Nicki Nicole deja el alma en cada canción: cómo es su tercer disco, el más personal de su vertiginosa carrera
Artista: Nicki Nicole. Álbum: ALMA. Canciones: “Ya no”, “DISPARA ***” (con Milo J), “NO voy a llorar ;)”, “8 AM” (con Young Miko), “Se va 1 llegan 2″, “Llámame”, “qué le pasa conmigo?” (con Rels B), “Tuyo (Cover) - una que quise hacer”, “CAEN LAS ESTRELLAS” (con Ysy A), “TIENES MI ALMA”. Edición: Sony Music. Calificación: Muy bueno.
Los nombres de los discos de Nicki Nicole siempre tienen peso. De alguna u otra manera, hacen referencia a su mundo interior: a Recuerdos (su debut de 2019) y Parte de mí (2021) se le suma ahora ALMA. Y si bien la idea de un disco “personal” es un discurso que se repite en cada lanzamiento de un artista de corte pop/urbano, incluso es algo que la propia cantante rosarina ha dicho sobre sus discos anteriores, esta vez sí parece ser el caso. O al menos el resultado final se oye más como un trabajo distintivo y personal. Si el debut había sido un envase para juntar sus primeros hits (“Wapo traketero”, “Fucking Diablo” y “Plegarias”) y el segundo larga duración sonaba a una búsqueda, de momentos demasiado forzada y dispersa, por internacionalizar el sonido, ALMA encuentra una unidad de sentido y una cohesión más evidente que en los anteriores. Por primera vez, la producción parece haber hecho foco en jugar en favor del estilo de la cantante rosarina.
Porque hay algo que siempre estuvo y eso es el sello de Nicki Nicole en sus fraseos. Como pocos artistas de su generación, parte de la canción y utiliza el flow del hip hop como un color más que muchas veces termina siendo ambas cosas al mismo tiempo (la mayoría hacen el camino inverso: parten desde el rap y desembocan en la melodía como remanso cantable). Si se tomaran “Wapo traketero” y “Mala vida”, dos hits distantes en el tiempo, y se empezara por lo visual podría notarse el desarrollo de una estructura como artista pop y también escucharse el núcleo que se mantiene en común. En el primero, el video se reduce a un paseo en bicicleta con producción modesta pero de efectividad comprobada. En el segundo, el vestuario, las locaciones y el guión dan cuenta de una maquinaria trabajando en función de un producto acabado. Pero si algo sostiene a ambos como algo más que hits pasajeros, es el encanto melódico y tímbrico que suena natural siempre.
Y para abrir ALMA, el sello se sostiene y esta vez se lo realza con más simpleza que nunca: un piano blusero de subdivisión ternaria le da una pátina sepia para que sobre eso y nada más que eso la voz de Nicki Nicole se pasee en planos y contraplanos con la misma naturalidad con la que suena en un beat más convencional para su estilo. Como si hubiese tomado algo de Rosalía y de Nathy Peluso en el sincretismo de músicas de los márgenes para escapar a la fórmula, son las canciones que apuestan a esos nuevos timbres y paisajes los que sobresalen en el disco. “Se va 1 llegan 2″ sostiene esa línea con un beat austero, cercano a las texturas pop tribal de The Dø. Las capas de voces que se superponen y fragmentan completan el clima desolador, que resignifica un título que a priori se leía como ego trip puro y duro.
Entre los temas que recuperan el pulso r&b y los fraseos característicos de Nicki Nicole están “DISPARA ***” con Milo J de invitado y “CAEN LAS ESTRELLAS”, una colaboración con Ysy A que construye un bombo en negras con destino de Bresh y remix. En ambas colaboraciones, la cantante aporta los momentos cantables y sus invitados el flow virtuoso como contrapunto. “qué le pasa conmigo?”, en cambio, su colaboración con Rels B planta por primera vez la clave de reggaetón explícita sin aportar demasiadas novedades, ni para el estilo ni para el repertorio de Nicki Nicole. “8 AM” que completa el pack de colaboraciones (esta vez con la puertorriqueña Young Miko) suena orgánica en la complementación de voces y estilos que fluyen sin romper el devenir de una canción con mucho de hip hop fractal.
Pero incluso cuando queda claro que el cover de “Tuyo”, la canción apertura de la serie Narcos, fue un capricho (el título incluye la aclaración “una que quise hacer”), funciona en el concepto sonoro del disco. Un ejercicio de estilo que prueba que no es necesaria la sobreproducción cuando desde la interpretación se resuelve una lectura si no novedosa, al menos fresca.
Para los que vayan a buscar guiños a la vida privada de Nicki Nicole, las especulaciones sobre las referencias a su ruptura con Trueno estarán a la orden del día y podrán teorizarse prácticamente sobre cada verso de cada canción. Es la trampa de la música popular y su contenido de verdad. Que en sus lecturas más superficiales y facilistas no se detendrán a ver cuánto hay más allá. Aunque Nicki Nicole invite a hacer ese recorrido desde el título del disco y la voz que lo vertebra.