Cinco grandes películas de Guillermo del Toro para volver a ver

El laberinto del fauno, una de las preferidas de la crítica
El laberinto del fauno, una de las preferidas de la crítica

El estreno de El callejón de las almas perdidas es la excusa perfecta para recomendar algunos de los títulos imperdibles de Guillermo del Toro. Desde su debut en 1986 con el cortometraje Doña Lupe, el mexicano llevó adelante una carrera notable, en la que siempre se mantuvo muy cerca de sus grandes pasiones: los cómics, el terror, la fantasía y la ciencia ficción. Hacemos un repaso por cinco de sus mejores películas, que representan un fiel muestrario de los principales temas de su obra.

Cronos (1993)

A comienzos de los noventa, Guillermo del Toro tomó por asalto al cine mexicano con su ópera prima, un título que pronto se convirtió en una pieza de culto. La historia gira alrededor de Jesús Gris (Federico Luppi), un anticuario que encuentra un histórico artefacto con forma de escarabajo, que le inyecta una sustancia que le devuelve el vigor, pero también lo hace adicto a la sangre. Aún sin saber qué consecuencias tendrá el escarabajo en su propio cuerpo, Gris se propone protegerlo de las manos de un oscuro empresario que desea apoderarse de él, al tiempo que se enfrenta a sus demonios internos y mide sus fuerzas con Ángel de la Guardia (Ron Perlman), el sobrino del villano que desea conseguir el escarabajo y así obtener la vida eterna.

Cronos es una película fiel al espíritu del realizador, tanto por su trama como por la presencia de dos de sus actores fetiche: Perlman y Luppi. Es un film que adelanta los rasgos y el etilo futuro del autor, en donde los elementos sobrenaturales se confunden con los límites de la realidad y en los que cualquier persona puede convertirse en héroe o demonio cuando se le presenta la posibilidad de conquistarlo todo. Pocos directores demuestran en su primera pieza un universo tan sólido como el que Del Toro despliega en Cronos.

El laberinto del fauno (2006)

Segunda pieza de la trilogía inconclusa del realizador, esa que, en clave fantástica, iba a revisitar la Guerra Civil Española. Luego de la imprescindible El espinazo del diablo, Del Toro vuelve a ese período histórico para contar la historia de una niña llamada Ofelia (Ivana Baquero), que descubre accidentalmente un laberinto en el que se encuentra una misteriosa criatura. En ese mundo, un fauno le revela que ella es una princesa y que debe superar distintas pruebas para demostrarse digna del destino que la aguarda. Y mientras Ofelia entra y sale de ese laberinto que combina pesadilla y fantasía, la brutalidad la envuelve en su día a día. La niña vive junto a su madre Carmen (Ariadna Gil) en un campamento dirigido por Vidal (Sergi López), un sádico y militar que se dedica a matar a los guerrilleros antifranquistas que se esconden en ese territorio.

Al momento de su estreno, El laberinto del fauno se convirtió en un film que acumuló una importante cantidad de nominaciones y premios en los galardones más importantes, desde los Goya y hasta los Oscar. Del Toro había demostrar ser capaz de unir industrias de distintos países y bajo su mano, España y México se combinaban para permitirle concretar sus sueños cinematográficos. Universos oníricos como refugios ante la tristeza del mundo y una joven heroína de gran nobleza como último bastión de una resistencia destinada a morir, El laberinto del fauno es un cuento de hadas triste, que conmueve hasta en su última imagen.

Hellboy II: el ejército dorado (2008)

Luego de dos notables adaptaciones basadas en historietas (Blade II y Hellboy), el realizador mexicano puso en marcha una secuela del peculiar héroe interpretado por Ron Perlman. Hellboy es el nombre de un demonio, que luego de ser invocado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial es llevado por los aliados y trasladado a una base especial del ejército de los Estados Unidos. De esa manera, y al frente de la Agencia de Investigación y Defensa Paranormal, el demonio es la mejor herramienta para combatir cualquier tipo de amenaza sobrenatural, en este caso, un príncipe que aspira a conquistar la Tierra. Y Hellboy, junto a Abe Sapien (Doug Jones), Liz (Selma Blair) y Johann Krauss (Seth MacFarlane) serán los únicos capaces de detenerlo.

Del Toro, con el arma que Hellboy utiliza en la película
Del Toro, con el arma que Hellboy utiliza en la película


Del Toro, con el arma que Hellboy utiliza en la película

Del Toro es un apasionado lector de historietas. Directa o indirectamente, sus películas siempre beben de mundos de viñetas, partiendo de la influencia del Paracuellos de Carlos Giménez para El espinazo del diablo, a las atmósferas terroríficas de los cómics de Los cuentos de la cripta. Y en esa lista, pronto aparece el creador de Hellboy, el historietista Mike Mignola (sobre el que del Toro dijo alguna vez, ser un “nerd que no puede evitar babear con cada una de sus ilustraciones”). En esta adaptación, el realizador triunfa al comprender cómo enriquecer su mirada, complementándola con el universo de ese dibujante. Pero por sobre todas sus bondades, Hellboy II: el ejército dorado evidencia la enorme riqueza de lo superhéroes en el cine, cuando el director a cargo está decidido a escapar de las fórmulas obvias.

Titanes del pacífico (2013)

Fueron muy pocas las veces que Hollywood supo adaptar a la idiosincrasia occidental, historias ancladas en el imaginario japonés. De los olvidables films de Godzilla hasta Dragon Ball o Ghost in the Shell, la cultura popular japonesa nunca llegó a buen puerto en manos de directores occidentales. Hasta que llegó Del Toro. Con Titanes del pacífico, el autor se animó a apropiarse de un género intrínsecamente nipón: el de los robots gigantes comandados por pilotos humanos y dedicados a luchar contra monstruos paridos en dimensiones oscuras (conocidos como Kaijus). De ese modo surge Titanes del pacífico, una película encantadoramente irresponsable, que caricaturiza los clichés del drama, y protagonizada por un grupo de soldados que son la versión exacerbada (que no es poco decir) de esos héroes acartonados en la línea de Armageddon o Día de la independencia.

Del Toro le ríe de costado al cine catástrofe al estilo de Jerry Bruckheimer, pero eso no impide ver su profundo amor por los robots en la línea de Mazinger Z, o más cercano en el tiempo, Neon Genesis Evangelion. Titanes del pacífico es un largometraje injustamente desvalorizado, pero que permite apreciar a Del Toro disfrazado de género, jugando con elementos importados (de Japón, en este caso), para llevar adelante una aventura que no tiene más pretensiones que las de divertir. Una tarea que parece menor, pero que pocos directores saben realizar con tanta precisión.

La cumbre escarlata (2015)

Las grandes heroínas nunca faltaron en la obra de Guillermo del Toro. Desde la valiente Mercedes (Maribel Verdú) en El laberinto del fauno, pasando por la doctora Susan (Mira Sorvino) en Mimic, hasta llegar a Liz en Hellboy, fueron muchas las mujeres que en sus películas debieron enfrentar todo tipo de amenazas. Y Edith (Mia Wasikowska) no es la excepción. Aquí el relato transcurre en 1887. La protagonista es la mencionada joven y el romance que vive con un misterioso caballero llamado Sir Thomas Sharpe (Tom Hiddleston). Instalada en el viejo castillo de la familia de su esposo, Edith poco a poco ve indicios de ser la posible víctima de quien dice amarla y, por ese motivo, deberá encontrar una forma de escapar a un matrimonio que podría matarla.

La cumbre escarlata es la última gran película de este realizador, una carta de amor a la literatura gótica; a Edgar Allan Poe, pero también a maestros del cine como Alfred Hitchcock. Es una pieza en la que Del Toro demuestra su reverencia por una sensibilidad perdida, con la que él busca jugar cinco minutos más. Y ese interés por reivindicar héroes y heroínas de historieta, personajes de relatos pulp y cuentos a contramano de las modas, es la firma de un autor cuya obra se caracteriza por un sentido amor hacia esas historias (e historietas) monstruosas que, paradójicamente, tanta felicidad le llevan a los que siguen cada uno de sus films.