Nosferatu: fascinante apuesta por el gótico romántico, con una ampulosa interpretación de Lily-Rose Depp
Nosferatu (Estados Unidos - Reino Unido / 2024). Dirección: Robert Eggers. Guion: Robert Eggers, inspirado en el guion de Henrik Galeen y la novela Dracula, de Bram Stoker. Fotografía: Jarin Blaschke. Edición: Louise Ford. Música: Robin Carolan. Elenco: Lily-Rose Depp, Bill Skarsgård, Nicholas Hoult, Aaron Taylor-Johnson, Emma Corrin, Ralph Ineson y Willem Dafoe. Calificación: Apta para mayores de 16. Distribuidora: UIP. Duración: 132 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
En pleno reinado de la propiedad intelectual, Nosferatu resulta un caso curioso: una remake de una película muda alemana, que tiene más de cien años (aunque hubo otras versiones, como la de Werner Herzog). Con La bruja, El faro y El hombre del norte, películas tan potentes como idiosincrásicas, Robert Eggers se ganó la oportunidad de contar con una producción de gran escala y un elenco de actores reconocidos, para hacer su versión de Nosferatu, de F.W. Murnau, uno de los más grandes films del expresionismo alemán, con la historia de Drácula como inspiración.
Si la lógica de la remake apunta a buscar la seguridad de lo conocido, la fascinante apuesta de Eggers va en otra dirección: convertir a lo conocido en nuevo, a través de una vuelta a un estilo del pasado. Para traer a Nosferatu al siglo XXI, el director y guionista se juega entero por el gótico romántico del XIX, época en la que se desarrolla la historia.
La obsesiva construcción de cada plano, del diseño de producción y del sonido, ya son marcas del estilo de Eggers, que en Nosferatu está llevado a la enésima potencia. Esta obsesión por la estética tiene un sentido y la puesta en escena, tan bella como cruel, nunca pierde de vista su misión narrativa. El director construye una fábula de terror gótica y todos los elementos, incluidos los tonos de actuación no realistas de un elenco brillante, son una decisión artística jugada, que rinde sus frutos.
La impactante secuencia inicial establece el clima de horror que se mantendrá durante toda la película y presenta el comienzo del vínculo, para llamarlo de alguna manera, entre Ellen (Lily-Rose Depp) y Nosferatu (Bill Skarsgård, de nuevo convertido en un monstruo irreconocible), que terminará desatando una tragedia. La cualidad onírica de esa primera escena es una primera evidencia de cómo la narración va a moverse entre lo fantástico y lo real. Esas fronteras que se entrecruzan son claves para una historia en la que la posesión de una mujer por un demonio es tratada por quienes la rodean como una enfermedad, propia de su fragilidad.
El abordaje del personaje de Ellen es en donde Eggers actualiza la historia de Nosferatu, dotándola de consciencia de lo que sucede y coraje para enfrentarlo. La joven encuentra serenidad y un amor capaz de protegerla del trauma que la persigue en su matrimonio con Thomas (Nicholas Hoult). Cuando éste es enviado a cerrar un trato inmobiliario con el misterioso conde Orlock, ella intuye que esa paz será quebrada.
Pero Thomas tiene preocupaciones materiales y atribuye los ominosos augurios de su esposa a su estado nervioso. Su amor es real y su ambición está motivada por alcanzar cierta seguridad para el futuro con Ellen. Todo sus planes se desmoronarán apenas pise el castillo del conde, que juega con la mente del joven, mientras se prepara para arruinar la vida de la pareja, como un antiguo novio tóxico que vuelve.
Al igual que en La bruja, Eggers crea un personaje femenino con ideas propias y una sexualidad despierta, que asusta a quienes la rodean. La posesión de Ellen es tratada como una especie de histeria, hasta que el profesor Von Franz, interpretado con regodeo por Willem Dafoe, y la evidencia material del horror, demuestran que lo que está sucediendo no tiene una explicación racional.
La interpretación de Lily-Rose Depp, ampulosa y sin sutilezas, está en perfecto tono con la ambigüedad que el guionista y director le da al personaje, tal vez la mayor novedad de esta versión. Ellen es una criatura en contacto con lo oscuro y con la luz; su tragedia deriva de esa dualidad, pero también su poder.
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