Las palabras del Rey en la ceremonia: 'En estos años hemos visto a la Princesa de Asturias comenzar su camino como presidenta de honor'

La ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias ha finalizado con el dicurso del Rey. Tras la intervención de la heredera al trono, el monarca se ha dirgido al atril para dirigir unas palabras a los asistentes.

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A continuación reproducimos el discurso íntegro de don Felipe:

Es un verdadero placer encontrarnos de nuevo en esta entrega de los Premios Princesa de Asturias. Desde luego, es una gran alegría poder hacerlo recuperando la normalidad. Ver el Campoamor lleno, y comprobar el pleno desarrollo de las actividades de nuestra “Semana de los Premios”, después de haber celebrado las dos últimas ediciones con las lógicas limitaciones derivadas de la pandemia, nos reconforta y nos anima. Esta ceremonia recobra toda su plenitud, como sin duda merece; como también merecen, por supuesto, nuestros galardonados.

 Pero esta alegría de vernos, de estrecharnos las manos o de darnos un abrazo no puede hacernos olvidar el recuerdo de tantos que perdimos, de la entrega y generosidad que tanto demostró nuestra sociedad.

 Una ocasión como esta nos regala cada año la magnífica oportunidad de seguir conociendo historias de esfuerzo y de excelencia, de esperanza y de ilusión, a través de la obra y trayectorias de quienes realmente iluminan estos Premios. Igualmente, nos permite seguir descubriendo la belleza de esta tierra, y el alma y el generoso corazón de los asturianos. Por ello, agradecemos vuestro afecto, vuestro recibimiento y vuestra hospitalidad.

 Regresamos de nuevo a Asturias para participar en esta ceremonia de reconocimiento y generosidad, de cultura y gratitud. Y lo hacemos la Reina y yo ─y nuestras hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía─ renovando los sentimientos que, desde el principio, han forjado la razón de ser de estos premios.   

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 Hoy vuelven a este escenario, simbolizados en nuestros galardonados, los valores que a lo largo de los años, de las 42 ediciones que se han celebrado, hemos reivindicado y honrado: la solidaridad, la concordia, la cooperación, el afán continúo de superación, el amor por la libertad, la defensa de los Derechos Humanos... Y al hacerlo, damos las gracias a quienes nos ayudan generosamente y nos apoyan para que todo esto sea posible.

 Los premiados son siempre para nosotros fuente de inspiración y reflejo de nuestras mejores aspiraciones, y a ellos quiero dirigirme ahora, pues suya es esta ceremonia, suyo es este momento y suyo es, por tanto, el mérito reconocido con estos premios. Enhorabuena.

 Carmen Linares y María Pagés representan, a través del cante y del baile flamenco, el amor por la herencia artística, pero también el deseo constante de evolucionar y de expresar la belleza de un arte y una cultura milenarios, esencia además del patrimonio cultural español.

La cantaora Carmen Linares lleva 40 años mostrándole al mundo qué es y qué significa el flamenco. Apoyándose en los más grandes maestros, ha sabido evolucionar gracias a su forma expresiva, abierta, apasionada de entender el cante. Mismas virtudes que comparte con la bailaora y coreógrafa María Pagés, artista de sólida formación, con gran talento y sensibilidad, y convencida de la grandeza que el flamenco atesora, de su potencial moderno y de ese reconocimiento que merece y necesita.

Cuando en 1997, premiamos al íntimo amigo de Adam Michnik, el entonces presidente de la República Checa y escritor Václav Havel, le escuchamos reivindicar en este mismo escenario el valor del entendimiento y de la comunicación.

 Así ha vivido y trabajado Michnik, periodista, escritor y editor polaco: luchando, sacrificándose por la paz, por la reconciliación, por el diálogo. Defendiendo los Derechos Humanos y, ante todo, la recuperación de la democracia para su país. A lo largo de los años ha seguido ofreciéndonos su mirada lúcida e inteligente, de profundo compromiso ético; como recientemente ha hecho sobre la invasión rusa de Ucrania y sus graves y terribles consecuencias.

El arqueólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma reivindica con vehemencia los lazos indisolubles que unen a nuestros países. Lo hace desde el conocimiento profundo de la historia y la cultura de México, y con el aval de un intenso trabajo de análisis e investigación de las culturas mesoamericanas, por el que es reconocido internacionalmente.

 Desde muy joven ha tratado de encontrar respuestas a las preguntas que nos plantea el pasado, de huir de los tópicos y leyendas que lo distorsionan y empobrecen la verdad. Hoy, le agradecemos su ingente tarea; el cariño y la sinceridad con los que defiende las relaciones fraternales y fructíferas entre España y México, al amparo de nuestra historia común y de nuestra convivencia de siglos. 

Con el dramaturgo y académico Juan Mayorga, regresa a este escenario el teatro. Y lo hace de la mano de un hombre que ha hecho de él su vida y que, al mismo tiempo, ha llenado de vida las tablas de medio mundo. Porque en las obras de Mayorga ella es la que más está representada, con todas sus contradicciones, con su horror y su belleza, con su grandeza y sus miserias. Todas las cosas «por las que merece la pena vivir», como él mismo afirma, y que conforman una obra valiente, crítica, en la que se funden magistralmente el silencio y la palabra; una obra que forma ya parte esencial de la riquísima tradición teatral española.  

Geoffrey Hinton, Yann LeCun, Yoshua Bengio y Demis Hassabis son expertos en el campo vanguardista de la Inteligencia Artificial y en el llamado Deep Learning o Aprendizaje Profundo. Su trabajo nos sumerge en un mundo que abre infinitas posibilidades a la tecnología y la ciencia del futuro y a su evolución.

Trabajan con ordenadores, redes neuronales, procesamiento de datos, algoritmos, y gracias a su empeño han logrado imitar el funcionamiento del cerebro humano, su proceso de aprendizaje y sus habilidades. Un campo revolucionario con una enorme repercusión en nuestra actividad diaria.

Enviamos desde aquí nuestro saludo lleno de afecto y admiración a los profesores Hinton y Bengio, que no han podido acompañarnos, y les deseamos una pronta recuperación.

La Fundación Olímpica para los Refugiados y el Equipo Olímpico de Refugiados nos recuerdan que también el deporte, la alta competición y el movimiento olímpico sirven para recordar, reflejar y paliar —en la posible— la dura realidad que viven tantas personas en el mundo.

La palabra refugiado es uno de esos términos que provoca en el oyente una profunda desesperanza. Porque los refugiados del mundo lo han perdido todo, obligados a dejar sus hogares, sus países, sus vidas, por motivos ajenos a su voluntad y siempre en circunstancias dramáticas, peligrando incluso sus vidas.

Estamos llamados a ser solidarios para que puedan recuperar sus ambiciones personales. Así lo hacen esta Fundación y el Equipo Olímpico mediante el apoyo a deportistas de diversos países del mundo para que puedan reanudar su actividad en condiciones dignas y participar en las competiciones deportivas. Deseamos todos los éxitos a Eldric Sella y Masomah Ali Zada que nos acompañan esta tarde y a quienes animamos a seguir luchando por sus sueños. Y gracias al presidente del COI, Thomas Bach, por su apoyo, liderazgo e impulso.

Proteger la dignidad de todas las víctimas de los desplazamientos provocados por los desastres naturales o las crisis humanitarias es el gran propósito del arquitecto japonés Shigeru Ban. Él ha fijado su mirada en los que necesitan recuperar su vida, casi siempre de manera urgente, y tener un techo bajo el que cobijarse cuando todo se les pone en contra. Y así ha puesto en pie sus proyectos arquitectónicos con materiales humildes, reutilizables y sostenibles.

Ban se sitúa así, con brillantez, en la vanguardia de una forma de entender la arquitectura y, sobre todo, de solidarizarse con los que más sufren; una forma de actuar generosa que hoy reconocemos y admiramos.

La pasión por el mar y los océanos de Ellen MacArthur, su observación intensa como gran navegante y regatista oceánica, y su sensibilidad ante el grave deterioro del que fue testigo tantas veces, la llevaron a orientar su tarea en la concienciación sobre la reutilización de los materiales, su reciclado, la reducción de las emisiones más contaminantes y del consumo.

A través de su Fundación, se ha convertido en un referente de la economía circular, que promueve un mejor aprovechamiento de los recursos, y gracias a su esfuerzo, coraje y tesón, se ha logrado alcanzar un acuerdo internacional vinculante para la reducción de plásticos. Le agradecemos su actitud, su dedicación y su entrega a una causa que se ha convertido en uno de los mayores retos de la humanidad: el cambio climático.

 Señoras y señores,

Como hemos escuchado al Presidente, Luis Fernández Vega, llega ahora el final de su mandato al frente de la Fundación. Como bien has dicho, querido Luis, han sido unos años llenos de incertidumbre, en los que hemos tenido que enfrentarnos a unas circunstancias adversas y desconocidas hasta ahora. Tu presidencia ha sido por ello especialmente exigente y te agradecemos enormemente la responsabilidad que has asumido, todo el trabajo que has llevado a cabo y tu serenidad en los momentos difíciles.

Gracias igualmente por tu cariño y desvelos hacia la institución en estos años en los que felizmente hemos visto a la Princesa de Asturias comenzar su camino como Presidenta de Honor de la Fundación, conociendo mejor y queriendo más a Asturias, siempre con el apoyo cercano e implicado de la Infanta Sofía. Enhorabuena y gracias de corazón por todo ello, por tu magnífica labor.

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Al mismo tiempo, damos la más cordial bienvenida a la presidencia a Ana Isabel Fernández, que guiará los pasos de la institución. Catedrática de Economía Financiera y rectora de CUNEF Universidad, conoce en profundidad nuestra Fundación como Miembro del Patronato desde 2015, y ha formado parte del jurado del Premio de la Concordia en varias ediciones.

Sabemos, Ana, que tu compromiso con los objetivos y fines de la institución es firme, y te deseamos todo el éxito en esta nueva responsabilidad. La ilusión con la que has aceptado tu nombramiento y tu paso al frente ante el reto, nos da una gran confianza. Te lo agrademos especialmente.

La Fundación se prepara así para una nueva etapa. Y lo hace en un tiempo que es −no podemos negarlo− todo un reto para el optimismo. Un tiempo convulso, en desequilibrio, que alcanza a toda la Comunidad Internacional. La conciencia de la realidad nos provoca una profunda preocupación; también desconcierto; incluso desánimo; sí. Pero, como bien sabemos, los momentos peores y los obstáculos más arduos de superar son también los que nos mueven a la determinación, a la acción, a la resolución.

La situación económica mundial, la seguridad energética o la crisis medioambiental son enormes desafíos a los que se suma una guerra en Europa. Una guerra que se prolonga ya ocho interminables meses; que está causando un daño inmenso e irreparable; que trae consigo el terrible recuerdo y la pesada sombra de otros tiempos, amenazando nuestro presente y nuestro futuro. Un horror que lamentablemente ha regresado a la Europa del Siglo XXI; que persiste por desgracia —no lo olvidemos— en otros lugares del mundo y que representa siempre un gran fracaso para la humanidad.

 En Ucrania, la guerra está destruyendo vidas; también proyectos de futuro, ilusiones y esperanzas, sentimientos y emociones personales.

En ésta y como en toda guerra, es víctima todo aquello que nos enriquece como seres humanos y que constituye un legado transmitido de generación en generación. La guerra está destruyendo bibliotecas, colegios, música, museos, ciencia, arte. La Cultura es, por tanto, víctima de la guerra. Pero la guerra jamás va a destruir La Cultura; ni los valores que representa; como tampoco la libertad y la dignidad de los seres humanos, y que son la esencia de estos Premios y de nuestra Fundación. Unos valores que también representa Europa.

No olvidemos que el origen de la actual Unión Europea fue la búsqueda de una paz permanente tras la devastación causada por las dos grandes guerras mundiales. La Declaración Schuman, primer gran paso hacia ella, conserva hoy, 72 años después —72—, su magnífico significado, porque la idea de una Europa unida para conseguir y preservar la paz en el continente sigue estando plenamente vigente.

Señoras y señores,

Momentos adversos como los actuales, provocan dudas e inquietudes sobre la propia construcción europea. “Nada duradero se realiza de forma fácil”, subrayaba aquella Declaración. Por eso no podemos desfallecer, debemos perseverar para la consolidación de este proyecto, que tanto nos ha unido y que nos sigue uniendo. Un proyecto de progreso, de libertad, de equidad, de respeto, de Derechos Humanos, de principios democráticos; que merece nuestra lealtad y todo nuestro compromiso en uno de los momentos más cruciales de su historia reciente.

Debemos recordar y reconocer la trascendencia que para España ha tenido y tiene la UE. Fue en el pasado un anhelo, una ambición, una aspiración histórica. Hoy es una realidad que vivimos día a día. Hoy construimos España construyendo Europa, y somos parte del destino común de una Europa unida. De ahí, nuestra implicación en ese futuro compartido, que significa mucho más que la creencia en un ideal; significa la lucha por unas convicciones y unos principios para forjar unidos un futuro de paz, justicia, libertad y esperanza.

Teniendo en cuenta esa voluntad y esa motivación, quiero deciros, queridos premiados, que sois una muestra de lo que se puede conseguir trabajando desde esa unidad, colaborando y cooperando por el bien común, por los demás y con los demás. Muchas gracias a todos por vuestro ejemplo y compromiso.

Queridas Leonor y Sofía: 

Cada vez sois más conscientes del papel que desempeñan nuestros premiados. Como nos ha dicho antes Leonor, os importa su causa y lo que han logrado; y sabéis que simbolizan el mejor espíritu, que son un verdadero estímulo para todos.

A vosotras y a todos los jóvenes de vuestra generación, os animo a miraros aún más en ellos, en sus obras, en sus esfuerzos y aspiraciones, en su generosidad y en su gratitud. Nos ayudarán así aún más a avanzar como sociedad. Porque ellos representan, en definitiva, valores y cualidades que son cada vez más indispensables en este Siglo XXI.

En Asturias se pone de manifiesto su alcance y significado; Asturias nos demuestra, de nuevo, que es capaz de reconciliarnos con lo mejor del género humano.

Muchas gracias.