Oliva, una película que le faltó tiempo de maduración

Juan Leyrado, en Oliva
Juan Leyrado, en Oliva

Oliva (Argentina/2023). Dirección: Luciano Leyrado. Guion: Luciano Leyrado, Agustín Rolandelli. Fotografía: Federico Polleri. Música: Gabriel Casacuberta. Edición: Agustín Rolandelli, Luciano Leyrado. Elenco: Juan Leyrado, Romina Fernándes, Ignacio Toselli, Pablo Musetti, Ornella Cattaneo, Humberto de Vargas, Gustaf, Bananita González, Andrea Frigerio. Duración: 90 minutos. Distribuidora: Star Distribution. Nuestra opinión: regular.

Las opiniones se dividen. Están los que dicen que lo mejor es llegar a la sala sin ninguna referencia sobre lo que se va a ver, alcanza con la nómina protagónica y alguna que otra información críptica escondida en el afiche. Otros, en cambio, entienden que la experiencia completa surge de una comprensión previa sustentada en entrevistas, notas hechas durante el rodaje y cualquier otro dato que apoye el visionado. Comprobar ambas hipótesis luego de la proyección es un ejercicio interesante, preguntarse: ¿cuánto me habría beneficiado o perjudicado saber más o menos del tema una hora y media antes? La respuesta en el caso de Oliva, estreno de esta semana dirigido por Luciano Leyrado , es: no mucho. Y eso es un problema.

Aquel que tuvo la curiosidad de ver el trailer se “autobicoteó” la primera media hora de película o, lo que es lo mismo, una tercera parte: muchísimo. El delirio megalómano que sufre Pascual Del Vecchio (Juan Leyrado), y que lo hace creerse un Don Corleone del aceite de oliva, está muy bien presentado en el adelanto , hasta se podría decir que mejor que en la película. También las intenciones de su hijo Miguel (Ignacio Toselli), quien por amor lo secunda en su fantasía, al mismo tiempo que lleva por un fin de semana a su novia psicóloga (Romina Fernándes) para ver si lo puede ayudar. El gancho alcanza para un minuto y medio, no así para un formato de largometraje.

La simpatía de este punto de partida rápidamente se opaca cuando el guion no se preocupa en el arco argumental, ni de este ni del resto de los personajes que periódicamente aparecen en pantalla. Ni la mano derecha de Pascual, ni su hija, ni el hermano de Miguel, ni un grupo de “mafiosos italianos” que surgen de la nada y hacia ella vuelven, ni el papá de un integrante de Gran Hermano (como si lo anterior no fuera suficiente, se suma la participación especial de Rodolfo Castañares Pose, el padre de Nacho). Aunque quizás, la más injustificada de todas estas participaciones sea la de Andrea Frigerio, presentada como una gran sorpresa -con paneo de pies a cabeza- a pocos minutos del final, a pesar de la profusa difusión de su presencia.

Con la obra de teatro Extra virgen como punto de partida, la adaptación del texto a la pantalla grande no termina de ser completa. Las buenas intenciones de la historia caen en una profunda irregularidad que se lleva todo consigo, incluso la composición actoral. Ni Juan Leyrado, que de esto sabe mucho, logra un tono parejo en su creación de patriarca de la familia. El intérprete en todo momento hace equilibrio entre la sensibilidad y la caricatura, al compás del ritmo y de los abruptos y muchas veces intrascendentes giros, que propone el guion.

Al igual que esos olivares que obsesionan tanto a don Pascual del Vecchio, a Oliva la cosecharon antes de tiempo. A pesar de la excelente materia prima actoral, a la propuesta final le faltó tiempo de maduración para llegar a un óptimo resultado. Ese que se aprecia y se saborea como un elixir, y no que deja gusto a poco.