Nicolás Cabré, de su hija con la China Suárez a por qué no hace escenas eróticas y el duelo que lo marcó: “Doy menos para hablar, estoy más centrado”
MAR DEL PLATA.- Dicen que tiene aires de divo, que es malhumorado, que no le divierte dar entrevistas, que los periodistas no le caen del todo bien y que no habla sobre su vida privada. ¿Será Nicolás Cabré el que recibe a LA NACIÓN y propone caminar más de cien metros y realizar la sesión de fotos sobre la costanera marplatense, posando entre turistas ávidos de perpetuar la postal de sus vacaciones frente al mar? Minutos después se mezcla como uno más, cruza el Boulevard Marítimo y se dispone a conversar en un living rodeado de ventanales en la planta baja del precioso edificio que habita en la zona de Playa Chica, una de las más exclusivas de la ciudad.
¿Será Nicolás Cabré? El milagro ha sucedido y el actor se dispone a reflexionar sobre su trabajo, pero no evita las referencias a la actriz Eugenia ”China” Suárez, la madre de su hija Rufina , ni emocionarse al recordar su infancia en Mataderos y los esfuerzos de su padre taxista para sostener a la familia. Ojos humedecidos ante la figura de ese hombre que lo marcó y que ya partió del plano terrenal.
¿Será Nicolás Cabré el que se acomoda (casi) relajado para conversar? Epifanía. Madurez. Crecimiento. Cuestión de años, de cambiar el foco e incorporar algunos hábitos deportivos que hasta le modificaron la forma de relacionarse.
El “nuevo Cabré” es también el actor que cada noche protagoniza en el teatro Roxy Los mosqueteros del rey, a esta altura un clásico del autor y director Manuel González Gil, que volvió a más de tres décadas de su estreno original. Además, es también el director que lleva las riendas de Tom, Dick & Harry, una comedia sumamente efectiva encabezada por Mariano Martínez, Yayo Guridi y Bicho Gómez que se ofrece en el América.
“Arranco siete y media u ocho de la mañana, ya tengo ese reloj incorporado”, comienza comentando el actor, quien, a pesar de la faena teatral nocturna, se despierta temprano, hábito determinado por su rol de padre muy presente y por su afición por el running , deporte que también practica en Mar del Plata, recorriendo varios kilómetros bordeando la avenida que costea el mar.
Un nuevo rol
-Con Tom, Dick & Harry debutaste como director. El material sostiene el “tempo” que pide un género tan complejo de realizar.
-A veces, se subestima la comedia.
-Eso implica desconocer el engranaje del género.
-Los “chicos” (Martínez, Guridi y Gómez) me la hicieron fácil, fue una primera experiencia como director que transité con mucha alegría. Aún hoy sigo siendo escuchado por ellos.
-Sos el director.
-Estaba seguro del proyecto porque era con Mariano, con quien nos conocemos, y eso me iba a hacer sentir contenido; por otra parte, el elenco que se conformó fue ideal para mi primera dirección. Me da mucha alegría saber que la comedia sigue funcionando y que la gente se va con una sonrisa.
-Algo tan necesario.
-Trato de no pensar en que cumplo con una función social; como actor o director lo que trato es que las cosas salgan bien.
-Sin embargo, hay una función social en la expresión artística.
-No es lo que me planteo. Si tengo que hacer reír que se rían y sí tengo que hacer llorar que lloren. Soy consciente del esfuerzo que hace la gente para pagar una entrada, muchos espectadores disponen de “un solo tiro” y no pueden fallar, así que no se tienen que ir decepcionados.
Como actor, si bien también ha transitado el drama, conoce muy bien los ligamentos internos de la comedia, lenguaje que puede ser bastardeado fácilmente: “No me gusta que los actores pasen cosas por alto o que se rían arriba del escenario, la que se tiene que reír es la gente, eso es respeto al espectador que pone la plata”.
-¿Desde cuándo estuvo en tu cabeza dirigir?
-Siempre fui metido y trabajé con muchos directores que me dejaban opinar.
-¿Ya apareció un nuevo texto para reincidir en el rol?
-Sí, hay algo por ahí, pero lo quiero hacer cuando sea el momento adecuado, no deseo dirigir por dirigir . Hoy está muy difícil encontrar el momento exacto y encontrar los elencos, puedo esperar.
D´Artagnan criollo
Junto con Jorge Suárez (reemplazado momentáneamente por César Bordón), Nicolás Scarpino y Fredy Villarreal, Cabré protagoniza Los mosqueteros del rey, aquel título que fue un hito teatral cuando se estrenó a comienzos de la década del noventa y fuera interpretado por Darío Grandinetti, Hugo Arana, Miguel Ángel Solá y Juan Leyrado.
La hazaña de recuperar aquella obra lo devolvió al género de la comedia desde el rol de la actuación. “Me crie escuchando anécdotas sobre Los mosqueteros... Cuando trabajé con Darío (Grandinetti), él permanentemente tiraba frases de la obra; así que sabía perfectamente por dónde iba la propuesta, pero hubo que convencer a Manuel González Gil, quien la tenía muy guardada”.
-Como comediante apelás a una máscara de mucha seriedad y eso refuerza el guiño de lo que está sucediendo, la verdad en la interpretación lo hace más efectivo.
-Es muy fácil caer en el “chistoso”, pero lo que hay que entender es que la situación tiene que ser graciosa y que no se trata de contar un chiste. La gente se tiene que reír de lo que le pasa al personaje que, quizás, no es gracioso. Los mosqueteros del rey es el ejemplo de eso porque los personajes la están pasando mal.
-¿Percibiste algún tipo de prejuicio del medio por haberte iniciado en el mundo televisivo?
-Eso existía más en los críticos cuando querían criticar algo porque sí; cuando te quieren pegar, hablan de “tics televisivos” . No sé qué son los “tics televisivos”.
-Denostar a la televisión es no entender la técnica del medio, ya que es muy complejo hacer ficción en televisión.
-Sucede también con muchos actores que no hablan bien de la televisión y, cuando los llaman, rompen las paredes para entrar lo más rápido posible. El actor es actor y actúa . Se trata de contar una historia y ser creíble.
-Más allá del medio y su técnica específica.
-Cuando hacía comedia en televisión, en simultáneo interpretaba un drama como Algo en común en teatro (con Ana María Picchio y Ricardo Darín) o podía estar en El cartero (con Darío Grandinetti) o El gran regreso (con Alfredo Alcón). Y, cuando hice Sugar en teatro (con Griselda Siciliani o Laurita Fernández y Federico D´Elía) en televisión participaba de Cuéntame en la TV Pública. La gente me conoció de esa forma.
-Marcela Kloosterboer sostuvo que, cuando le tocó interpretar una escena de intimidad sexual con vos, ella pidió ciertos cuidados y vos apoyaste tal postura. ¿Considerás que los cambios que experimentó la sociedad en torno al lugar de la mujer también se tradujeron en las formas de encarar la interpretación de ficción?
-No soy de opinar demasiado sobre lo que sucede, pero, puedo hablar desde mí y decirte que nunca creí mucho en eso de ver cuán fuerte se puede hacer una escena de sexo, para mí no significa mucho, no es lo que me hace sentir cómodo . No es una elección, no soy de hacer esas escenas. Si hay algo incómodo, sale mal. No me siento ni más ni menos por eso.
-Se puede narrar desde otro foco.
-Si contás una historia de amor, no hace falta mostrar todo para que se entienda. Hay millones de maneras más dulces para narrar o explicar la situación de dos personajes en torno al amor.
El maestro
-Así como hubo directores que te escucharon, alguna vez, Alfredo Alcón te preguntó cómo se resolvía una escena.
-Fue la primera vez que íbamos a compartir una escena, estábamos en el motorhome, a punto de grabar Verdad Consecuencia, y me dijo “¿cómo lo hacemos?”.
-¿Qué le respondiste?
-”¿Qué se yo? Si no lo sabés vos, no lo sabe nadie”. Fue siempre el que me empujó a hablar, a decir lo que pensaba. Cuando hicimos El gran regreso, que fue dirigida por él, me consultaba, me hacía opinar, y escuchaba.
Aquel material, escrito por Serge Kribus, le permitió a un muy joven Cabré compartir la escena con Alcón, en un duelo actoral pensado solo para dos intérpretes, con funciones en el Paseo La Plaza de Buenos Aires y el Teatro Auditorium de Mar del Plata. “Recuerdo mucho lo que me decía. Ahora, que también me toca dirigir a mí, pienso y entiendo sus palabras. ´¿Si me paro acá, qué pasa?´, podía preguntarme. Creo que me hacía marcarle el error adrede, para ir acomodándome y hacerme creer que lo que yo le decía podría estar bien. ´Alfred´ fue quien me hizo correrme de mi zona de confort, fue muy generoso, le estoy muy agradecido”.
-Alfredo Alcón era muy reservado y no extremadamente sociable, pero vos pasaste a formar parte de su “mesa chica”.
-Hablar de él como actor es obvio, pero tuve la suerte de conocer a la persona, fue de lo más hermoso que me pasó en la vida. Lo avergonzaba que alguien pudiese pensar que él se creía más, le pesaba ser el mejor de todos . Era un maestro que no se ponía el cartelito, te marcaba algo con mucho respeto sin ponerse en un lugar de superioridad.
-Estuviste en su noche final, cuando varios actores se reunieron en su casa aguardando el desenlace de su vida.
-Eso es algo muy íntimo.
-Habrá sido muy emotivo.
-Son esos momentos donde uno pudo agradecerle.
Metas
-Haruki Murakami en su ensayo De qué hablo cuando hablo de correr traza un cruce entre el deporte y su correlato filosófico en su vida. ¿Qué te da el running más allá de lo deportivo?
-Me salva la vida. En primer lugar, me hizo dejar de fumar.
-Nada menos.
-Correr es parte de mi vida, mi día se basa en eso, me gusta, he conocido gente maravillosa con la que hablo de carreras, bicicletas y natación, y nos juntamos para practicar todo eso. El deporte me pone la cabeza en su lugar, me hace bien, me permite disfrutar. Es importante planificar, tener un objetivo, intentar comer mejor, es todo un mundito que me sirve mucho. Correr y luego tener el día libre para buscar a “Rufi” al colegio es importante, lo mismo que mostrarle los beneficios de practicar una actividad como esta .
-¿Notás cambios en tu personalidad a partir de la práctica deportiva?
-Sí, antes me volvía más loco, vivía enloquecido . Correr es un ratito para pensar en eso en lo que antes no tenía tiempo de pensar.
-Más allá de una competencia, cuando la práctica es individual te permite la conexión con tu propio yo, un espacio de movimiento físico y de pensamiento.
-Uno está con uno mismo, lo mismo sucede con la bicicleta o cuando nado, que no escucho nada. Me hace muy bien, lo disfruto. Me borró de lo externo que muchas veces me molestaba.
-Percibo que aquello externo que te perturbaba tanto, hoy lo manejás desde otro lugar, quizás con mayor sabiduría y entendiendo el lado público inherente a tu trabajo, aunque eso no debe implicar una invasión a la privacidad.
-Se trata de aprender y entender que yo también podría haber estado equivocado y haber resuelto las cosas de otra forma . Lo que me molesta, me sigue molestando, pero hoy estamos más tranquilos. Creo que nos tranquilizamos de los dos lados. También, en su momento, el choque me divertía, pero uno va creciendo, las prioridades son otras . Muchas veces, se trata de levantar la mano y decir “en esta la pifié”. No solo fue una mala forma del afuera, hoy resuelvo las cosas de otra manera, estoy más grande .
-A los 44 años, ¿qué te sigue perturbando del medio?
-Me sigue molestando que se invente, que se digan pavadas. Si bien, no estoy muy pendiente de lo que se dice, también es cierto que doy menos para hablar, estoy más centrado, mi vida pasa por otro lado .
-Seguramente, también es entender que tu tarea implica estar ante la mirada externa.
-Aprendo mucho de mi hija y entendí que no todo es blanco o negro, sino que hay grises. Así como sucede con los hijos, también se aprende con el tiempo y hasta con las parejas . No está tan mal mostrar lo que se tiene que mostrar y vivirlo con tranquilidad. Si se es feliz y no se daña a nadie, no está mal decir “estas son las personas a las que amo y con las que soy feliz”.
-De hecho, con Rocío Pardo, tu actual pareja se muestran públicamente, como sucedió hace poco cuando se los vio vacacionando en México.
-Se trata de descubrir que uno no tiene nada que ocultar . También entendí que guardar las cosas demasiado para adentro incentivaba más a los otros en su curiosidad para ver.
-Cuando se elogia la cantidad de parejas que tuviste, en la mayoría de los casos, mujeres pertenecientes al mundo artístico, y se alaba tu masculinidad, desde un posicionamiento bastante patriarcal, ¿te divierte o te incomoda?
-No es lo que más me agrada. No es que me de vergüenza, es la vida. He hecho muchas cosas bien y otras mal...
-Como todos.
-Entiendo a dónde van esos comentarios y hasta puede ser un paso de comedia perfecto, pero, en la vida, uno hizo lo que hizo y no es más que eso.
-Pensando en la educación de tu hija Rufina y en el mundo en el que le toca crecer, ¿qué te preocupa?
-No lo vivo con preocupación. Veo y aprendo, trato de enseñarle valores, eso nunca cambia. Tengo la seguridad de saber quién es “Rufi” y de lo que le enseñamos con la madre, para que sepa qué es lo importante en la vida . Pueden aparecer peligros, como nos aparecían a nosotros cuando éramos chicos, pero si un chico, en su cabecita sabe qué está bien y qué está mal, no hay grandes obstáculos.
Orígenes
-¿Volvés mucho a Mataderos?
-Siempre que puedo voy, mi familia está allá. Mis amigos y la cancha de Vélez son de ahí. En Liniers y en Mataderos está todo. Ahí soy yo.
-Hagamos un viaje al futuro, ¿cómo te ves en treinta años? ¿Volviendo a Mataderos?
-Me voy a ser viejo, voy a tener 74 años, pero, ojalá que, cuando le pregunten a “Rufi” por su viejo, diga “no sé por dónde anda, debe estar corriendo por ahí”.
-Alcanzaste muchas metas laborales y personales. Esos logros, ¿te llevan a pensar en los esfuerzos de tu padre taxista?
-Crecí asignándole el valor a cada cosa . Lo que mis papás hicieron conmigo, trato de inculcárselo a “Rufi”. Trato de ser un dos por ciento de lo que fueron ellos conmigo. Cuando tenía 15 años ya cobraba un sueldo, sin embargo, cuando salía con mi hermano, él tenía cinco pesos y a mí me daban otros cinco pesos para gastar. Era lo mismo. Si me compraba un alfajor y una gaseosa ya no me quedaba nada. Con los años, tuve la posibilidad de darme algún gusto y de tener un auto mejor que el que tenía mi papá, pero, eso no modificó nuestro vínculo ni él sentía especial admiración por eso. Siempre seguimos siendo felices pudiendo comer un asado los sábados . Si me preguntás qué me falta, te respondo que me faltan los sábados al mediodía comiendo asados con mi viejo porque él ya no está . La plata te ayuda a hacer cosas, pero nada más, no baso mi vida en eso. Vuelvo al principio, disfruto de correr y eso implica un par de zapatillas, un pantaloncito y una remera. Y, si hace mucho calor, la remera me la saco.