Novillo de Pastejé destaca en plaza Arroyo de Ciudad de México

Ciudad de México, 25 mar (EFE).- En la novillada final de concurso de la Plaza Arroyo, al sur de la capital mexicana, se impusieron los machos jóvenes de seis ganaderías distintas por seriedad y dificultad.

Ninguno de los novilleros mexicanos: José Alberto Ortega, Emiliano Osornio y César Ruiz lograron apéndice. Sobresalió la bravura del astado de Pastejé.

Con el registro de un lleno en los tendidos del coso del sur de la capital, fue una noche de viernes difícil para los jóvenes triunfadores del ciclo de novilladas de la Plaza Arroyo en la capital mexicana.

Los tres aspirantes a matadores se citaron para dilucidar un ganador y venció el ganado. No por nobleza y casta, sino por seriedad y dureza, a lo que se sumó la bravura de segundo, quinto y sexto de la noche.

Abrió un Jesús Arroyo bien presentado. Ya desde el capote y un quite entre Ortega y Osornio, se comportó con furia y sin casta.

Tras carreras al caballo, retos al capote y banderillas se desfondó. En la muleta solo quedó la ausencia de bravura.

Ortega lo lidió como pudo y extrajo algún muletazo citando correctamente. Mató con una caída.

Lo mejor de la noche sucedió en el segundo del festejo, que correspondió a Emiliano Osornio. Un novillo llamado Adiós Amor.

La sola presencia del Pastejé, su estampa y sus astas en punta, dio seriedad al ciclo y, por lo tanto, razón de ser. Acudió dos veces al caballo con decisión y embistiendo con nobleza.

El joven novillero pronto notó la bravura tras esa clase y la faena tardó en sumar algún pase por la falta de sitio. El de luces al paso descubrió cómo hacerle seguir la muleta. Mejoró al natural Osornio sin llegar a someter al Pastejé.

El buen novillo se diluyó en las postrimerías de la larga faena. Adiós Amor se despidió sin ser lucido.

Para Cesar Ruiz, fue un Huichapan bien presentado. Acudió al caballo de lejos las dos veces que fue solicitado.

La seriedad presente en el festejo hasta entonces se ausentó con el tercio de banderillas de Ruiz.

Ya en la muleta inició de rodillas. Cesar se incorporó e intentó torear, pero el astado manseó sin siquiera peligro.

Tras Ruiz pasaportar al Huichapan saltó al ruedo un Pedro Haces bien hecho que rehuyó del dolor en el peto, saliendo muy suelto del protector. En la muleta su mansedumbre acabó en tablas. Nada pudo hacer el de luces.

Otro gran novillo fue el quinto de Pepe Arroyo. También con trapío ofreció la mejor puya de la tarde. Ya antes acudió con un toque a los vuelos del capote.

En los tercios siguientes afloró la nobleza del bovino, pero disminuyó el empuje. La embestida se quedaba a medio camino y poco a poco se hacía más abrupta.

Osornio tuvo dificultades para completar las tandas. Le faltó asomarse un paso más al contrario para sacar de dudas al Arroyo. Cuando al fin lo hizo el animal estaba ya sin fuerzas.

Naufragó con los aceros y sonaron los avisos. Se le fue vivo el novillo a Emiliano Osornio.

Cerró una res de Real del Saltillo. Igual de serio que sus compañeros de encierro.

César Ruiz lo recibió al estilo de "El Pana", rodilla en el suelo, capote en la espalda.

El animal partió en dos la vara tras acudir de lejos. Tras otra juvenil tanda de banderillas, César empezó citando al natural con valor, pero una colación defectuosa le valió ser llevado por delante por el novillo.

La seriedad y peligro del animal pudo con las ganas del de luces que abrevió y agarró el afilado acero. La emotiva y ausente de sitio disposición de Ruiz le valió una vuelta al ruedo, a pesar de tardar lo suyo en finiquitar al novillo.

Innecesario garbeo por el ruedo vista la sobriedad del ganado que también concursaba entre sí y venció a los otros, a los novilleros.

(c) Agencia EFE