La pesadilla de Joan Collins el día que se cruzó con la estrella de 'Brigada A'
Los 90 años de Joan Collins y su extensa experiencia bajo los focos de Hollywood le reportaron suficientes anécdotas como para escribir todos los libros que le de la gana. Uno solo no le alcanza y por eso lleva siete biografías publicadas donde comparte recuerdos, la misoginia que sufrió en la industria, habla de sus cinco matrimonios y los consejos que le dio Marilyn Monroe. La última, Behind the Shoulder Pads: Stories I only tell my Friends, se publica el 28 de septiembre y entre las historias que plasma en sus páginas surge el nombre de George Peppard, la estrella de Brigada A con quien vivió una pesadilla tan incómoda como poco profesional.
La estrella de Dinastía nunca se mordió la lengua a la hora de impartir su elegante verborrea. Graciosa, sincera y valiente en su época, Joan Collins tuvo que lidiar con la imposición del poder masculino en el mundo del cine desde los inicios de su carrera. Hasta Marilyn se lo advirtió el día que se cruzaron en un bar en 1955, diciéndole que tuviera cuidado con “los lobos de esta ciudad”. En poco tiempo comprobó que la estrella rubia tenía razón cuando Darryl F. Zanuck, productor de éxitos como ¡Qué verde era mi valle (1941) o La malvada (1950), se abalanzó sobre ella, atrapándola contra una pared. Pudo escabullirse del poderoso productor pero no sería su única vivencia teñida por los abusos y misoginia.
Un productor de I believe in you (1952) le “agarró la mano y la puso en su bragueta abierta” cuando la llevaba en su Bentley. Ella gritó horrorizada y el hombre no solo le preguntó: “¿Qué pasa? ¿No quieres el papel?”, sino que tuvo la desfachatez de cuestionarle si era frígida. Sin embargo, no solo vivió situaciones incómodas con productores y jefes de estudio. También hubo actores que, en aquella época, “consideraban como su derecho divino acostarse con la actriz protagonista”, según escribe Joan Collins. Y uno de ellos habría sido George Peppard.
Collins recuerda en su libro la incómoda situación que vivió con el actor que terminaría liderando al equipo de mercenarios más populares de la televisión. Sucedió años antes del estreno de Brigada A, cuando protagonizaron a una pareja de amantes en el thriller de espionaje Verdugo implacable (1970), rodando una secuencia sexual sin dirigirse la palabra en la vida real. “Odié especialmente hacerla con George Peppard en Verdugo implacable, porque él me odiaba y yo lo odiaba a él”, confesó a The Guardian a raíz del lanzamiento del libro.
La actriz explica que empezó a detestarlo después de que intentara propasarse con ella. “Se me acercó antes de ir al set. Muchos actores consideraban como su derecho divino tener relaciones sexuales con sus protagonistas. Habíamos estado en una fiesta de preproducción y él había bebido un poco y dijo que me llevaría a casa, así que dije que sí”, explica.
“Luego, en la puerta, hizo lo de siempre y le dije: 'Lo siento, no puedo', y él dijo: '¿Qué te pasa?' Le dije: 'Estoy casada y tengo dos hijos'”. Cuando le preguntan en la entrevista qué era ‘lo de siempre’, Collins responde: “ya sabes, agarrar, agarrar”. Sin embargo, cuando Peppard no consiguió lo que quería, le dijo que era “una cuadrada”.
Aquella situación derivó en una filmación incómoda, rodando toda la película sin dirigirse la palabra y teniendo que filmar una secuencia sexual en donde sus personajes se dejaban llevar por la pasión. Es decir, según la versión que recuerda Joan Collins, debía fingir ante las cámaras el deseo de su personaje con un hombre que, no solo habría intentado propasarse con ella, sino que encima le negaba la palabra por haberlo rechazado. Collins confiesa en la entrevista que fue una situación “estresante”, “porque no me habló en ningún momento”.
Fue tan incómodo que incluso agradece que años más tarde lo despidieran de Dinastía, donde Joan dejó huella como la vengativa y maquiavélica Alexis Colby a partir de la segunda temporada en 1981. George Peppard había sido seleccionado para interpretar a Blake Carrington, el magnate petrolero y protagonista masculino en los inicios del proyecto. Era una oportunidad de oro para el actor después de llevar varios años viviendo un declive profesional marcado por diferentes fracasos y su problema con el alcohol en 1978. Sin embargo, según recuerda Joan Collins, “después de dos episodios, [el productor ejecutivo] Aaron Spelling lo despidió porque era muy desagradable, difícil y atroz. Así que doy fe de ello”.
Peppard fue reemplazado por John Forsythe, salvando a Joan Collins de cruzarse con él en otro proyecto y revivir la misma incomodidad en una serie en donde estuvo nada menos que ocho años.
Desafortunadamente, no fue la única experiencia en donde tuvo que lidiar con las consecuencias misóginas del rechazo sexual. Cuando tenía 21 años un actor la siguió hasta su auto y le gritó “¡Vaca estúpida! ¡Estarás acabada antes de los 23”, tras rechazar sus avances varias veces (vía Daily Mail).
Incluso habría perdido el papel de Cleopatra por el mismo motivo. Collins escribe en su libro que le habían prometido el personaje si acordaba “ser amable” con el jefe de Fox, Buddy Adler y el jefe de la junta. “No podía y no lo haría, el pensamiento de tener a esos viejos tocándome era repugnante”, escribe (vía The Guardian). “Era le época en donde los actores, directores y productores tomaban como derecho propio elegir a las actrices bonitas y jóvenes, y era muy triste. Nunca les seguí corriente. Nunca”. Y el personaje fue para Elizabeth Taylor.
Hasta Richard Burton le habría respondido con el mismo tratamiento de silencio en el rodaje de La intocable (1957). Según sus palabras, el actor le dijo que debían mantener relaciones para no “terminar con su récord”. Uno que consistía en acostarse con todas las actrices con las que protagonizaba una película. Pero Joan lo rechazó y no se hablaron en todo el rodaje.
Solo puedo imaginar la incomodidad de semejante situación. Porque no hablamos de dos actores que sencillamente tenían mala relación, sino de intérpretes que debían plasmar química, complicidad, sensualidad y romance cuando habría una historia de insinuaciones y rechazo de por medio. Joan Collins estaba en todo su derecho de rechazar a quien quisiera, como cualquier persona en este mundo sin importar el género y condición. Sin embargo, su historia vuelve a poner sobre la mesa la imposición machista que se vivió en Hollywood, donde habrían existido tácticas tan poco profesionales (como infantiles) de no dirigirle la palabra a una mujer por simplemente haber dicho que no.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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