Las perlas negras de la Familia Real española se exhiben en París
“París, capital de la perla”. La Escuela de Artes de Joyería abrió el pasado 21 de noviembre las puertas a esta exposición, que pone de relieve la importancia y magnitud del comercio de la perla a lo largo de más de un siglo. La muestra incluye un centenar de piezas excepcionales cedidas por prestigiosas instituciones y colecciones privadas. Pulseras, tiaras, broches y un excepcional collar de perlas negras que perteneció a la reina Isabel II de España. Joya que destaca sobre las demás piezas por la rareza del color de las gemas -el inicio de la técnica del cultivo de perlas negras fue en 1970- el valor gemológico y la historia que lo acompaña.
El collar tiene una longitud de 46,2 centímetros y lleva 43 perlas, tres menos que cuando fue creado, que miden entre 6,5 y 13,8 mm de diámetro. Lo cierra una perla orlada de diamantes, e inicialmente, el conjunto incluía también un broche y unos pendientes.
Exilio en París
La historia nos confirma que originalmente la joya fue adquirida por el rey Fernando VII para su cuarta esposa y sobrina carnal, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, quien se lo llevó a Francia junto a un centenar de joyas al abandonar España en 1840, cediéndoselo después a su hija, Isabel II.
De origen desconocido, algunas leyendas afirman que las perlas proceden de los viajes de Colón a América -las tribus nativas las usaban como joyas ornamentales-, mientras que la mayoría expertos afirman que provienen de Tahití.
El collar ha salido a subasta tres veces en más de un siglo. La primera, el 1 de julio de 1878 en París. Exiliada en Francia desde 1868, tras el triunfo de la Revolución Gloriosa, y sin poder hacer frente a sus gastos, Isabel II decidió poner a la venta una parte de sus joyas entre las que estaba el collar de perlas negras que ya nunca volvería a formar parte del joyero de la Familia Real española. Con lo recaudado pudo comprar una residencia en la capital francesa, el Palacio de Castilla –había sido acogida por el emperador Napoleón III-, en el que vivió hasta su muerte, en 1904, cubrir las necesidades de sus cuatro hijas y las de su marido, Francisco de Asís.
Un millón de euros
La segunda, en Londres, el 6 de abril de 1960 siendo adquirido por el magnate Frank H. Hargrove. Y la tercera, pasados 55 años (2 de diciembre de 2015), de nuevo, en Londres. La pieza volvió a aparecer en una subasta celebrada en la galería Christie’s de Londres desconociéndose la identidad del comprador y el precio final alcanzado, tras ser valorado en un millón de euros.
La exposición da una nueva oportunidad para admirar este histórico collar de la antepasada de Felipe VI. La Soberana a la que Pérez Galdós llamó 'la Reina de los tristes destinos', que fue Reina a los tres años -su reinado con pleno derecho comenzó cuando cumplió los trece, tras una doble regencia-, se casó obligada a los 16 con su primo, Francisco de Asís, y fue destronada a los 38 años.
El último collar que se puso la reina también era de Isabel II
La Casa Real española tenía una de las colecciones de joyas más espectaculares de Europa, siendo las perlas naturales gemas muy abundantes en su tesoro, pero la mayoría de las piezas fueron repartidas entre los herederos o vendidas. Entre ellas, este collar de perlas “negras”, tan preciosas como raras, en tono gris oscuro, violeta y bronce, pero siguen teniendo otros de enorme valor. Entre ellos, el de las 37 perlas rusas -inicialmente 41- que Alfonso XII compró a su mujer, la reina María de las Mercedes, en San Petersburgo, en 1877. Y el de Isabel II que perteneció a su suegra, Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias, y pasó a sus manos cuando se comprometió con su primo, Francisco de Asís de Borbón, en 1846.
Esta histórica y valiosísima pieza se la vimos por última vez a doña Letizia el pasado 6 de enero. La Reina eligió esta joya para empezar el año a lo grande en el salón del Trono del palacio real, donde se celebró la Pascua militar.
La muestra, permanecerá abierta hasta el 1 próximo de junio en L'École des Arts Joailliers, que fue fundada hace más de diez años, con el apoyo de Van Cleef & Arpel. Está ubicada en una mansión del siglo XVIII: el Hôtel de Mercy-Argenteau, Monumento Histórico, en los Grandes Bulevares de París y ligado a la historia del futuro Luis XVI con la Archiduquesa María Antonieta.