. De este modo, para evitar que nuestro hijo tenga miopía o que, en caso de tenerla, esta no sea muy avanzada, habría que procurar llevarlo al parque a diario.

Esto es así porque “los estudios apuntan a que la estimulación de la luz favorece la liberación de dopamina de la retina, la cual inhibe el alargamiento axial del globo ocular (el ojo miope suele tener un crecimiento axial superior a 0,1 mm por año)”.

-Mayor exposición a los dispositivos móviles.

Javier Fernández nos aclara que la prevalencia de la miopía comenzó a crecer mucho antes de la aparición del uso generalizado de los dispositivos móviles, “por lo que no podemos afirmar con rotundidad que sean motivo de miopía”. Sin embargo, sí que es clara la relación del uso de esta tecnología con el hecho de pasar más tiempo en espacios interiores.

“Una forma de vida más asentada y occidentalizada hace que pasemos más tiempo en el interior de casa, colegio… El aumento de la educación, las tareas en visión próxima (lectura y escritura) parecen contribuir en el desarrollo de la miopía, aunque no está claro que sea por la actividad en sí, sino más bien porque nos obliga a pasar menos tiempo al aire libre”.

-Herencia genética.

“Respecto al factor genético, tampoco puede explicar por sí solo el incremento exponencial de la miopía en los últimos 50 años. Sí que parece que hay una cierta predisposición a tener miopía cuando ambos padres lo son, pero no tenemos una confirmación contundente para decir que la miopía es hereditaria”.

Si un niño no ve bien, la información que procesará su cerebro no será la adecuada y eso puede afectar a las actividades de su vida diaria, entre ellas, su rendimiento escolar

La importancia de las revisiones periódicas de cara a la miopía infantil

El oftalmólogo nos explica que la mayor parte de la información que recibimos (hasta un 70%) procede de la visión. “Si un niño no ve bien, la información que procesará su cerebro no será la adecuada y eso puede afectar a las actividades de su vida diaria, entre ellas, su rendimiento escolar”, advierte.

Tanto es así que un porcentaje elevado de niños con bajo rendimiento escolar, aproximadamente un 30 %, presentan problemas visuales como origen. “Es importante conocer que la maduración visual es un proceso largo que se inicia en el nacimiento y se completa aproximadamente a los 8-9 años de edad. Es el intervalo de edad más crítico, ya que toda aquella visión que no se ha desarrollado durante ese tiempo, no se va a recuperar posteriormente en la edad adulta”, añade el especialista.

“Es por ello, que resulta fundamental llevar a cabo un diagnóstico y tratamiento lo más precozmente posible, evitando secuelas visuales que luego sean irreversibles”. Así, otra de las medidas a tomar para ‘proteger’ a nuestro hijo del riesgo de desarrollar miopía es, junto a las salidas al aire libre y a evitar la exposición a las pantallas todo lo que se pueda, realizar las revisiones oftalmológicas pertinentes. Las más importantes que habría que hacer a todos los niños son las siguientes:

  1. En el nacimiento. “La vista es uno de los sentidos más determinantes para el desarrollo de los recién nacidos. Es importante valorar los reflejos oculares que son los indicadores que permiten saber que los ojos están bien. Especial relevancia tiene este examen en los prematuros o recién nacidos con antecedentes familiares de enfermedades oculares graves”, señala.

  2. En torno a los 6-12 meses. “En estos meses se deben descartar alteraciones de los movimientos oculares (estrabismo) y de la vía lagrimal (obstrucción congénita de la vía lagrimal)”.

  3. La revisión más importante a los 3 y 5 años. “Es la etapa más crucial del desarrollo de la visión y en la que descartamos la presencia de una ambliopía (ojo vago) y se puede cuantificar la visión del niño de una manera más precisa”.

  4. A partir de los 6 años. “Durante todo el período escolar, es aconsejable una revisión anual ya que pueden aparecer defectos visuales como la hipermetropía, el astigmatismo y la miopía, cada vez más prevalente en nuestra población”.

¿Cómo se corrige la miopía en niños?

Cuando un niño tiene que llevar gafas, una de las preguntas más habituales de los padres es si el pequeño se podrá operar para corregir el problema visual y dejar de tener que llevar las lentes. Sin embargo, el oftamólogo de Grupo Policlínica nos aclara que “la cirugía solo se reserva para casos muy específicos en niños en los que no es posible adaptar una gafa para conseguir una visión adecuada o bien para pacientes ya adultos que por motivos refractivos desean operarse para no depender del uso de las gafas”.

Afortunadamente, en la actualidad existen una serie de medidas enfocadas a controlar el ritmo de progresión de la miopía. “Estas medidas pueden ser farmacológicas, como en el caso del uso de la atropina, o bien pueden ser medidas ópticas, como por ejemplo las gafas o lentes de contacto con desenfoque periférico”, detalla Javier Fernández. “El principio de todas estas terapias consiste en ralentizar el proceso de alargamiento del globo ocular que genera ese aumento de la miopía. Es importante entender que consiguen reducir la tasa de progresión de la miopía, pero la miopía como tal no tiene cura”.