No, no es verdad que los hombres siempre quieran sexo y tampoco que no lloren después

Hasta ahora solo ha sido reconocido en mujeres, pero los hombres también pueden sentirse tristes e irritados, sin razón aparente, después de alcanzar el orgasmo

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No solo existe disforia poscoital en los hombres, sino que ellos pueden ser propensos a experimentarla con más frecuencia que las mujeres. (Foto: Getty)

¿Sientes vacío, tristeza y melancolía tras llegar al orgasmo? Podrías sufrir Disforia Postcoital (PCD), una condición médica que, en principio, no tiene nada que ver con tu relación ni tu pareja. Tampoco es solo un problema para las mujeres, ellos también lloran.

Los hallazgos publicados en el Journal of Sex & Marital Therapy demuestran que la ‘disforia postcoital’ (así se llama a la depresión post sexo) es más frecuente entre los hombres de lo que se creía anteriormente.

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En realidad no debe ser motivo de preocupación; la depresión post sexo solo representa un problema cuando ocurre con frecuencia y se convierte en una fuente de angustia o contribuye a problemas de pareja. (Foto: iStock by Getty Images)

Aparece tras las relaciones sexuales en momentos puntuales, y de manera esporádica. Este fenómeno denominado Disforia postcoital, por el International Journal of Sexual Health, es algo que le sucede al menos una vez en la vida al 10 por ciento de las personas, a algunas con más frecuencia e intensidad que a otras.

Quienes lo padecen se sienten agitadas, ansiosas, deprimidas o simplemente molestas después del sexo y cuando no pueden o saben lidiar con esas sensaciones acaban discutiendo con su pareja, que siente una profunda frustración y un gran desconcierto ante semejante situación.

Una nueva investigación australiana ha encontrado que, al igual que las mujeres, los hombres también pueden sufrir esta condición que les hace sentirse tristes, llorosos e irritables después de tener relaciones sexuales satisfactorias.

“Siento mucha vergüenza. Por lo general, tengo ataques de llanto y episodios depresivos después del coito que deja a mi pareja preocupada”, comenta uno de los afectados

Es el primer estudio mundial que lo demuestra, para ello los científicos entrevistaron anónimamente a 1.208 hombres de varios países, entre ellos Australia, Estados Unidos, Rusia, Nueva Zelanda y Alemania. El 41 por ciento de los participantes informó haber experimentado PCD en algún momento de su vida, y el 20 por ciento dijo que lo había experimentado cuatro semanas antes de realizar la encuesta; entre el 3 y el 4 por ciento de estos reconoció sentirse así de forma regular.

Hasta ahora, los investigadores solo habían analizado el ‘blues sexual’ posterior al sexo en las mujeres. Y aunque no hay mucha investigación sobre el tema, trabajos anteriores de la Universidad de Tecnología de Queensland, en Australia, encontraron que el 46 por ciento de las mujeres dijeron que tenían PCD en el pasado.

Los estudios sobre hombres se enfocaron en las etapas tempranas del sexo (como la emoción y los orgasmos) en lugar de en lo que pasa después (fase de resolución).

“Las primeras tres fases del ciclo de respuesta sexual humana – excitación, meseta y orgasmo – han sido el foco de la mayoría de las investigaciones hasta la fecha”, cuenta el profesor Robert Schweitzer, “Pero la experiencia de la fase de resolución sigue siendo un misterio y, por lo tanto, es poco conocida”.

Llegar al orgasmo no lo evita

Se trata de una reacción emocional negativa que sigue al orgasmo, sin razones específicas, y que no tiene que ver con la calidad del sexo practicado.

Según relata Joel Maczkowiack, uno de los coautores del estudio, algunos de los participantes describieron así sus experiencias: “En ese momento no quiero que me toquen, solo quiero que me dejen solo”, “Lo que realmente quiero es irme, distraerme durmiendo o haciendo cualquier otra cosa” o “Me siento insatisfecho, molesto y muy inquieto”.

Otros dijeron sentirse “vacíos y sin emociones”, un sentimiento contrario al ‘resplandor sexual’ que siente la mayoría después de una experiencia postcoital positiva. con un sensación plena, de bienestar, satisfacción y cercanía con su pareja”.

La influencia de la amígdala

Algunos científicos atribuyen este cambio emocional a las fuertes transformaciones hormonales que ocurren después de un orgasmo. Al parecer todo esto tiene una explicación biológica y el origen está en la amígdala, la cual sufre un ligero desequilibrio cuando se tienen relaciones sexuales.

Esta glándula regula emociones como el miedo, la angustia o la ansiedad, y su actividad prácticamente desaparecería durante la práctica sexual. Pero tras el orgasmo y la liberación hormonal, los niveles de actividad vuelven a restablecerse, y el doctor Richard A. Friedman lanzó la hipotésis de que es este aumento repentino en el funcionamiento de la amígdala lo que podía provocar la presencia de la tristeza o la angustia.

Otra teoría similar es que tras la estampida de placer del orgasmo, el cuerpo segrega prolactina, una hormona que contrarresta la acción de la dopamina, responsable de la excitación sexual.

Otros mantienen que esa tristeza responde a la finalización del acto de unión con la pareja, y también puede existir la posibilidad de que la tristeza sea debida a la presencia de dificultades de pareja o a la consideración de que la relación se basa o sostiene solo en el sexo.

Por otro lado, el sexo inhibe el vínculo de las personas con las situaciones o problemas que les provocan malestar o conflicto, pero tras el encuentro, la amígdala vuelve a funcionar para recordarnos que eso que nos preocupa sigue ahí y no ha desaparecido.

¿Se puede controlar?

La manera de combatir esos bajones anímicos es concentrarse en el sexo cuando lo estás practicando, y no pensar en otras cosas o preocupaciones.

¿Cómo? La respuesta está en otro estudio relacionado, una investigación realizada por Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert, de la Universidad de Harvard que señala que el sexo no solo provoca felicidad por el acto físico, sino por la concentración que se logre durante la actividad. De esta manera, conseguirás centrarte en disfrutar y dejar de lado lo que en ese momento no tiene importancia.

Resistir el impulso de salir corriendo y quedarse en la cama un rato más también puede ayudar a evitarlo. “Las parejas que conversan, se besan y se acurrucan después de la actividad sexual reportan una mayor satisfacción sexual y de pareja, lo que demuestra que la fase de resolución es importante para la vinculación y la intimidad”, apunta Maczkowiack.

¿Es algo natural o debes buscar ayuda médica?

Lo primero es saber si estamos frente a un escenario de depresión generalizada o corresponde solo a una confusión producida por un hecho biológico.

También es importante controlar el tiempo en el que estamos sumidos en ese estado de melancolía. Si dura unos minutos o un par de horas no habría que preocuparse; si el bajón te dura varios días puede tratarse de un problema más grave y hay que buscar ayuda médica.

La disforia postcoital solo representa un problema cuando ocurre con frecuencia y se convierte en una fuente de angustia o contribuye a problemas de pareja. No olvides que siempre es importante mantener buena comunicación con tu pareja y en caso de ser necesario consultar a un especialista.

Hay que observar los factores biológicos, psicológicos y sociales, señala, pero puede que valga la pena ver a un médico para evaluar los niveles hormonales. También conviene observar si experimentas o no este tipo de disforia en otras partes de tu vida, después de otras experiencias intensas, después de un mayor estado de placer o solo en general.

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