El primer nombre de usuario para el bebé

En una época en la que los adolescentes están más en línea que nunca, algunos padres consideran que es tan importante invertir en las cuentas de redes sociales de sus hijos como lo es invertir en sus finanzas y educación. (Thomas Pullin/The New York Times)
En una época en la que los adolescentes están más en línea que nunca, algunos padres consideran que es tan importante invertir en las cuentas de redes sociales de sus hijos como lo es invertir en sus finanzas y educación. (Thomas Pullin/The New York Times)

Sophie Kratsas tenía solo unas horas de nacida cuando recibió su primer correo electrónico: un mensaje titulado “Bienvenida al mundo” de su padre, Nick Kratsas. Él creó una cuenta de correo electrónico para su hija recién nacida cuando ella todavía ni siquiera salía de la sala de partos. Era 2014 y Kratsas, de 44 años, ya se había dado cuenta de la escasez de direcciones de correo electrónico sin reclamar con el nombre completo de una persona y sin números, caracteres especiales u otras concesiones.

“Me dije: ‘Oye, si puedo obtener esto para ella ahora, con el tiempo podrá usarlo cuando esté lista’”, pensó Kratsas. Pocos días después, creó un perfil de Facebook para Sophie, de modo que él y su mujer, Heather, de 41 años, pudieran empezar a etiquetarla en sus publicaciones y fotografías. Cuando la niña tenga la edad suficiente, quieren cederle las cuentas de correo electrónico y de Facebook, junto con los sólidos historiales digitales que las acompañan.

Sophie, que ahora tiene 9 años, es una de los muchos niños de su generación cuya huella digital precede a la física. En una época en la que los adolescentes y preadolescentes están más en línea que nunca, algunos padres consideran que es tan importante invertir en el futuro digital de sus hijos; por ejemplo, al conseguir sus direcciones de correo electrónico, nombres de dominio y cuentas de redes sociales, como invertir en sus finanzas y educación.

“Tanto lo digital como los niños son representaciones simbólicas de un futuro”, explicó Frances Corry, investigadora posdoctoral del Centro de Cultura y Sociedad Digitales de la Universidad de Pensilvania. “Así que juntar estas dos cosas es muy importante y provoca ansiedad cuando la gente empieza a pensar : ¿cómo va a ser el futuro de mi hijo?”.

Por eso, añadió, la forma en que los padres abordan la presencia de sus hijos en las redes sociales está muy influida por la relación que ellos han tenido con estas al crecer.

Chelsea Moylan, de 34 años, alcanzó la mayoría de edad a mediados de la década de los 2000, cuando el internet era algo nuevo y aún poco explorado. “Cada vez que había una red social nueva, mis amigos y yo siempre estábamos allí lo suficientemente rápido como para asegurar nuestros nombres”, contó Moylan. Es un privilegio que ahora quiere para sus dos hijas, Josie, de 2 años, y Franny, de 6 meses.

“Tengo que conseguirles una cuenta con su nombre y no quería tener que ponerles un punto”, expresó. Franny y Josie tienen ahora sus propias direcciones de correo electrónico y cuentas privadas de Instagram, que Moylan utiliza solo para amigos y familiares. Su intención es ceder las cuentas a sus hijas cuando cumplan 18 años.

Sapphiroula, de 28 años, y Nicholas Condoleon, de 32, padres y creadores de contenido de internet más conocidos como “Los Condos”, crearon una cuenta de Instagram para su hijo Georgii, de 3 años, con su nombre y apellido —sin los molestos puntos ni guiones bajos— en junio de 2019, dos meses antes de que naciera. Pero su hijo menor, Charlie, de 1 año, no tuvo tanta suerte.

“Alguien tiene a Charlie Condo”, exclamó Condoleon, sosteniendo su teléfono en una entrevista en video. “¡Y es un tipo cualquiera!”.

La mayoría de estos artefactos digitales permanecen intactos hasta que los padres creen que sus hijos están preparados, pero algunos los utilizan mientras tanto. Matt Maguire, de 40 años, creó direcciones de correo electrónico para sus hijos, Sophie, de 9 años, y Emerson, de 5, unos meses antes de que nacieran. Les envía mensajes sobre su infancia que planea darles como una especie de álbum de recortes digital cuando llegue el momento.

Hasta ahora, Emerson ha acumulado 601 correos electrónicos de su padre y otros familiares. Para Sophie, esa cifra asciende a 1198. Será un regalo muy emotivo cuando llegue el momento, pero requiere cierto mantenimiento. Según su política, Google puede eliminar todo el contenido de las cuentas que lleven inactivas dos años. Los padres que quieran conservar las cuentas de Gmail y los mensajes que contienen tendrán que asegurarse de iniciar sesión con la frecuencia suficiente para mantenerlas a flote.

Pero empezar a crear una huella digital a una edad temprana plantea algunas inquietudes de privacidad. Aunque las cuentas de correo electrónico no son públicas, la ética se complica cuando los padres empiezan a subir fotos de sus hijos en las redes sociales, explicó Stephen Balkam, fundador de la organización sin fines de lucro Family Online Safety Institute, que colabora con líderes gubernamentales y empresas tecnológicas para promover la seguridad en internet de niños y familias. “Si quieres subir fotografías, hazlo con discreción”, dijo.

La mayoría de las políticas que rigen cuándo los niños de Estados Unidos pueden utilizar las plataformas de redes sociales se basan en las normas establecidas por el Congreso en la Ley de Protección de la Privacidad Infantil en internet, que prohíbe a los sitios web recopilar información sobre usuarios menores de 13 años sin permiso de los padres. Facebook, Instagram, Google, YouTube y TikTok exigen que los usuarios de Estados Unidos tengan al menos 13 años para abrir una cuenta. En Instagram, cualquier niño menor de esa edad debe indicar claramente en la biografía que la cuenta está gestionada por un padre o tutor.

Pero como ocurre con cualquier cuestión relacionada con la paternidad, Corry dijo que los tutores deben esperar lo inesperado cuando llegue el momento de ceder el control de las cuentas de redes sociales de sus hijos. “Quizá sea que creaste una identidad con la que tu hijo no se va a identificar”, dijo. “¿Le parecerá bien a ese padre que su hijo tome esas cuentas que le han pasado y lo borre todo? Ese es un desenlace posible”.

Moylan ya está planeando eliminar todas las publicaciones de las cuentas de Instagram de sus hijas antes de que las hereden. “No querrás tener 17 años y si alguien ve todas las publicaciones, estés ahí tú en pañales”, dice.

Independientemente de la plataforma, el hecho de que los padres se apropien desde el principio de la huella digital de sus hijos permite cierto grado de control sobre este elemento más nuevo e impredecible de la vida. “Entiendo que es una ventaja poder ejercer algún tipo de gestión de la reputación sobre la identidad de tu hijo”, afirmó Corry.

Y aunque los padres no tienen forma de predecir qué papel desempeñarán las redes sociales en el futuro, obtener estas cuentas es un esfuerzo poco costoso para una recompensa potencialmente alta. “¿Qué perdemos?”, afirmó Nick Kratsas. “No es como que hayamos pagado por ello ni nada parecido”.

Si volviera a revivir aquel día en la habitación del hospital, Kratsas solo habría hecho diferente una cosa: asegurarle a su hija también una cuenta de Instagram.

c.2023 The New York Times Company

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