Alucinaciones olfativas, por qué tenemos la falsa sensación de oler algo

La exposición a ciertos productos químicos, como insecticidas y disolventes pueden causar Fantosmia, Parosmia y Cacosmia.Te contamos en qué consiste cada uno y por qué es tan importante que este sentido funcione correctamente

(Foto: Giulia Fiori / Getty Images)
Los olores percibidos por las personas con fantosmia comparten algunas características; se asocian al humo, a comida podrida, amoniaco o aguas residuales. (Foto: Giulia Fiori / Getty Images)

Los trastornos olfativos son síntomas que se suelen asociar a Parkinson o Alzheimer (ahora también al coronavirus) pero pueden aparecer al respirar vapores corrosivos si, por ejemplo, abusamos de insecticidas o disolventes, o por tener problemas dentales.

Son factores que no tenemos en cuenta, como tantas otras cosas que damos por hecho, el sentido del olfato lo teníamos algo olvidado. Sin embargo, los olores nos traen recuerdos y nos hacen sentir emociones. De hecho, la sensibilidad que tenemos para percibir olores, unida a nuestra capacidad de asociación, es un enlace directo a nuestra memoria. De ahí que un perfume nos recuerde a una determinada persona, el olor de una panadería nos produzca hambre y el del cloro nos traslade al verano. Por eso es tan desconcertante descubrir que, de pronto, algo no funciona como debería.

Sobre todo ahora, con la llegada del Covid a nuestras vidas nos hemos vuelto un poco más hipocondríacos si cabe, y cualquier cosa rara que detectamos nos pone en alerta. No andamos desencaminados porque los olores pueden ayudar a detectar enfermedades mucho antes de la aparición de sus primeros síntomas visibles, y el valioso tiempo ganado puede usarse para evitar la llegada de efectos debilitantes.

La parosmia es un trastorno olfativo que hace que un olor real se perciba diferente, como el olor de una rosa que huele a canela. Aunque lo habitual es que esa distorsión llegue en forma de olores desagradables. (Foto: Getty)
La parosmia es otro trastorno olfativo que hace que un olor real se perciba diferente, como el olor de una rosa que huele a canela. Aunque lo habitual es que esa distorsión llegue en forma de olores desagradables. (Foto: Getty)

La fantosmia (olor fantasma), la parosmia (olor distorsionado) y la cacosmia (percepción de un olor desagradable) son algunos de los trastornos del olfato más comunes, y aunque suelen ser consecuencia del envejecimiento y de infecciones nasales (sinusitis, pólipos, rinitis) o de las vías respiratorias superiores, hay otras causas más desconocidas que pueden provocarlos.

Las primeras experiencias

Por lo general, el primer episodio de fantosmia se produce entre los 15 y los 30 años de edad, y las mujeres tienen más probabilidades de verse afectadas. Se han encontrado asociaciones entre la fantosmia y algunas problemas de salud como migrañas, depresión, epilepsia y esquizofrenia.

No se sabe con certeza qué causa estas alteraciones, pero se cree que se originan en las áreas centrales del cerebro, incluidas las que controlan las emociones, o en las áreas periféricas más relacionadas con la función del olfato, las involucradas en la detección de olores.

Un estudio publicado en JAMA Otolaryngology-Head and Neck Surgery concluyó que la percepción del ‘olor fantasma’ fue más común entre las personas con peor salud, antecedentes de lesiones en la cabeza o síntomas de boca seca.

Olores inexistentes

Una alucinación olfativa (fantosmia) hace que detectes olores que en realidad no están presentes en el ambiente. Por ejemplo, decir que huele a quemado cuando el aire es completamente normal. No es un problema banal, porque dado que nuestro sentido del olfato domina el sabor de los alimentos en la boca, cualquier alimento consumido durante un episodio de fantosmia estará ‘contaminado’ con las propiedades del olor fantasma. Es fácil ver cómo estos síntomas pueden afectar gravemente la calidad de vida de una persona.

“He perdido toda capacidad para oler y, con ella, mi capacidad para saborear también se ha desvanecido. Pero siento que se ha llevado mucho más que eso. Rehuyo las conversaciones y reuniones sociales. Tengo celos de cualquiera que todavía tenga sus sentidos, y evito ver a mis amigos cuando sé que habrá comida o bebida de por medio”, cuenta Lucy Farrington-Smith, quien sufre un trastorno olfativo desde los 26 años y trata de darle visibilidad en su blog y a través de sus perfiles sociales.

Quienes padecen este trastorno olfativo, que se puede producir en uno o en ambos orificios nasales, pueden haber sufrido un golpe importante en la cabeza, tener una infecciones respiratorias en las vías altas o por inflamación de los senos paranasales. También es posible que sea un signo de tumor cerebral o de la enfermedad de Parkinson.

Confusiones olfativas y distorsión del aroma

Además, las personas con fantosmia también suelen tener alguna otra afección relacionada. Como la parosmia, un olor que sí está presente en el ambiente se percibe distorsionado. Es decir, que todas están relacionadas.

"Cuando hueles una cosa y detectas un olor que es diferente al real estamos hablando de parosmia", explica el doctor Franklin Mariño, otorrinolaringólogo en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. "Yo tengo muchos pacientes que me dicen "cuando huelo el perfume me huele como a azufre, como a cañería"; eso es muy frecuente".

La parosmia puede producirse cuando el sistema olfativo está dañado, por ejemplo, después de una infección respiratoria grave. Tanto la fantosmia como la parosmia se conocen como ‘trastornos olfativos cualitativos’ porque es la calidad percibida del olor lo que ha cambiado. Igual que ocurre con la cacosmia, que hace que las personas reciban como desagradables, e incluso fétidos, olores habituales.

Por el contrario, los trastornos cuantitativos son aquellos en los que la intensidad del olor ha cambiado e incluyen afecciones como anosmia (pérdida total del olfato) e hiperosmia (aumento del sentido del olfato a un nivel anormal). Y es raro que alguien experimente fantosmia sin alguna otra condición cuantitativa como la anosmia.

“Las causas habituales de pérdida de olfato son cinco: las congénitas, es decir, la gente que lo tiene y que no lo sabe; las posvirales, como la Covid, la gripe o los catarros comunes; el traumatismo craneoencefálico; los fármacos, que pueden producir alteraciones como los quimioterápicos; y el tabaco, que es una de las más frecuentes", aclara el doctor David Ezpeleta, médico neurólogo en Quirón Salud Madrid y secretario de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Neurología (SEN). "Llevamos viendo a estos pacientes durante años, solo que ahora con el coronavirus es mucho más frecuente".

Cómo se corrige

Lo normal es que tanto la fantosmia como el resto de trastornos olfativos asociados desaparezcan sin necesidad de tratamiento. Sin embargo, algunas personas encuentran alivio con la administración de gotas de solución salina en la nariz, al igual que con los medicamentos que se suelen usar para tratar afecciones neurológicas existentes, como los antidepresivos y los medicamentos antiepilépticos.

En situaciones extremas, y solo después de una pormenorizada consulta médica, a algunos pacientes se les extrae el bulbo olfatorio (tenemos uno en casa fosa), pero este procedimiento es muy arriesgado y podría conducir a la pérdida permanente del olfato.

Si comienzas a detectar olores que otros no pueden percibir, quizás deberías consultar al médico, aunque solo sea para descartar trastornos subyacentes graves. Pero recuerda que en la gran mayoría de los casos, la fantosmia es una afección inofensiva que se resuelve por sí misma.

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